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Mostrando las entradas de 2010

1er domingo de Navidad, Sagrada Familia

1er domingo de Navidad,26 de diciembre de 2010 Fiesta de la Sagrada Familia Lect: Ecles 3: 3-7. 14 -17 a; Col 3: 12 -21; Mt 2: 13 – 15 1. Como sabemos, todas los textos evangélicos llamados “evangelios de infancia” no tienen la intención de ser crónicas históricas del nacimiento y primeros años de vida de Jesús. Su riqueza consiste, más bien, en ser una expresión teológica de la fe de las primeras comunidades de Mateo y Lucas. Con esos relatos quieren expresar cómo veían el significado de Jesús de Nazaret. En el caso de Mt, cómo lo veía como el nuevo Moisés. De ahí los textos básicamente simbólicos de la matanza de los inocentes y de la huida a Egipto que, para los oyentes de la época, recordaban rasgos de la vida de Moisés con los que se quiere destacar la figura de Jesús. Entendiendo así las cosas, se comprende por qué en el NT no se habla de la vida de la familia de Nazaret, salvo un par de parrafitos en Mt y en Lc con la intencionalidad ya dicha. La fiesta de hoy, entonces, no

4º domingo de Adviento

4º domingo de Adviento, 19 de diciembre de 2010 Lect.: Is 7: 10 – 14; Rom 1: 1 – 7; Mt 1: 18 – 24 1. Esta mañana, mientras realizábamos nuestra larga meditación comunitaria semanal, estábamos dando vuelta y vuelta al tema del “Dios-con-nosotros”, pensando cómo acercarnos más a la comprensión de esta frase, y cómo explicarlo de mejor manera en nuestras homilías en misa. Llegó un punto en que le dije a un compañero de mi comunidad, que se trajera para inspirarnos más, una lectura de un gran maestro espiritual, el Maestro Eckhart, que es un autor que leemos con frecuencia. En cuanto se levantó este hermano para ir por el libro le oí gritar de repente. Corrí a ver lo que pasaba solo para descubrir los frutos de la imprudencia mía. La corona de Adviento cuyas cuatro velas yo había encendido una hora antes, había ardido por completo, agotando las velas, encendiendo la corona, la canasta sobre la que estaba, los manteles y las llamas empezaban ya a levantarse de la madera de la mesa de ced

3er domingo de Adviento

3er domingo de Adviento, 12 de diciembre de 2010 Lect.: Is 36: 1 – 6 a. 10; Sant 5: 7 – 10; Mt 11: 2 – 11 1. Posiblemente la escena que describe Mt hoy refleje una situación muy particular de finales del siglo I: el enfrentamiento entre los discípulos de Jesús y los de Juan el Bautista. Sabemos que incluso hasta nuestros días han llegado algunos grupos religiosos, —vinculados a la tradición llamada “Mandeísmo”— que consideran la preeminencia de Juan el Bautista sobre Jesús. Pero lo que nos interesa a nosotros como cristianos que tratamos de vivir este adviento 2010 como preparación a la Navidad, es la intención del mensaje de Mt que va más allá de ese suceso histórico. Desde ese punto de vista lo que resulta central es la inquietud de aquellos primeros cristianos que se preguntaban cómo identificar al Mesías o, dicho de otra forma, cuáles eran los signos que les permitía aceptar a Jesús como el Mesías, enviado de Dios. Para nosotros, veintiún siglos después, esa inquietud amplía la pre

2º domingo de adviento

2º domingo de Adviento, 5 dic. 10 Lect.: Is 11: 1 – 10; Rom 15: 4 – 9; Mt 3: 1 – 12 1. ¿Qué es tomarse la vida en serio? Hay muchas respuestas para esta pregunta, dependiendo de punto de vista, formación, cultura y tradición de cada uno. A Pablo de Tarso, que lo leemos casi todos los domingos, por mucho tiempo le pareció que tomarse la vida en serio, desde su perspectiva de creyente en Dios, era cumplir la Ley al pie de la letra. Y así vivió mucho tiempo. Hasta que cayó en la cuenta que eso no era el camino adecuado. Él tuvo un momento de transformación, de cambio radical en su manera de ver y vivir las cosas. A eso el evangelio lo llama un momento de conversión. Si tomarse la vida en serio hubiese sido cumplir la ley, los mandamientos, la moral, Pablo ya lo hacía y no hubiera necesitado un momento de conversión. La conversión o el cambio radical Jesús lo presenta como un paso o un proceso necesario para descubrir lo que él llama el Reino de Dios y vivir en esa realidad. El anuncio de

1er domingo de adviento

1er domingo de Adviento, 28 de noviembre de 2010, Lect.: Is 2: 1 – 5; Rom 13: 11 – 14; Mt 24: 37 – 44 1. La proximidad de la navidad creo que a casi todos nos cambia el ánimo. Cuando empieza diciembre, aún y con esta meteorología tan cambiante, se desatan otro tipo de aires refrescantes que nos alegran desde dentro. Incluso para quienes no creen, o creen pero no practican; o para quienes han sido atrapados por el comercialismo y superficialidad de la navidad de las compras y ventas. Para la gran mayoría estas fechas que se acercan son una época del año, por breve que sea, que necesitamos para seguir viviendo. El resto del año, ya desde la “cuesta de enero”, estará marcada por el trabajo y el esfuerzo para ganarse la vida, por los problemas y limitaciones cotidianas. Pareciera, entonces, que a cada uno de nosotros nos resulta indispensable al menos unos cuantos días de fiestas anuales, para cargar baterías, para liberarse un tanto de las estrecheces de la vida cotidiana. Y la forma de

34º domingo tiempo ordinario, Cristo Rey

34º domingo del tiempo ordinario, 21 de noviembre de 2010 Lect.: 2 Sam 5: 1 – 3; Col 1: 12 – 20; Lc 23: 35 – 43 1. Si hay algo que queda muy claro en los evangelios es que para Jesús de Nazaret el centro de su práctica y su predicación lo consistía el anuncio de lo que él llamaba el “reino o reinado de Dios”. Es su prioridad número uno. Todas las parábolas hablan de esa realidad nueva. Su acción y misión empiezan diciéndole a la gente que ese reino ya llegó, que está en medio de nosotros. Les habla de cómo hay que hacer para entrar en ese reino. Al mismo tiempo, otra cosa que queda muy clara en los textos evangélicos es que Jesús nunca se predica a sí mismo y mucho menos como una figura política, como rey. Al comienzo de su vida pública, en la narración de las tentaciones, rechaza rotundamente la tentación de satanás de entregarle todos los reinos de este mundo, la tentación del poder. Cuando las gentes, impresionadas por la multiplicación de los panes, quieren proclamarle rey, él se

33º domingo tiempo ordinario

33º domingo tiempo ordinario, 14 noviembre 2010 Lect.: Mal 4: 1 – 2 a; 2 Tes 3: 7 – 12; Lc 21: 5 – 19 1. No me canso de decirlo y confío en que Uds. no se cansen de oírlo: al leer los evangelios hay que hacer el esfuerzo por ponerse en los zapatos de Jesús, en su momento y su ambiente para tratar de captar el sentido de sus palabras y acciones. Y, al mismo tiempo, hay que hacer el esfuerzo por distinguir lo que fueron las palabras y acciones de Jesús de las que luego ponen los evangelistas unas décadas después, sin duda sin traicionar el mensaje original, pero ya adaptándolo a las nuevas inquietudes, problemas e intereses de la nueva época en que vivían. Solo con este esfuerzo podremos recuperar el sentido que pueden tener estos textos para el mundo en que vivimos hoy, tan distinto del que vivió Jesús y vivieron los evangelistas. En la lectura de Lc de este domingo tenemos un caso bien ilustrativo de lo que estoy diciendo. Una cosa es lo que probablemente dijo Jesús en su momento, otr

32º domingo tiempo odinario

32º domingo tiempo ordinario, 7 de noviembre 2010. Lect.: 2º Mac 7: 1 – 2; 2 Tes 2: 15. 3-5; Lc 20: 27 – 38 1. Al leer libros serios de divulgación científica contemporánea, uno se queda pasmado al ver que tras muchos esfuerzos de diversas ramas de la ciencia, todavía el origen de la vida en nuestro planeta no está claro. Se ha avanzado, gracias en buena parte, a los registros fósiles, para ir descubriendo la forma como la vida fue evolucionando a lo largo de miles de millones de años desde formas muy elementales y primitivas hasta llegar a esta maravilla de planeta verde del que hoy formamos parte. Pero cómo empezó la vida, en qué momento se dieron las condiciones para que apareciera, y qué es propiamente, son cuestiones que todavía se resisten a ser comprendidas. Por otra parte, si pegamos un salto y pasamos a los libros sagrados de las diversas tradiciones, incluida nuestra Biblia, vemos también que todas nos confrontan con una realidad profunda que llamamos Dios, pero que escapa p

31º domingo tiempo ordinario

31º domingo tiempo ordinario, 31 octubre 2010. Lect.: Sap 11: 22 – 12:2; 2 Tesal 1: 11 – 2:2; Lc 19: 1 – 10 1. En nuestra vida moral quizás la idea y sentimiento más difícil de manejar es el de pecado. Uno puede hablar de un acto ilegal, o de una acción mala, de una intención perversa, de un hecho destructivo u otras expresiones parecidas y es relativamente fácil saber de qué hablamos y cómo ponernos de acuerdo o por lo menos discutir sobre el asunto. Pero, en cambio, cuando hablamos de pecado la cosa se complica porque éste es un término estrictamente religioso que presenta problemas. Desde pequeños se nos ha dicho que pecado es una “ofensa a Dios”. Y hablar así genera bastantes reacciones negativas que van desde la desconfianza, la indignación y el rechazo hasta el otro extremo, el de la humillación, el sentimiento destructivo de culpa y la parálisis en la acción. Por una parte hay muchos que consideran que esto de hablar de “ofensa a Dios” no tiene sentido por la inmensa distancia

30 domingo tiempo ordinario

AUNQUE ESTE DOMINGO NO VOS A CELEBRAR EN SANTA LUCÍA, AQUÍ VA LA PREDICACIÓN CORRESPONDIENTE. NO SÉ SI UN POO MÁS COMPLEJA LA REDACCIÓN, AL NO TENER ENFRENTE A LA GENTE DE LA PARROQUIA. 30º domingo t.o., 24 de octubre 2010. Lect.: Eclo 35: 15b – 17. 20- 22 a; 2ª Tim 4: 6-8. 16 – 18; Lc 18: 9: 14 1. No siempre es fácil acercarse a los textos evangélicos y sacar provecho para la propia vida espiritual. Los textos tienen, por decirlo así, como “capas“ diferentes, como una cebolla que hay que pelar. Y esto da lugar a diferentes lecturas, que pueden ser todas valiosas pero para distintos propósitos, momentos y lugares. Por ejemplo, uno puede ver el texto de Lc hoy solo desde el nivel de reconstrucción histórica, preguntándose quiénes eran los fariseos, quiénes los publicanos, cuál era el conflicto con unos y otros y así por el estilo. O bien, podemos leerlo muy condicionados por la predicación y la piedad moralizantes tradicionales, y quedarnos en alabanzas a la virtud de la humildad y en
29º domingo t.o. 17 de oct. de 10 Lect.: Ex 17: 8 – 13; 2 Tim 3: 14 – 4:2: Lc 18: 1 – 8 1. En nuestra vida diaria, no se si lo han experimentado, a veces los que nos contradicen inteligentemente, los que ponen objeciones a lo que pensamos y decimos nos ayudan más que los que siempre están de acuerdo con nosotros. A veces, en efecto, los que parecen estar de acuerdo con nosotros simplemente repiten lo que decimos, perezosamente, sin esfuerzo. En cambio otros que reflexionan, a veces nos ayudan a descubrir, a pensar más sobre un tema o un problema cuando nos ponen dificultades. Así pasa también en lo religioso. Con frecuencia repetir simplemente el catecismo o cosas aprendidas, no nos permite conocer y vivir mejor el mensaje evangélico. Es repetición automática, sin profundizar. En cambio, cuando los jóvenes, nuestros hijos por ejemplo, cuando llegan a una edad y actitud más reflexiva y cuestionan nuestras creencias, nos hacen un gran favor, porque nos fuerzan a repensar y a conocer mej

28º domingo t.o.

28º domingo, tiempo ordinario, 10 de oct. de 10 Lect.: 2 Reg: 5: 14 – 17; 2 Tim 2: 8 – 13; Lc 17: 11 – 19 1. Hace unos 30 años, cuando en nuestro país la clase media empezó a viajar más, y Lacsa tuvo su 1er Jet Bac 1-111, se contaban muchas anécdotas de aquellos viajes a Miami y San Andrés. Hasta en las columnas de periódicos se comentaba de cómo los nuevos viajeros ticos al subirse al avión y ver que no se cobraba por las bebidas, empezaban a pedirlas sin límite. Esa actitud insaciable ante lo que era gratis, se extendía a las almohaditas, las cobijitas y cubiertos de metal del avión. Los ticos, se contaba, arrasaban con todo, incluso luego, ya en tierra, en los hoteles donde se hospedaban. Las historietas abundaban y se contaban a veces como broma sobre algunos vecinos o familiares, otras para llamar la atención de lo que se consideraba “conducta maicera”, o falta de roce, de educación. Ha pasado mucho tiempo y las cosas han cambiado bastante. Lo que quizás no ha cambiado tanto, porq

25º domingo tiempo ordinario

25º domingo tiempo ordinario, 19 de sep. de 10 Lect.: Amós 8: 4 – 7: 1 Tim 2: 1 -8; Lc 16: 1 – 13 1. El tema de hoy sirve para levantar roncha. Es el tema del uso del dinero, desde la perspectiva del evangelio. Digo que sirve para levantar roncha, o para encogerse de hombros y decir que estas enseñanzas no son realistas. Es un tema que molesta a muchos que viven muy bien, con exceso de confort y beneficiándose privilegiadamente de la actual dinámica de la economía y que creen que su modo de vida no debería cuestionarse. Algunos se defenderían diciendo que estos asuntos de plata no tienen que ver con lo religioso. Otros, que se refugian en esas llamadas “megaiglesias” o “iglesias de la prosperidad” pretenden que las enseñanzas bíblicas dicen que las riquezas son una prueba de la bendición divina. Otros, en fin, dirían que las enseñanzas espirituales evangélicas no entienden de estas cosas, y son muy idealistas, no aplicables en la vida real. Sin embargo ahí tenemos esta parábola de ho

24º domingo tiempo ordinario

24º domingo t.o., 12 septiembre de 2010 Lect.: Éx 32: 7 – 11. 13 – 14; 1 Tim 1: 12 – 17; Lc 15: 1 – 32 1. Se supone que los católicos diferenciamos el “pecado” de otras acciones humanas negativas que llamamos delitos, infracciones, errores, fallas, … Se supone que por siglos los cristianos cuando decimos “pecado” hablamos de una acción que tiene sentido religioso porque se refiere a Dios. Y también por siglos, teólogos, catecismos y pastores se han dedicado a tratar de entender qué es eso del “pecado” por la necesidad que tenemos de entendernos mejor a nosotros mismos y de entender nuestra relación con Dios. Entonces podemos encontrar páginas y escritos donde se nos dice que el pecado es una ofensa a Dios, que es un abuso de la libertad, que es salirse de la ley divina… por mencionar las concepciones más frecuentes. Y en torno a esta idea de pecado, sobre todo la de ofensa a Dios, se ha escrito también sobre la necesidad de pagar por ese pecado, incluso con la sangre de Cristo… En fin,

23º domingo tiempo ordinario

23º domingo t.o., 5 de septiembre 2010 Lect.: Sab 9: 13 – 19; Fil 9b-10. 12 – 17; Lc 14: 25 – 33 1. El evangelio de Lc está escrito de tal manera que podemos enredarnos en su lectura. A veces el evangelista pone juntos dichos y hechos de Jesús que se dijeron en distintas ocasiones. Por ejemplo, hoy, el autor recopila y reúne tres enseñanzas distintas, —aunque puede encontrarse su interrelación— y las pone en tal orden que uno puede preguntarse, en resumen, cuál es el mensaje. Vamos a hacer el intento de armar una posible respuesta. En el medio del texto, parece que Jesús está refiriéndose a un consejo de sentido común todavía repetido hoy día: si uno está claro y decidido a lograr un objetivo y una meta, debe estar igualmente claro en cuáles son los recursos que necesita para alcanzar ese propósito, y cuáles los costos en que deberá incurrir. Los ejemplos abundan: construcción de una casa, planes trabajo, promesas de políticos, etc. No hace falta un maestro de la categoría de Jesús pa

22º domingo tiempo ordinario

22º domingo t. o., 29 agos 2010 Lect.: Ecles 3: 19 – 21. 30 – 31; Hebr 12: 18 – 19. 22 – 24 a; Lc 14: 1. 7 – 14 1. De manera muy sencilla, en lenguaje de su época, Lc nos plantea un tema profundamente humano: el tema del puesto, del lugar al que cada uno de nosotros debe aspirar en su propia vida. El tema, evidentemente, no es de buenos modales en la mesa, de si debo sentarme en la cabecera o al fondo, de si debo esperar o no a que el anfitrión me indique dónde sentarme. Sería una lectura muy superficial. A un maestro espiritual como Jesús lo que le interesa es que nos pongamos a pensar lo que estoy llamado a ser en la vida y cómo lograrlo. A algunos puede parecerle que este planteamiento es muy filosófico, muy teórico. Sin embargo, si ponemos un poquito de atención a lo que nos rodea, y a lo que nos hace palpitar y nos motiva, no tendría que costarnos mucho descubrir que todos estamos en el fondo obsesionados con ese doble cuestionamiento sobre lo que estoy llamado a ser y cómo logra

Fiesta de la asunción

Fiesta de la Asunción, 15 de agosto 2010 Lect.: Apoc 11: 19. 12: 1 – 6. 10; 1 Cor 15: 20 – 26; Lc 1: 39 – 56 1.Una vez más, apenas un par de semanas después de la fiesta de la virgen de los Ángeles, volvemos a poner los ojos en María la madre de Jesús. Es, sin duda, una figura entrañable para todos los cristianos, desde que éramos pequeños. Tan querida, que a lo largo de los siglos la piedad popular la ha querido colocar en lo más alto, —tan alto, que a veces las fórmulas con que nos referimos a ella , con toda la buena intención del mundo, nos la alejan y disfrazan. Cuando la llamamos reina, y la vestimos con ropajes reales, con oro y joyas, corremos el riesgo de entender mal esas expresiones y representaciones, y perder el mensaje más esencial que nos ofrece su figura evangélica y que hoy refleja Lc. O corremos el riesgo también de mezclarla con figuras de diosas paganas, que personifican fuerzas ocultas de la naturaleza. 2.En esta fiesta del 15 de agosto, tenemos la oportunidad de s

18º domingo tiempo ordinario

18º domingo t.o., 1 agosto 2010 Lect.: Ecles 12: 2. 21 – 23; Col 3: 1 – 5. 9 – 11; Lc 12: 13 – 21 1.En la zona en que vivía Jesús “un hombre rico” era de ordinario un gran terrateniente. Por eso lo toma de ejemplo para la enseñanza de la parábola. Pero si saltamos de ese lugar y esa época a las nuestras, y si intentamos captar la utilidad de esa enseñanza para cada uno de nosotros, tenemos que plantearnos en nuestro contexto el dilema que se plantea a ese hombre rico. El dilema es parecido, sea cual sea el nivel socioeconómico que vive cada uno de nosotros. Es el interrogante: ¿qué hacer con los bienes materiales que tengo? ¿cómo emplearlos? Por supuesto que las respuestas son variadas según el tipo de necesidades de cada uno. Pero Jesús, más allá de estas particularidades, simplifica para claridad de su mensaje, en dos posibles maneras de usar los bienes materiales: una, consiste en amasar bienes para sí mismo, y la otra, ser rico para Dios. Estas dos actitudes son las que tenemos que

17 domingo tiempo ordinario

17º domingo t.o., 25 de julio de 2010 Lect.: Gén 18: 20 – 32; Col 2: 12 – 14; Lc 11: 1 – 13 1.Me preguntaba, al meditar sobre estos textos, ¿por qué le piden los discípulos a Jesús que les enseñe a orar? Y además, refiriéndose a Juan el Bautista, como otro que había enseñado a sus discípulos a orar. No puede uno dejar de formularse esta pregunta, porque los discípulos, como todos los demás que seguían a Jesús, eran gente muy religiosa. Estaban acostumbrados a orar en el Templo y en la Sinagoga. Entonces, ¿no era que ya sabían rezar? Sin duda que en ese sentido, como estaba mandado y como era tradicional, ya eran personas piadosas que rezaban. Es decir, sabían salmos y otras oraciones de memoria, y las repetían a diario, y las ofrecían como alabanza a Dios, o para llamar su atención sobre sus necesidades y angustias. Y cumplían con las obligaciones de rezar de manera especial, cuando estaba prescrito. Es decir, rezaban mucho y en formas y tiempos señalados y espontáneos, parecido a com

16º domingo tiempo ordinario

16º domingo t.o., 18 julio 2010 Lect.: Gén 18: 1 – 10 a; Col 1: 24 – 28; Lc 10: 38 – 42 1.Hay textos del evangelio, como el de hoy, que uno puede leer a varios niveles. En la superficie, lo podemos leer como una anécdota cotidiana de la vida de Jesús. Y, en un segundo nivel, lo podemos leer como parte de una catequesis en la que las primeras comunidades cristianas querían ponernos a pensar sobre algo más de fondo. Si lo leemos en el 1er nivel, de todas maneras es hermoso. Un poco a la luz de la 1ª lectura de hoy ver la práctica de la hospitalidad, tan valorada por los pueblos orientales de entonces y que Jesús disfruta y alaba en casa de estas amigas suyas. Ya esto nos da para pensar en el estilo de vida actual y en nuestra capacidad de abrir nuestras puertas a otros, amigos, vecinos o necesitados. Pero quisiera fijarme en el 2º nivel de lectura. Donde la reflexión de aquellas comunidades nos conduce a pensar en otras dimensiones que podemos descubrir en la escena y en particular en la

14º domingo tiempo ordinario

14º domingo tiempo ordinario, 4 de julio 2010 Lect.: Is 66: 10 – 14 a; Gal 6: 14 – 18; Lc 10: 1 – 12; 17 – 20 1.Nos exponemos a una gran tentación al leer este texto evangélico: pensar que lo que a Jesús le interesaba era crear una gran religión, una gran institución, poseedora de las únicas doctrinas verdaderas y las únicas reglas de vida exactas y que, para impulsar este propósito, requería contar con un sinnúmero de seguidores que tratara de hacer proselitismo a como hubiera lugar. Resulta que primero envió a los Doce, y como no tuvieron mucho éxito, ahora envía a los Setenta o Setenta y dos, para cubrir todos los pueblos de la tierra. Si caemos en la tentación de pensar así también nos creeremos que lo importante para la comunidad cristiana es el número de bautismos, de conversiones que logramos, de gente que viene a misa y a celebrar los sacramentos. Cuando la Iglesia razona de esta manera, fácilmente se resbala en ponerse como centro de la película, y en priorizar su doctrina, s

13º domingo tiempo ordinario

13º domingo tiempo ordinario, 27 junio 2010 Lect.: 1 Reg 19: 16 b. 19 – 21; Gal 4: 31 b. 5: 1. 13 – 18; Lc 9: 51 – 62 1.Con demasiada frecuencia el evangelio nos desconcierta, al menos si lo leemos con atención y apertura y no de manera rutinaria. Y es muy bueno ese desconcierto que nos crea, porque eso nos sornaguea, nos hace pensar y cuestionarnos. Por ejemplo hoy, cuando uno ve la reacción de Jesús ante esos tres que querían seguirlo. Jesús les pone dificultades en vez de tratar de atraerlos con diferente tipo de promesas, para aumentar su grupo. Con la mentalidad de algunos dirigentes religiosos de hoy día, se vería absurda esta actitud de Jesús. Poniendo obstáculos no va a crecer el número de discípulos. Pero además, veamos el tipo de dificultades que plantea: directa o indirectamente afectan a un campo de los más valiosos del ser humano, el de los valores familiares. Si para nosotros la familia es importante, para aquella gente de la época de Jesús lo era todavía más. Y, tomadas

12º domingo tiempo ordinario

12º domingo t.o., 20 de junio 2010 Lect.: Zac 12: 10 – 11; Gal 3: 26 – 29; Lc 9: 18 – 24 1.“Una vez que Jesús estaba orando solo, mientras estaban los discípulos con él”… De nuevo tenemos aquí una de esas frases breves del evangelio, profundamente reveladoras, pero que, una vez más, se nos pasan inadvertidas, no le damos mayor importancia, y no se nos ocurre pensar lo que implican y lo que nos interpelan en nuestra manera de entender a Jesús y a nosotros mismos. Lo lógico, desde la posición católica tradicional, sería que nos preguntáramos: ¿cómo es eso de que Jesús oraba? ¿acaso no es Dios, el Hijo de Dios, como lo hemos aprendido desde pequeños? Entonces, ¿para qué ora o qué hace en su oración? ¿pedir? ¿puede Dios pedirse a sí mismo? ¿alabar y dar gracias? Quedamos en las mismas. Como vemos, el texto tan sencillo nos invita a replantearnos, más allá de nuestras creencias de siempre, cómo era Jesús y lo que esto significa para nosotros. Pero no podemos en una breve homilía, desarrolla

11º domingo tiempo ordinario

11º domingo t.o., 13 de junio de 2010 Lect.: 2 Sam 12: 7 – 10. 13; Gal 2:16. 19 – 21; Lc 7: 36 – 8: 3 1.Si se contrasta la 1ª con la 3ª lectura de hoy de inmediato se cae en la cuenta de lo mucho que tenemos que caminar los seres humanos para crecer en una espiritualidad madura, con una manera de relacionarse con Dios coherente con el Evangelio. Quienes escribieron el 2º libro de Samuel nos presentan todavía la imagen de un Dios, juez legislador poderoso arbitrario, que decide que David puede tomar sin pecar todas las mujeres del harem de Saúl pero, eso sí, no aprovecharse de la mujer del hitita Urías. El pecado depende de lo que ese legislador decide y, por tanto, la tranquilidad de conciencia de los humanos puede darse con tal de que estemos cumpliendo las disposiciones legales de ese Dios, independientemente de que las entendamos lógicas o no. Esa manera de ver nuestra relación con Dios es primitiva y, sin embargo, a menudo perdura en nuestros modos de pensar y practicar la religión

Fiesta del Corpus Christi

Fiesta del Corpus Christi, 6 junio 2010 Lect.: Gén 14: 18 – 20; 1 Cor 11: 23 – 26; Lc 9: 11b – 17 1.“Hagan esto en memoria mía”. Esta frase viene a ser la central de los textos que narran el origen de nuestra Eucaristía. Y, sin embargo, nos pasa a menudo inadvertido su significado. O, simplemente, la forma rutinaria que tenemos de celebrar la misa nos impide precisar lo que quiere decir. “Hacer esto…”, ¿hacer qué? Hay que reconocer que para un cierto número de gente, de lo que se trata es de hacer una especie de milagro: convertir el pan y el vino en cuerpo y sangre de Jesús. Milagro que puede realizar solo el sacerdote. Para quienes lo ven así, “hacer esto en memoria mía” significa repetir una y otra vez el “milagro”. No nos escandalicemos, pero de ver así las cosas a verlas casi como algo mágico, no hay más que un paso. Entonces, me dirán Uds., ¿a qué se refiere la petición de Jesús de “hacer esto en su memoria”. No es difícil descubrirlo, con solo poner atención al relato de la Cen

Fiesta de la Stma. Trinidad

Fiesta de la Santísima Trinidad Lect.: Prov 8: 22 – 31; Rom 5: 1 – 5; Jn 16 12 – 15 1.En las lecturas de hoy hay dos llamadas de atención bien fuertes para sacudir nuestra manera de entender y vivir la vida religiosa. La primera nos la da el libro de los Proverbios. Al referirse a la sabiduría de Dios, a la vida de Dios, nos hace pegar un salto extraordinario. Nos habla de una realidad que está en la base de toda la realidad, incluso antes de que la tierra y nosotros existiéramos. Está en las cosas que se van creando y que está gozando en la existencia de los seres humanos. Es un salto que nos enfrenta a la enormidad del misterio de lo que llamamos Dios y que es, al mismo tiempo el misterio de lo que es la creación y lo que somos los seres humanos. Hay muchos otros textos en la SE que nos hacen esa misma llamada de atención. Pero citemos solo uno más, narrado con hermosa sencillez. En Éxodo 33,18 ss, está Moisés en la Tienda de Encuentro, dialogando con Dios, ante la nube de incienso q