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Mostrando las entradas de junio, 2012

12º domingo t.o.

Lect.. Job 38: 1 - 11; 1 Cor 5: 14 - 17; Mc 4: 35 – 40 Sería demasiado fácil y simplista tomar este relato de la “tempestad calmada” o bien, solo para hablar del poder de Jesús que puede hacer milagros incluso frente a los peores eventos naturales, o bien, para recalcar que nos puede echar una mano en las “tormentas” de cualquier tipo que afectan nuestra vida. No es importante, en este momento, entrar a discutir, desde una mentalidad moderna, si ambas cosas son posibles. Más allá de cuál y cómo fuera el suceso extraordinario que dio origen a este relato, lo que nos importa, es entender la lectura teológica y simbólica que hizo de él la comunidad de Marcos y con qué intención . Desde esa perspectiva, hay varios símbolos fuertes que nos permiten entender el tipo de situaciones a las que lo estaba aplicando Marcos. El primer símbolo , que nos ubica en la situación que estaba afectando la vida de aquella comunidad, lo trae la frase puesta en labios de Jesús: “Pasemos a l

11º domingo t.o.

Lect.: Ezequiel 17,22-24 , II Corintios 5,6-10 ; Marcos 4,26-34 1.      En gran medida creo que podemos decir que los seres humanos actuamos según lo que nos creemos ser. La imagen que tenemos de nosotros mismos, —y, por extensión, de los demás—, determina mucho nuestra acción o inacción. Nuestras petulancias o nuestras inseguridades nos hacen luego “jugar de vivos” , como se dice popularmente en Costa Rica, o, por el contrario, vivir acomplejados o resentidos con todos y con todo. Y quizás, por alguna de estas razones, ser agresivos con los demás, posesivos de los que creemos amar y destructivos de los que nos disgustan. No es lo mismo tener una autoconciencia enfermiza que una sana. 2.      En el texto de este domingo, Marcos nos invita a descubrir en Jesús el tipo de ser humano que cuenta con una conciencia sana, fecunda de sí mismo. Sabemos que cuando Jesús habla del Reinado de Dios, está hablando de sí mismo, de cómo entiende ese espacio o ámbito interior en el q

FIESTA DEL CORPUS CHRISTI

Lecturas: Exodo 24,3-8 Hebreos 9,11-15 Mc14, 12-16 y 22-26 Cuando, de joven, quise aprender a jugar boliche (bolos), el amigo que me ense ñ aba me advirti ó : tienes que aprender a tirar la bola no de cualquier manera, porque si aprendes ahora con defectos o ma ñ as, despu é s te ser á casi imposible corregirte. Una advertencia parecida respecto a la forma de agarrar la raqueta, me hizo a ñ os m á s tarde otro amigo cuando intent é , esta vez sin é xito, aprender a jugar tenis. Disc ú lpenme Uds.   por establecer esas   comparaciones   tan triviales al hablar del tema de hoy. Pienso, a menudo, que cuando uno "aprendi ó mal" o de manera inexacta, lo que significa participar en la Eucarist í a , despu é s de a ñ os se hace tremendamente dif í cil cambiar la costumbre. Y ah í el problema. La gran mayor í a de nosotros adultos crecimos oyendo que "a misa es obligaci ó n ir, y bajo pecado mortal" . Ni siquiera se usaba el t é rmino de "eu