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Mostrando las entradas con la etiqueta alegría

10 domingo t.o. Un puente del bienestar al sufrimiento

Lect.: I Reyes 17, 17-24     Gálatas 1, 11-19 ;Lc 7:11-17 Hace tres años, en este mismo 10º domingo del tiempo ordinario, mi comentario al texto evangélico partió de imaginar, igual que otros autores, cómo, en la puerta de la pequeña ciudad de Naín,   se topaban dos procesiones . Una, que viene entrando, con gran gentío en torno a Jesús, llenos de entusiasmo y esperanzas alrededor del Maestro, por cosas extraordinarias que le han escuchado y le han visto hacer. Y otra que viene saliendo, acompañando a una pobre viuda que va a enterrar a su único hijo, en alguna de las cuevas, al borde del camino que sube a la pequeña ciudad.   Una procesión pletórica de vida que se cruza con otra procesión doblegada por la muerte. Al retomar este domingo las narraciones sobre la vida cotidiana de Jesús, nos encontramos con este escenario de muerte y vida, de dolor y alegría, que marcará toda la existencia terrena de Jesús, igual que marca la de cada uno de nosotros. ...

2º domingo ordinario: Bodas de Caná

Lect. Isaías 62:1-5; I Cor 12:4-11; Juan 2:1-11 Cuando leemos los evangelios, sin ideas prefabricadas y con actitud de verdadera escucha de la palabra de Dios , la lectura no deja de causarnos sorpresas. Por ejemplo, en este texto de Juan, el de las “Bodas de Caná”, de repente descubrimos que no se habla aquí del matrimonio, y caemos enseguida en la cuenta de que en ninguna parte de los cuatro evangelios se pone en labios de Jesús ninguna enseñanza sobre las relaciones matrimoniales, ni sobre la vida en familia, ni sobre la educación de los hijos. Esto nos sorprende más, por contraste con lo que muchos predicadores enseñan como catequesis familiar, supuestamente con base en las enseñanzas de Jesús. Pero, entonces, si en el relato de las bodas de Caná el evangelista no está hablando de temas matrimoniales, ¿de qué esta hablando? ¿Cuál es el mensaje? El propio Juan lo dice al final de la narración: hay que entender el relato como un signo, la primera de las señales que realiza J...

6º domingo de Pascua

Lect.: Hechos 10,25-26.34-35.44-48, I Juan 4,7-10, Juan 15,9-17 1.      Seguimos reflexionando sobre esa realidad que llamamos “resurrección” o “vida nueva” manifestada en Jesús. Hoy Juan pasa de utilizar comparaciones agrícolas —como la vid y los sarmientos— a entrar en directo diciéndonos cómo se entiende el ser humano en una visión evangélica. El cuadro que surge es impactante cuando tratamos de entenderlo en la perspectiva de aquella comunidad. Cierto, es una “llamada al amor” como algo clave para el evangelio. Pero quedarse ahí no tiene tanta novedad ni aclara el énfasis de Jesús. Incluso es insuficiente, aunque importante, verlo como ”, la enseñanza del   “mandamiento único”. Se trata de descubrir algo más: que ese “amor” del que está hablando es la expresión de lo que somos en profundidad . “Permanecer en Dios”, como Jesús permaneció en su Padre y nosotros permanecemos en Él, hace referencia a la comprensión del ser humano, de cada uno de n...

3er domingo de Pascua

Lect.: Hech 3: 13-15. 17-19; 1 Jn 2: 1-5; Lc 24: 35 – 48 1.      Me llama poderosamente la atención el modo como un comentarista titula su reflexión sobre los textos de hoy: “¡Los discípulos han resucitado!” Y, sin duda, los rasgos de ese acontecimiento son los que se destacan en las lecturas pascuales.    Se ve cómo esos pobres y sencillos hombres pasan del miedo a la alegría, cómo se inundan con la paz prometida cómo se les abren sus inteligencias, como entienden ahora las Escrituras, cómo son capaces de pasar de la pasividad religiosa a asumir una misión de anunciar una buena nueva de perdón y reconciliación. En definitiva, se les cambió la vida, pasaron a una vida nueva. 2.      Sin duda que toda esa transformación va ligada a la experiencia de Jesús resucitado, pero la descripción de lo que eso significa escapa a lo que se puede normalmente captar y describir con los sentidos. Si los evangelistas utilizan expresione...

24º domingo tiempo ordinario

24º domingo t.o., 12 septiembre de 2010 Lect.: Éx 32: 7 – 11. 13 – 14; 1 Tim 1: 12 – 17; Lc 15: 1 – 32 1. Se supone que los católicos diferenciamos el “pecado” de otras acciones humanas negativas que llamamos delitos, infracciones, errores, fallas, … Se supone que por siglos los cristianos cuando decimos “pecado” hablamos de una acción que tiene sentido religioso porque se refiere a Dios. Y también por siglos, teólogos, catecismos y pastores se han dedicado a tratar de entender qué es eso del “pecado” por la necesidad que tenemos de entendernos mejor a nosotros mismos y de entender nuestra relación con Dios. Entonces podemos encontrar páginas y escritos donde se nos dice que el pecado es una ofensa a Dios, que es un abuso de la libertad, que es salirse de la ley divina… por mencionar las concepciones más frecuentes. Y en torno a esta idea de pecado, sobre todo la de ofensa a Dios, se ha escrito también sobre la necesidad de pagar por ese pecado, incluso con la sangre de Cristo… En fin,...