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Mostrando las entradas de mayo, 2017

Domingo de la Ascensión: subir a la montaña símbolo de iluminación

Lect.: Hechos 1:1-11;  Efesios 1:17-23;  Mateo 28:16-20 Cuando los evangelistas hablan de resurrección, ascensión y venida del Espíritu Santo —pentecostés—    no están hablando de tres acontecimientos separados , como parecen indicarlo el uso de frases como, “cuarenta días” o cincuenta días. Creencia reforzada por una catequesis tradicional, que no se enraíza lo suficiente en estudios bíblicos. Aunque también, quizás sin quererlo, la celebración litúrgica da lugar a ese error. Esa manera de expresarse la utilizan por razones catequéticas, explicativas pero, en realidad, están hablando de aspectos diversos de un mismo acontecimiento , de una misma experiencia y no de una “crónica” de hechos sucesivos. Es tal la riqueza de esta experiencia pascual que merece la pena irla considerando un poco por separado profundizando en esas importantes dimensiones. Y esto es lo que hacen las narraciones de los evangelistas aunque alguno de ellos hace ver que “ todo ” sucede el mismo día. (Por ejempl

6º domingo de Pascua, Viviendo una realidad nueva (aquí y ahora)

Lect.: Hechos 8:5-8, 14-17; I Pedro 3:15-18; Juan 14:15-21 El domingo pasado comentábamos que, desde la perspectiva cristiana,   no podemos entender el cielo como un lugar. Y menos como un lugar, etéreo, lejano “en las alturas del universo”, en la “otra vida futura.” E insistíamos en que para los cristianos, el “cielo” es, más bien, una realidad nueva, una existencia nueva, la de nuestra realización plena y total, que se da al participar integralmente de la misma vida de Dios . Por eso, también tenemos   que tomar una manera distinta de entender las relaciones entre Dios y nosotros, como algo que sucede plenamente en todos los lugares. Y que empieza “aquí y ahora”, aunque todavía no lo veamos cara a cara. Nuestras propias vidas, nuestros propios corazones son el templo, la “casa” en que reside Dios. No se cuál ha sido la reacción de Uds. ante esa reflexión de hace una semana Ciertamente, puedo entender que si se hace difícil pensar en que el cielo no es un lugar en la vida futu

5º domingo de Pascua: el cielo no es un lugar, ¿entonces?

Lect.: Hechos 6:1-7; I Pedro 2:4-9; Juan 14:1-12 Hace unos siete años se armó un cierto revuelo, al menos entre grupos de católicos conservadores, cuando el entonces obispo de Roma, Benedicto XVI, aclaró que en la Iglesia Católica no creemos que el cielo sea un lugar físico. Unos años antes, un alboroto parecido se había producido al afirmar Juan Pablo II que el infierno no era un lugar. En ambas ocasiones las reacciones, algunas de indignación, corrieron a través de las redes sociales, acompañadas, como lamentablemente suele suceder en esos espacios, por “bajadas de piso” e insultos provenientes, paradójicamente, ¡de quienes se presentaban como “defensores” de la fe tradicional!. Cuando se tiene una lectura literalista de la Biblia, y se ha recibido una catequesis pobre en fundamentación, —como pasó a muchos en generaciones anteriores a la actual—, es comprensible que cualquier explicación con mejores bases bíblicas y mejor reflexión teológica, resulten  como “innovaciones ina

4º domingo de Pascua: Pastores bandidos y "ovejas" despabiladas

Lect.: Hechos 2:14, 36-41; Pedro 2:20-25; Juan 10:1-10 A todos nos encanta este capítulo 10 de Juan. Quizás por la evocación de ternura que nos despierta la imagen tradicional de Jesús como buen pastor encariñado con sus discípulos. No por el aspecto de mansedumbre y sumisión de las ovejas, que atrae muy poco a la mentalidad contemporánea, sobre todo de los jóvenes Pero, sin olvidar este aspecto de este texto, hoy día puede ser muy sugerente y formativo fijar nuestra atención en otros aspectos del relato. El evangelista habla también de los peligros que representan los pastores bandidos, ladrones y salteadores. Así los llama, con palabras bien fuertes, que llaman la atención. Durante mucho tiempo, afortunadamente hace ya décadas, la pelea entre católicos y protestantes llegaba a que recíprocamente se aplicaran esos epítetos. Si eras católico, los pastores bandidos eran los pastores protestantes. Y, al revés, si eras protestante, los salteadores eran los curas y obispos católicos