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Mostrando las entradas de diciembre, 2019

Domingo de Navidad: La Sagrada Familia, primera Familia cristiana migrante

Lect.:   Is 9: 1-3; 5-6  ;  Col 3, 12-21; Mt 2, 13-15. 19-23 Para la auténtica tradición cristiana, la Navidad, con la Pascua y Pentecostés, como parte de esta, son nuestras fiestas centrales. Por eso cada una dura ocho días, una semana, —un “fiestón” diríamos en Costa Rica. Entonces, todavía estamos en Navidad. El problema es quedarse en la superficie de la celebración, en el jolgorio, en todas esas expresiones indudablemente lindas: el portal, los villancicos, los adornos, las luces… A veces, en parte por querer hacer felices a las niñas y niños  nos quedamos en una “ visión de algodón de azúcar ”, descafeinada, de la Navidad sin ir al fondo de su significado. Esto también ha  afectado en la Iglesia la visión de la “sagrada familia”, que recordamos este domingo dentro de la octava de navidad. En este caso, el “ algodón de azúcar ” es una visión idílica de la supuesta casita de Nazaret, el papá un carpintero, el hijo un chiquitín rubio y de ojos azules,  (nada parecido a los

4º domingo de Adviento: Con todos los rasgos de la humanidad

Lect.:  Is  7, 10-14; Rom  1, 1-7; Mt  1, 18-24 Aunque  la “carne”, como condición material, humana, se suele contraponer a “espíritu”, también significa simplemente la condición humana, sin más. Para Pablo, entonces, nacer “de la carne”, de una familia, nacer de una mujer, ( Gal 4: 4)  es lo propio de la humanidad y es algo tan normal para Jesús de Nazaret, como lo es para cualquier persona humana. La tradición cristiana, desde las primeras comunidades, lo expresa recordando los antecedentes de la Navidad ligados a rasgos muy normales y humanos de toda familia : una pareja que se conoce, un compromiso matrimonial que, en esa época equivalía a un contrato, que llamaban “desposorio” y que era lo importante. Luego venía la celebración de la boda, con la acogida e integración de la esposa en la casa familiar o familia ampliada del novio. También, las primeras comunidades, han querido expresar la grandeza y trascendencia del nacimiento de Jesús con símbolos de gran expresividad, com

3er domingo de adviento: Somos seguidores de Jesús, un profeta de esperanza y alegría y no de condenas y amenazas.

Lect.:  Is  35, 1-6a. 10 ; Sant 5, 7-10 ; Mt 11, 2-11 Llevamos un par de semanas tratando de aclararnos si la vida cristiana se construye sobre la base del temor y  de las amenazas o sobre la esperanza y la alegría. La experiencia histórica nos atestigua que, tanto entre católicos, como en protestantes y en modernos neopentecostales, encontramos esas dos líneas de prácticas y doctrinas. Hay quienes, por temperamento, por tradición familiar o educación, tienden a una visión rigorista de lo religioso, apegada a leyes y doctrinas como referentes prioritarios. Otros, más bien, también quizás por el beneficio de experiencias e influencias muy benefactoras, nos hemos sentido tocados por la maravilla de la Buena Noticia, y progresivamente hemos ido tratando de formarnos por sentimientos, por apasionamiento  a partir de la persona de ese Jesús hecho todo para todos.  En este tercer domingo de Adviento lo que se narra de Jesús y de Juan el Bautista nos hace ver cómo este dilema, estas do

2º domingo de Adviento: una esperanza que se construye con gran compromiso

  Is  11, 1-10; Rom  15, 4-9; Mt  3, 1-12 El domingo pasado concluimos con una pregunta que quedó como tarea para la casa: el interrogante sobre si nuestra fe cristiana es fuente de esperanza o solo de temor. Si lo es de esperanza, ¿en qué sentido podemos afirmarlo? Tanto las lecturas de ese domingo, como nuestra experiencia histórica, de la doctrina cristiana que hemos recibido desde pequeños, constatan que ha sido posible leer y enseñar el mensaje cristiano desde una u otra perspectiva: o como mensaje de esperanza que nos hace vivir con alegría porque se nos dice que pese a todos los conflictos que vemos podemos prepara runa sociedad nueva; o, por el contrario, como un discurso de amenaza de que Dios está atento a todas las barbaridades cometidas por la humanidad y prepara ya un castigo. Hoy, Mateo nos ayuda a empezar a aclararnos. Lo hace presentándonos a ese extraño personaje, que conocemos como Juan el Bautista. Extraño, digo, por su apariencia, por haberse ido al desierto a

1er domingo de Adviento: ¿hay razones para tener esperanza hoy?

Lect..:   Is  2, 1-5 ; Rom 13, 11-14a; Mt 24, 37-44 Por diversas razones, no acostumbro mirar lo que prediqué en años anteriores. Pero, de casualidad, caí en la reflexión del 1er domingo de adviento del año pasado y me topé con las palabras con que inicié en esa fecha. Decía que “ Ante una situación como la que vivimos en la actualidad, nacional e internacionalmente, uno puede preguntarse, ¿por dónde se puede encontrar una luz en el túnel?”. Un año después no podemos decir que, al menos en el plano internacional, las cosas estén mucho mejores. En América latina, ya no son solo dos países, Nicaragua y Venezuela, las que están convulsas. Ahora, en estas semanas hemos contemplado con relativa sorpresa la protesta y la violencia haciendo presa de Bolivia, de Chile y de Colombia. Aunque este año en Costa Rica hemos atravesado también situaciones de agudo enfrentamiento, afortunadamente no hemos llegado al nivel  de esos países y se ha dado un cierto margen de diálogo. Entonces, la p