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Mostrando las entradas de octubre, 2008

30o domingo tiempo ordinario

30º domingo t.o., 26 oct. 08 Lect.: Ex 22: 21 – 27; 1 Tes 1: 5c – 10; Mt 22: 34 – 40 1. No sería raro que no hayamos caído en la cuenta de que de este texto evangélico caben diversas lecturas, no solo distintas sino incluso contradictorias. Estamos tan acostumbrados a pensar en el mandamiento del amor como la característica del cristianismo, que quizás no se nos ha ocurrido que uno puede hablar de ese mandamiento fuera del sentido evangélico. Por ejemplo, si leyéramos el texto con la mentalidad judía propia del tiempo anterior a Jesús, estaríamos pensando en un Dios eminentemente judío, no universal. Es decir, un Dios que eligió a Israel como el pueblo predilecto y exclusivo, que lo protege, lo bendice, lo multiplica y lo hace superior a todas las naciones, que acabarán por plegarse al monte Sión, es decir, a Israel. A cambio de eso, este pueblo se compromete a darle culto, a cumplir sus mandatos y a no mezclarse para nada no solo con otros dioses, sino tampoco con los pueblos que

29o domingo tiempo ordinario

29º domingo t.o., 19 oct. 08 Lect.: Is 45: 1. 4 – 6; 1 Tes 1: 1 – 5b; Mt 22: 15 – 21 1. Este texto que acabamos de leer es uno de los peor interpretados del evangelio. Ha servido a través de los siglos para manipular el pensamiento de Jesús pretendiendo que según él se estaría enseñando aquí la separación de dos poderes, el político y el religioso. Aunque no podemos en este momento desarrollar una explicación detallada del tema basten dos argumentos para ver lo incorrecto de esta interpretación. 1º, si la intención del evangelio fuera separar el aspecto político del religioso de igual manera podríamos aplicar esta separación a otros aspectos de la vida humana. Por ejemplo, podríamos decir “Den al arte lo que es del arte, a la ciencia lo que es de la ciencia, a la economía…, a la vida familiar…, a la vida sexual…, etc, y a Dios lo que es de Dios. Con esta interpretación “lo de Dios” quedaría reducido a una hora los domingos, para venir a misa. Sería una enseñanza absurda y contradic

28o domingo tiempo ordinario

28º domingo t.o., 12 octubre 2008, Lect.: Is 25: 6 – 10 a; Flp 4: 12 – 14. 19 – 20; Mt 22: 1 – 14 1. Al leer el evangelio de hoy, prescindiendo de circunstancias muy culturales del momento en que se escribió este texto de Mt, uno podría hacer una interpretación muy radical: los que rechazan la invitación al banquete del Rey, es decir, al Reino de Dios, son los que tienen muchas tierras, muchos negocios, es decir muchas preocupaciones económicas. En un evangelio que Uds. probablemente no conocen, el de Tomás, esta interpretación es claramente más radical. Después del rechazo termina diciendo: “Sal a la calle (y) tráete a todos los que encuentres para que participen en mi festín; los mercaderes y hombres de negocios [no entrarán] en los lugares de mi Padre»” (T 64) . Pareciera ir en la línea que suena extrema del otro texto sobre los ricos y el camello pasando por el ojo de una aguja. Esta lectura evangélica puede resultarnos inaceptable a la mayoría de nosotros. No porque seamos rico

27o domingo tiempo ordinario

27º domingo t.o., 5 oct. 08 Lect.: Is 5: 1 – 7; Flp 4: 6 – 9; Mt 21: 33 – 43 1. Sabemos lo que es el narcisismo, conforme a los mitos romano y griego. Literalmente se puede dar algo de esa coquetería y vanidad mientras somos adolescentes o en adultos que tardan en madurar. Pero hay otra forma en que perdura en todos nosotros el peligro de hacer de nuestra propia imagen el centro de todo. Quizás lo vivamos de manera inconsciente, como si fuera algo natural, y por eso no caemos en la cuenta de lo peligroso que es. Se da cuando vivimos todo en nuestra vida —lo que somos y tenemos— como algo central de lo que somos dueños y como si eso que somos lo conociéramos ya perfectamente. Como si no tuviéramos que aprender y compartir con otros lo que somos, lo que hacemos o dejemos de hacer con nuestras cualidades, nuestras funciones y tareas y nuestras pequeñas o grandes posesiones. En otro estilo literario y con otra intencionalidad distinta de los mitos griegos, la parábola evangélica y el c