--> Lect. Gén 2, 18-24; Hebr 2, 9-11; Mc 10, 2-16 A veces hemos caído en la trampa de leer solo fragmentos de los evangelios, —o de las Escrituras— aprendiéndonos frases sonoras, como si se tratara de las que los calendarios antiguos ponían al pie de cada día, supuestamente para inspirarnos. A falta de estudio serio de las enseñanzas de Jesús, luego utilizábamos la frase como un mantra o como un dogma que enarbolábamos, aunque no entendiéramos por completo su sentido. Eso ha pasado, por ejemplo, con la frase de este capítulo de hoy “ Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. " Suena bien y solemne, de manera que se ha usado para aplicarlo al divorcio contemporáneo, sin pensar que se trata de otra cosa, en un texto ni siquiera de la época de Jesús, sino del libro del Deuteronomio, probablemente del siglo VII a.C, una ley patriarcal, de una sociedad radicalmente distinta de la nuestra, donde existía un completo dominio machista. Sin embargo, en ese marco...
Reflexiones a partir del texto evangélico de la celebración eucarística de cada domingo, considerando su estudio exegético y leído desde algunos de los retos del entorno de nuestra vida actual. Bienvenidos los comentarios.