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Mostrando las entradas de abril, 2015

4º domingo de Pascua

Lect.:       Hechos 4,8-12 ,  I Juan 3,1-2,     Juan 10,11-18 El esfuerzo que hacen las primeras comunidades cristianas por interpretar a Jesús, su mensaje y la nueva experiencia de Dios que este Jesús les comparte, les resulta arduo. No es fácil entender toda la novedad de la vida nueva que se les ofrece. La experiencia de la divinidad en nosotros siempre supera nuestras formas de expresarnos. Por eso los primeros judeo - cristianos tienen que recurrir a imágenes, a símbolos de su vieja tradición bíblica, para comunicar algo de estas nuevas experiencias. Así es como recurren, entre otras, a la imagen simbólica del buen pastor, el pastor rey  que utilizó especialmente el profeta Zacarías. Esta imagen de Jesús como Pastor, a lo largo de la historia, ha sufrido desgastes y modificaciones, sobre todo en dos sentidos: por una parte, se la ha tendido a interpretar como un símbolo de autoridad jerárquica, aplicada a Obispos y sacerdotes; y, por otra, se ha convertido en una especie d

3er domingo de Pascua

Lect.:  Hechos 3,13-15.17-19; I Juan 2,1-5; Lucas 24,35-48 El apóstol Tomás, según el evangelio de Juan, ha pasado a la historia como el ejemplo del cristiano que no avanza en la fe mientras no tiene prueba físicas, materiales de la resurrección. Lo veíamos el domingo pasado. Sin embargo, Tomás no es el único caso que encontramos en el Nuevo Testamento. En el texto de Lc de hoy, si nos fijamos con cuidado, nos topamos con otra comunidad, la lucana, que escribe este evangelio bastantes décadas después de la crucifixión y que representa a otro grupo de cristianos, que provienen del mundo pagano, y que  también se muestran muy necesitados de pensar en manifestaciones físicas de la resurrección . Hablan de haber visto y comido con un Jesús que, por una parte ha sido resucitado pero que, al mismo tiempo, tiene las cualidades del Jesús mortal que había vivido y caminado por los pueblos de Galilea. Por una parte, se constata con la experiencia de los discípulos de Emmaús, que no se t

2º domingo de Pascua

Lect.:  Hechos 4,32-35;   I Juan 5,1-6;  Juan 20,19-31 Si queremos que nuestra vida cristiana sea madura, hay preguntas básicas que nos deberíamos hacer con honestidad Por ejemplo, preguntarnos, ¿Para qué nos reunimos cada domingo en el templo? ¿Para qué hemos celebrado con tanta solemnidad la Semana Santa y ahora prolongamos por cincuenta días la celebración de la Pascua? ¿para qué seguimos, en definitiva,  leyendo una y otra vez los evangelios?  Como si le hubiéramos planteado a él mismo estas preguntas, el autor del evangelio de Juan, nos da hoy una respuesta categórica: "Éstos (signos) se han escrito para que Uds. crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre” . Queda por completo claro lo que el evangelista implica: no se nos dan estos textos, ni venimos a meditarlos al templo,  para que construyamos y aprendamos una serie de doctrinas; ni para que armemos un conjunto de prácticas rituales religiosas; ni siquiera, solamen

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10,34a.37-43; Col 3,1-4; Jn 20,1-9 En este domingo de pascua creo oportuno empezar repitiendo la invitación que nos hizo el papa Francisco: " no nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor sino que  entremos en el misterio , hagamos nuestros sus sentimientos, sus actitudes ”. En lo que se refiere a esta fiesta de hoy, no nos quedemos en conmemorar lo que sucedió a Jesús después de su muerte. Abramos nuestra mente, más bien, para entender lo que ese misterio de la pascua implica para nosotros.  Pablo, en la 2a lectura nos ayuda en ese esfuerzo, diciéndonos en qué consiste para nosotros la experiencia de la resurrección.  No nos deja lugar a dudas. Con claridad y contundencia afirma:   Ya hemos resucitado con Cristo,  buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Ya hemos muerto, y nuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Es un primer anuncio de lo que se trata

Para ir más allá de la conmemoración en las celebraciones de la Semana Santa.

El Papa Francisco nos invitaba hace pocos días a que " no nos limitemos a conmemorar la pasión del Señor sino que  entremos en el misterio , hagamos nuestros sus sentimientos, sus actitudes ”. Una invitación difícil de cumplir, primero, porque el peso de las costumbres y prácticas tradicionales es muy fuerte y está marcado por el carácter “conmemorativo”, incluso de recreación histórica literalista de los acontecimientos de la Pasión de Jesús. En segundo lugar, en la época actual, y ya por bastantes décadas, el intento de “entrar en el misterio” está dominado por una sola lectura teológica, increíblemente extendida y popularizada: la lectura del  carácter “expiatorio” de los sufrimientos y muerte de Jesús . Es decir, por esa lectura que interpreta esos acontecimientos como una muerte “por nuestros pecados”, “para pagar la deuda de Adán”, “para salvarnos” y “satisfacer las exigencias de justicia de Dios”. Por más que a muchos creyentes les choque esa imagen de Dios, semejante a