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Mostrando las entradas de agosto, 2012

21º domingo t.o., 26 de ago. de 12

Lect.: Josué 24, 1-2a. 15-17.18b, Efesios 5, 21 – 32, Juan 6, 60-69 Hoy se termina este paréntesis de cinco domingos en los que el discurso y debate sobre Jesús como “pan”, que proporciona Juan, completó la lectura de Marcos que corresponde este año. Hay un par de rasgos que llaman la atención sobre el cierre de esta reflexión. Lo primero es que, cuando Jesús  concluye lo que para nosotros, siglos después, resulta un mensaje  luminoso, en muchos de sus discípulos en ese momento solo provoca crítica y reacción negativa , por considerarlo un “mensaje duro”. En un contexto como en el que se escribe el evangelio de Juan, de enfrentamiento con los judíos, sorprende que los que se oponen al mensaje de Jesús provengan de sus propios discípulos y no de los adversarios.  Las palabras del Maestro no suavizan para nada la tensión que se produce, al recalcarles que muchos de ellos no creen . Luego, el evangelista constata que “ muchos discípulos suyos se echaron atrás y no

20º domingo t.o., 19 de agosto de 2012

Lect.: Prov. 9: 1 – 6; Ef 5: 15 – 20; Jn 6: 51 – 58 En la famosa novela de ciencia ficción, de Robert Heinlein, “Extraño en tierra extraña” (1961), los marcianos han desarrollado una extraordinaria capacidad de conocimiento por la cual, una persona al conocer a otro puede convertirse en parte suya. Pierde en cierta forma su identidad individual, y se funde, se integra con  el otro. El verbo que expresa esa acción, inventado por el autor, es cercano para ellos a “comer” y “beber”, en cuanto es una función de asimilación mutua. Y es la forma más elevada de relación entre ellos, empática e intuitiva de mutuo enriquecimiento. Por supuesto, para la población terrestre esta “facultad marciana” resulta tan rara e incomprensible como para un ciego de nacimiento los colores. Sobre todo para una sociedad individualista, consumista y altamente mercantilizada como la que se autoimpulsa aún más a partir de la segunda parte del siglo XX. El evangelio de Juan no es “ciencia

19º domingo t.o., 12 de ago. de 12

Lect.:  I Reyes 19,4-8; Efesios 4,30-5,2; Juan 6,41-51 Esta “excursión” que ha hecho la liturgia desde el evangelio de Marcos al de Juan a pesar de venir de un contexto polémico ajeno a nuestros días, puede ofrecer detalles interesantes. Pasar del episodio de la multiplicación de los panes al tema de llamar “pan” a Jesús se ubica en el ambiente de discusión de la época entre judíos tradicionales y el nuevo grupo de cristianos. Para aquellos el “pan”, la fuente de vida espiritual, era la Ley guardada en el Santuario del Templo, administrada por sacerdotes, interpretada por especialistas. Para los cristianos de la comunidad de Juan, en cambio, la fuente de vida, el pan, el agua, la luz, el camino, se había “salido del espacio sagrado” y se presentaba en una forma tan humana, tan ordinaria, tan cercana —en la forma de vida de un vecino, Jesús, a cuyos padres todos conocían—, que  no parecía creíble como manifestación de Dios. Nada que ver con el poder, la majestuosidad del Templo

18º domingo t.o., 5 de ago. de 12

Lect.: Éx 16, 2-15; Ef 4, 17-24; Jn 6: 24-35 Las Olimpíadas son una maravillosa celebración de la vida, de las potencialidades corporales del ser humano, “más rápido, más alto, más fuerte”. Son una fiesta de hermosa competencia de superación física y mental. Y muestran, particularmente, las exigencias de entrenamiento, de disciplina y de muy alto nivel de salud y alimentación en todos los participantes. Cada uno de los atletas exhibe los resultados de un gran cuidado de años para el óptimo funcionamiento de su cuerpo.   Exhibe en alto grado, lo que en mínimos esenciales debería ser el ideal de salud física para todos los seres humanos. Por eso, además del disfrute, del carácter festivo y de su contribución al bienestar general, las Olimpiadas son el escenario perfecto en esta sociedad y economía actuales para pensar, por contraste, en los millones de personas que ni remotamente se acercan a esos mínimos esenciales. No se trata de aguar la fiesta, sino de asumir la respon