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Mostrando las entradas de marzo, 2022

4º domingo de cuaresma: UN PADRE Y SUS DOS HIJOS

 Lect.: Jos 5: 9 a. 10 – 12; 2 Cor 5: 17 – 21; Lc 15: 1 -3. 11 – 32  Esta parábola que cuenta Jesús, —la más larga de los evangelios— da para innumerables reflexiones. Parece clara y transparente en los mensajes que transmite, y que no hay lugar para equivocarse al captar su sentido. A pesar de eso, la tradición misma que nosotros aprendimos empieza por darle un nombre que puede confundir: “del hijo pródigo”. Confunde, porque ni el hijo menor es el personaje principal, ni el despilfarro que hace de sus bienes es comparable al derroche que hace el Padre, representando la generosidad del amor de Dios, que es el elemento central de la historieta. Incluso hay quienes comentan que más que la figura de un padre, según lo que estamos acostumbrados, ese comportamiento que simboliza el de Dios es el de una madre. Recordemos que esta parábola y las otras del capítulo 15 de Lc se las cuenta Jesús a fariseos y a letrados que lo critican por comer en la mesa de pecadores y Jesús para argumentarles

3er domingo de Cuaresma: EL MOTOR DEL DESARROLLO DE NUESTRA VIDA HUMANA

Lect.: Ex 3, 1-8.13-15; 1 Co 10, 1-6.10-12   ; Lc 13, 1-9 En el pasaje de hoy Lucas recoge una conversación entre Jesús y algunos hombres que fueron a verlo, impactados por un doble crimen cometido por orden del mismo Procurador Romano, Poncio Pilato. Éste había mandado matar a unos galileos, —no se dice la razón—, pero, además, el asesinato lo habían realizado mientras los galileos ofrecían sacrificios en el Templo. Aunque el evangelista no da muchos detalles, se da a entender que semejante suceso  había generado en el pueblo mucha preocupación y comentarios con diversas interpretaciones. Entre otras se ve que había surgido  la pregunta, frecuente a nivel religioso popular entonces  y ahora, de si un crimen tan espantoso no sería “castigo de Dios”. Jesús, dando otros ejemplos de la época, excluye esa interpretación. Quiere dejar claro que no hay que identificar tragedias que ocurren con intervenciones divinas y menos, como castigos. Pero, más importante aún, a Jesús le interesa ap

2º domingo de cuaresma: Manifestando la gloria de nuestra naturaleza humana

  Lect.:  Génesis 15:5-12, 17-18; Filipenses 3:17--4:1 ;  Lucas 9:28-36 En domingos anteriores las lecturas de Lucas han venido ayudándonos a explorar nuestra propia naturaleza, para perder el miedo al mal, para superar la idea un tanto mágica de que nos movemos en un mundo amenazados por enemigos malos o incluso infiltrados por demonios fantásticos que nos inducen al mal.    El evangelista nos hace ver que es en nuestro interior, en el ámbito de nuestra vida personal donde se hallan las tendencias en pugna, a la destrucción y a la construcción, y así nos ayuda a ponerle nombre al enemigo, a darle la cara y, por eso, a abrirnos la posibilidad de ponerlo bajo nuestro control. Esta revelación de lo que somos como humanos, nos libera de miedos de estar sometidos a fuerzas extrañas y superiores, y nos libera también de actitudes   discriminatorias de otras personas que cometen actos destructivos. Nos descubrimos, —un tanto misteriosamente, eso sí,— formando parte de una comunidad de pecado

1er Domingo de Cuaresma: Opción por el camino del Hijo del Hombre

Lect.:   Dt 26, 4-10 ;  Rm 10, 8-13   ; Lc 4, 1-13  Viendo en la TV alemana las noticias de este domingo sobre la guerra en Ucrania, me conmovieron, especialmente dos. La primera, los bebés recién nacidos en el sótano del hospital de maternidad de Kiev, mientras afuera continúa el bombardeo ruso. Una de las madres narra momentos terribles que han pasado. La alarma aérea sonó y vio a una de ellas que recién acaba de ser operada de cesárea, sangrando mientras bajaba al refugio. También me conmovió escuchar a una de las madres que respondía  al entrevistador: “Por supuesto que estaba preocupada. Pero me tranquilizaba pensar que estábamos en un lugar sagrado, el hospital; y que también Ucrania es un país sagrado y la Virgen María nos protege.” Esta mezcla de esperanza en el dolor, estos pequeños niños que vienen al mundo al tiempo que su futuro es incierto; esa convicción religiosa de que aunque las ciudades y las casas de sus familias se derrumben, de una manera que no se ve con claridad,