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Mostrando las entradas de mayo, 2013

Fiesta de la Stma. Trinidad 2013

Prov 8:22-31; Rom. 5:1-5; Jn 16:12-15 Todas estas semanas hemos visto que los primeros disc í pulos, despu é s de la Pascua, no se pon í an a hacer doctrinas, grandes reflexiones intelectuales, teol ó gicas sobre la resurrecci ó n. M á s que todo, lo que compart í an era su experiencia del resucitado en sus vidas, y en esa experiencia de Jes ú s la experiencia de Dios. Dicho de otra manera, viv í an a Dios, as í como viv í an la resurrecci ó n de Jes ú s viviendo como resucitados. No trataban de ponerse a analizar qu é es Dios, o c ó mo es, porque, como ellos eran muy conscientes en la tradici ó n jud í a, a Dios no se le pod í a conocer, ni representar no solo con im á genes, sino tampoco con conceptos. Dios no puede expresarse ni como un objeto, ni como un ser humano u otro, porque si lo concibi é ramos as í de limitado, ya no estar í amos hablando de Dios. Los disc í pulos hablan entonces de su experiencia de Dios, de c ó mo lo viv í an. Pero, ¿ qu é

Pentecostés 2013

Lect.:  Hechos 2:1 - 11;    I Cor 12,3b-7.12-13; Juan 20,19-23 Terminábamos nuestra meditación de seis semanas de Pascua diciendo que se nos estaba haciendo una invitación a que, con plena confianza, dejemos manifestarse en cada uno,  la experiencia íntima de vida plena, de Jesús resucitado,  es la invitación a dejar que cada momento de nuestra vida cotidiana pueda ser vivido como vida de resucitados. Lo que llamamos en la tradición cristiana "Pentecostés", es la proclamación  de lo que es esa nueva realidad de resurrección de la que todos participamos. Lo que proclaman los evangelistas y los primeros discípulos es nuestro enraizamiento, de cada uno y de toda la creación, en una sola y misma fuente de vida y del ser, el Espíritu de Dios. En él todos y todo compartimos una sola y única realidad, integramos una sola unidad, aun cuando esta se manifieste en una maravillosa pluralidad de seres e individuos. Experimentar esta realidad es el principal fruto

Ascensión del Señor

Lect.  Hech 1, 1-11    Ef 1, 17-23;   Lc 24, 46-53 Por la manera como hemos venido comentando los textos evangélicos, creo que todos vamos cayendo en la cuenta de que una cosa  es la experiencia  espiritual que vivieron los primeros discípulos, y otra, la forma en que expresan esa experiencia . Una cosa es experimentarse participando en la resurrección de Cristo y otra, la manera como pueden transmitir esa experiencia de resurrección. La manera de expresarse está siempre limitada por la mentalidad de la época y, más aún, por lo trascendente de esa realidad experimentada. Esto sucede también en lo que los cristianos hemos llamado la "ascensión" del Señor. En realidad se trata de afirmar que tras el recorrido de nuestra existencia histórica  como decía Pablo en la carta a los Colosenses, "nuestra vida está con Cristo escondida en Dios". Lo está ya definitivamente . Eso es lo que transmite esa idea de la "ascensión". Pero, claro,

6º domingo de Pascua

Lect.: Hechos 15, 1-2. 22-29; Apoc 21, 10-14. 22-23; Jn 14, 23-29 Para las comunidades cristianas reunidas en torno al evangelista Juan, Jesús no era simplemente un líder al cual seguir, ni un maestro del cual aprender. Mucho más que eso, era una ventana abierta —“la puerta”— al descubrimiento de lo que somos los seres humanos y, a través de ello, al descubrimiento de Dios . Se trata no de un descubrimiento teórico, sino de compartir, en la vida de cada uno, la misma  experiencia íntima de Jesús resucitado . Resucitar con Jesús, como decíamos hace una semana, fue para ellos descubrir que su ser auténtico los llevaba a la práctica del amor desinteresado, a la superación del egocentramiento, el descubrimiento de que cada uno de nosotros no es un ser aislado, sino que está imbricado con los demás, ... En el texto de hoy, el evangelista nos hace ver con más claridad la raíz de esta nueva manera de experimentarse y que es la raíz de donde brota la pr