Prov 8:22-31; Rom. 5:1-5; Jn
16:12-15
- Todas estas semanas hemos visto que los primeros discípulos, después de la Pascua, no se ponían a hacer doctrinas, grandes reflexiones intelectuales, teológicas sobre la resurrección. Más que todo, lo que compartían era su experiencia del resucitado en sus vidas, y en esa experiencia de Jesús la experiencia de Dios. Dicho de otra manera, vivían a Dios, así como vivían la resurrección de Jesús viviendo como resucitados. No trataban de ponerse a analizar qué es Dios, o cómo es, porque, como ellos eran muy conscientes en la tradición judía, a Dios no se le podía conocer, ni representar no solo con imágenes, sino tampoco con conceptos. Dios no puede expresarse ni como un objeto, ni como un ser humano u otro, porque si lo concibiéramos así de limitado, ya no estaríamos hablando de Dios.
- Los discípulos hablan entonces de su experiencia de Dios, de cómo lo vivían. Pero, ¿ qué queremos decir cuando decimos que los discípulos "vivían" a Dios? Quizás una de los textos más elocuentes del NT sobre esta experiencia sea aquel de la predicación de Pablo, cuando dice, Hechos 17:21-29. “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres”.
- A pesar de estas palabras tan contundentes, luego vinieron esfuerzos de pensadores por hacer más comprensible para su época el misterio de Dios, y vino eso de hablar, por ejemplo, de la stma. Trinidad y las formas de representarla que conocemos. esos esfuerzos de reflexión pueden distraernos de lo fundamental: vivir a Dios. En todo caso, para entender la relación de esa vivencia con esa expresión trinitaria me gusta la manera como lo expresa un predicador dominico que leo a menudo. Dice así: Lo que experimentaron los primeros cristianos es que Dios podía ser a la vez y sin contradicción: Dios que está por encima de nosotros (Padre); Dios que se hace uno de nosotros (Hijo); Dios que se identifica con cada uno de nosotros (Espíritu), o Dios que nos mueve e impulsa desde dentro. O también, es inspiradora la frase de un gran espiritual francés del siglo XX, que decía "hay en mí una realidad que no puede separarse de mí, pero es infinitamente superior a mí, que me trasciende. Y a ese lo llamo Dios."
- Así como los primeros discípulos experimentaron en la vivencia del amor que estaban participando de la vida del resucitado, igualmente en la experiencia del amor experimentaban la presencia de Dios. Por eso Juan insiste en que Dios es amor y en que sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Es decir sabemos que hemos resucitado, que estamos en Dios, por nuestra práctica de amor. En esta fiesta, este domingo, nos comprometemos a seguir abiertos a esa práctica de mor que el Espíritu impulsa en nosotros.Ω
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