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Mostrando las entradas de enero, 2020

3er domingo t.o.: Una gran luz en medio de tinieblas

Lect.:   Is  8, 23b-9, 3 ; 1  Cor  1, 10-13.  17 ;  Mt  4, 12-23 1.     Volver siempre a los evangelios es clave para quienes en pleno siglo XXI queremos ser discípulos de Jesús o para quienes están interesados en conocer la persona y el mensaje de Jesús sin distorsiones, sin añadidos que han surgido a lo largo de veintiún siglos de historia. Pero acercarse a ese Jesús que nos entregan en sus vivencias transcritas las primeras comunidades no nos libra de la exigencia de reflexionar y de plantearnos preguntas honestas y muy personales sobre esos mismos escritos y sobre lo que significan hoy para nosotros. Este domingo, por ejemplo, nos da la  oportunidad de descubrir rasgos de Jesús que, a veces, no tenemos en cuenta  a la hora de definir cómo debe ser una iglesia cristiana, una comunidad de discípulos y nuestra propia vida cotidiana marcada por el evangelio. 2.     Un primer rasgo se nos dibuja cuando expresamos una pregunta que nos surge muy normal:  ¿cuándo empezó Jesús su

2º domingo del t.o. transformación social y transformación personal

Lect.: Is  49, 3. 5-6; 1 Cor 1, 1-3; Jn 1, 29-34 Existe una gran riqueza en contar con diversos relatos evangélicos, incluso de un mismo hecho. Eso nos permite reafirmar, por una parte, lo que ya sabemos: que los evangelios no son una crónica histórica que pretende relatar la biografía de Jesús sino, más bien, la transmisión de las experiencias de la vida de Dios que tuvieron las diferentes comunidades de discípulos de Jesús durante los primeros dos siglos . Y esas experiencias están condicionadas por sus diferentes necesidades, por sus diferencias culturales, que les llevan a enfatizar unos aspectos más que otros en sus recuerdos de la vida de Jesús . Así, por ejemplo, cuando en este domingo leemos un relato narrado por Juan el evangelista,   sobre el testimonio que dio el Bautista cuando conoció a Jesús, nos transmite un mensaje que no coincide, aunque no contradice, pero más bien complementa el relato que nos contaba Mateo en el texto que leímos el domingo pasado. A

Bautizo de Jesús, conciencia de una nueva misión

Lect.:     Is  42, 1-4. 6-7 ; Hch  10, 34-38  ; Mt 3, 13-17 Estoy convencido de que cuando uno lee los evangelios, sin tomar en cuenta el marco histórico de los hechos que ahí se narran, existe un gran riesgo de perder el sentido de la Palabra y de dejarse llevar por la imaginación, la doctrina posterior o, a veces, el sentimentalismo. Como, también, cuando uno los lee sin tomar en cuenta su género literario, —si son historietas, poesía, relatos metafóricos u otros—, es fácil caer en fundamentalismos. Y esto puede pasar, en concreto, con este relato del bautismo de Jesús que nos transmite Mateo. Lo lógico sería preguntarse, de antemano, quién era este Juan Bautista, por qué está en el desierto, por qué le siguen muchos hasta ahí, por qué ha escogido bautizar, sumergiendo en las aguas del río Jordán, en vez de escoger cualquier otro riachuelo más cercano… Y, en fin, si cuando se habla del “bautismo” el evangelista Mateo está hablando como lo hacemos hoy día los católicos, refe

Epifanía del Señor: otra metáfora narrativa de la Navidad

Epifanía del Señor Lect.: Is  60, 1-6; Ef  3, 2-3a. 5-6; Mt  2, 1-12 Lo hemos dicho muchas veces aquí: la realidad de las personas, las cosas y las situaciones es muy rica y multidimensional. Por eso no todo se puede conocer o transmitir mediante explicaciones conceptuales. Especialmente lo referente al ser humano profundo o a los mejores sentimientos, los razonamientos, las explicaciones, los análisis se quedan cortos para transmitirlos. En esos casos, una de las formas de conocimiento y comunicación más ricas que pueden revelar realidades profundas, son los simbolismos, las metáforas y, como una forma de lenguaje metafórico, las parábolas . Aunque no sean narraciones históricas, los relatos simbólicos y parabólicos pueden ser verdaderos, transmitir grandes verdades, aunque hay que aprender a leerlos para quitar lo accidental, los excesivos adornos. Hay que aprender a leer estos tipos de lenguaje simbólico como hay que aprender a leer el lenguaje conceptual. De hecho, Jesús