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Mostrando las entradas de agosto, 2013

21º domingo t.o.

Lect.: Isaías 66, 18-21; Hebreos 12, 5-7. 11-13; Lucas 13, 22-30 Cuando tomamos en la mano lecturas de la Biblia buscando inspiración, muchas veces olvidamos que estamos dialogando con textos de hace 21 siglos, de una región lejana, con una cultura muy distinta de la nuestra actual, aquí en Costa Rica. Y nos fallan entonces los anteojos para captar el sentido incluso de conceptos que nos hemos acostumbrado a usar en nuestro lenguaje diario. Tal es el caso del concepto de "salvación". Alguien, en la multitud, le pregunta a Jesús, "¿serán pocos los que se salven?"   Reflexionemos un momento lo que querría decir un judío de la época con esta pregunta. ¿En qué estaba pensando? Una de las cosas que probablemente tenía en mente es un cuadro parecido al que nos pinta la lectura de Isaías que escuchamos hace unos momentos. Está hablando de un futuro glorioso para Israel en el que se volverán a reunir los judíos que se habían dispersado por otras na

20º domingo t.o.

Lect.: Jer 38: 4 – 6. 8 – 10; Hebr 12: 1 – 4; Lc 19: 49 - 53 Cuando don Pepe , hace muchos años, acuñó aquella frase que decía que "los ticos somos un pueblo domesticado", entiendo que se refería a algunas de nuestros peores rasgos: pasividad excesiva ante problemas que nos aquejan, acallar una capacidad crítica que puede ser constructiva y tendencia a agachar las orejas y a dejarse llevar por el poder político y el del dinero. Se me vino a la memoria esta frase del expresidente al interpretar que Lc en este texto de hoy con palabras de Jesús, nos advierte a todos, cristianos de a pie, ante el peligro de vivir como una "iglesia domesticada". Con las imágenes de hoy Lc se trae abajo distorsiones cómodas fabricadas a lo largo del tiempo. Así, por ejemplo, un Jesús, profeta de Nazaret , que reconoce que su mensaje provoca divisiones y enfrentamientos incluso en el seno de las relaciones familiares, es un Jesús en nada parecido al de las esta

19º domingo t.o.

Lect.: Sab 18, 6-9; Hebr  2: 1-2. 8-19; Lc 12, 32-48 Con la parábola del domingo pasado, la del rico "insensato", Lc quería que nos quedara claro que la mayor riqueza que tiene cada uno de nosotros es nuestra propia vida .   Esa riqueza única  es la que debemos valorar y hacer crecer . Es el mayor don recibido que hacemos florecer, decíamos, alimentándola con nuestra actitud de hijos agradecidos por ese don, con nuestros comportamientos fraternos con todos los hermanos y hermanas, y con nuestras iniciativas de ser padres / madres, no solo biológicos sino generadores espirituales de otros semejantes para que sean también plenamente humanos. Esa realidad maravillosa es ya el mismo Reino, es decir, nuestra vida en encuentro con Dios , existencia que ya él mismo nos ha dado, como lo dice hoy el comienzo del texto evangélico, y que está ya presente en nosotros y no en el exterior, ni en un futuro lejano. De lo que se trata es de caer en la

18º domingo t.o.

Lect.: : Ecles 1, 2; 2, 21-23; : Col 3, 1-5. 9-11;  Lc 12, 13-21 Un renombrado economista norteamericano actual, escribe en su último libro lo siguiente:   "El 1 % de la población [estadounidense ] disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida, pero hay una cosa que su dinero no puede comprar: la comprensión de que su destino esta ligado a cómo vive el otro 99 %. A lo largo de la historia esto es algo que esa minoría solo ha logrado entender… cuando ya era demasiado tarde" (Stiglitz, El precio de la desigualdad, introducción) . Esa trágica polarización y brecha que divide radicalmente a los EE.UU., y que uno, desde aquí, no se puede imaginar, no es todavía la situación de Costa Rica, pero la tendencia de la economía en nuestro país lleva, desgraciadamente, el mismo camino . La desigualdad, durante los últimos quince años va profundizándose, dejando aquella sociedad de "hermaniticos" demo