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Mostrando las entradas de septiembre, 2008

26o domingo tiempo ordinario

26º domingo t.o., 28 sep. 08 Lect.: Ez 18: 25 – 28; Flp 2: 1 – 11; Mt 21: 28 – 32 1. La aparente paradoja del texto evangélico de hoy en realidad refleja una frecuente actitud humana que se produce también en el camino espiritual. Nuestra vida diaria está llena de promesas. Nos prometemos a nosotros mismos cumplir con determinado ritmo de trabajo, abstenernos de ciertos comportamientos inadecuados, realizar acciones de gran utilidad para nuestra familia o para otros. Prometemos a los demás cosas parecidas. No digamos ya si tenemos un cargo político, empresarial, religioso o simplemente nuestro rol familiar. Prometemos ir, hacer, decir, cumplir… Y demasiadas veces todo se queda en el nivel de las promesas. ¿Por qué nos sucede esto? No basta decir que porque somos humanos y débiles. Esa afirmación tan general explicaría más la actitud actitud inicial del primero de los hijos del relato de hoy: no quiero ir a trabajar en la viña, me da pereza, exige mucho esfuerzo, mi padre no me paga…

25o domingo tiempo ordinario

25º domingo t.o., 21 sep. 08 Lect.: Is 55: 6 – 9; Flp 1: 20 c – 24. 27 a; Mt 20: 1 – 16 1. La mayoría de nosotros crecimos con una idea bastante simplificada de lo que consiste el ser cristianos. Se trataba —pensábamos— en cumplir con una moral representada en los 10 mandamientos, en aceptar una serie de dogmas sobre Dios, —la Trinidad, la divinidad de Cristo,…— en aceptar que ese Dios nos protege y nos ayuda con la Iglesia, sus ministros, sacramentos y la mediación de la Virgen y los santos a cumplir con esa moral y a superar los peligros de este mundo y así, con todo esto, a tener la esperanza en una recompensa en el más allá. Creo que así también nos ven otros desde fuera del cristianismo. Es un cuadro bastante simple que, al menos en lo moral, no se diferencia mucho de las demás religiones e incluso de la práctica ética de “los paganos”, como dice el mismo evangelio. Apenas consistiría en agregar a ese comportamiento moral unas cuantas creencias propias. Pero si ser cristiano se

24o domingo t.o. Fiesta de la Exaltación de la Cruz

Fiesta de la Exaltación de la Cruz, 14 sep. 08 Num 21;4b – 9; Flp 2: 6 – 11; Sal 77; Jn 3: 13 – 17 1. En más de una ocasión hechos o situaciones nos mueven a preguntarnos por qué somos cristianos, por qué soy yo cristiano. A algunos muchachos les golpea pensar, por primera vez, que quizás lo son por un accidente de nacimiento. De haber nacido en China, o en la India, otras serían las probabilidades. Pero ya que nacimos aquí, la pregunta del por qué sigue siento relevante. ¿Por tradición, herencia o rutina? Uds. me dirán que lo ideal es serlo por convicción, pero ¿convicción de qué? ¿De que Jesús es un gran maestro de moral y que siguiendo sus enseñanzas viviremos correctamente? ¿O que Jesús nos ofrece apoyo, protección, seguridad en esta vida y en la otra? O tal vez, conectado con eso pero yendo un poco más allá, convicción de que Jesús es el único que nos da un camino para salvarnos, para no ir al infierno? ¿Por qué razón profunda, en definitiva, somos creyentes cristianos? 2. E

23o domingo tiempo ordinario

23º domingo t.o. 7 sep. 08 Lact.: Ez 33: 7 – 9; Rom 13: 8 10; Mt 18: 15 – 20 Amigos y amigas: Este domingo no me tocó predicar, por lo que no elaboré una homilía, como de costumbre. Además Amando no se encuentra y no tuve la habitual meditación comunitaria. Sin embargo, me parece interesante compartir con Uds. algunos temas de reflexión a partir, sobre todo, del texto del evangelio de Mateo que corresponde a este domingo. 1. El tema es del perdón, en relación al famoso “hasta 70 veces 7”. Leyendo en particular a un teólogo australiano que leemos habitualmente en nuestras meditaciones dominicales, varias cosas importantes quedan sugeridas, quizás releídas por mí con lo que ya constituye nuestro “marco de espiritualidad”. a. La primera es que el tema del perdón en última y más profunda instancia hay que plantearlo en el campo de la gracia. b. En la espiritualidad del evangelio el perdón recibido de Dios o motivado por él, no puede plantearse en términos cuantitativos. Cierto q