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Mostrando las entradas de enero, 2012

4º domingo t.o.

Lect.:  Dt 18:15-20; 1 Cor 7:32-35; Mc 4:21-30 1.     Dos amigos acaban de morir de cáncer en estos últimos días. Uno de ellos, después de batallar algo más de un año con un tumor en el cerebro, le decía, en diferentes momentos, a los que lo rodeaban:   “El tiempo de la enfermedad ha sido una escuela donde hemos ido aprendiendo las últimas lecciones de la vida.” ; “No tengo pena por lo que no he hecho. Otros lo harán.” “En la enfermedad soy consciente de que el Señor me acompaña, aunque con mucho silencio. Sé que Él está ahí. Así que vosotros tranquilos, tranquilos…” Admirable, ¿verdad?, Esto es hablar con autoridad. No se dice esto si no sale desde muy adentro., desde esa experiencia humana profunda, donde uno se encuentra con Dios. Dice hoy Mc que Jesús enseñaba con autoridad y no como los letrados. No se trata de decir con esto que no tienen valor los libros, o lo que se aprende en la escuela. Lo que se quiere decir es que en las cosas trascendentes para la propia vida, Je

3er domingo t.o.

1.    El domingo pasado veíamos a unos discípulos del Bautista preguntando a Jesús "dónde vive", es decir, interesados en saber cómo vivía, cómo es esa vida espiritual de  Jesús, cómo es esa experiencia de Dios que tiene Jesús que  hizo a Jesús ser como era. Y vimos también que Jesús les hace ver que no hay otra forma  de descubrirlo que experimentando por sí mismos lo que él vivía y experimentaba . No mediante libros, doctrinas o intermediarios, sino mediante la experiencia personal . Pero, podemos preguntarnos, ¿Experiencia de qué? De la vida de Jesús, sí, pero ¿Cómo tener esa experiencia? 2.    A lo largo de la historia los cristianos han dado diversas respuestas a ese interrogante. Hay dos especialmente frecuentes . Una, es pensar que para experimentar la vida de Jesús hay que huir del mundo , buscando un lugar apartado para que ahí, libres de todas las preocupaciones del mundo material, Dios se les manifieste. Otra consiste en pensar que como seres hum

2º domingo t.o.

Lecturas: I Samuel 3, 3b-10.19; 1 Corintios 6, 13c-15a.17-20; Juan 1, 35-42 1.    Como de costumbre, lo que llamamos domingos del tiempo ordinario, no celebran ningún evento especial. Simplemente la liturgia nos ayuda a meditar sobre nuestra caminata humana, cristiana , acompañados por la meditación de la propia caminata de Jesús, - este año, según la narración de Mc y algunos textos de Jn. 2.    Pero si nos ponemos a reflexionar sobre nuestra caminada, el texto de hoy empieza con una pregunta clave , la que hace Jesús a los dos discípulos del Bautista que se ponen a seguirlo: "¿Qué buscan?" es la pregunta respetuosa, inteligente, indispensable . No se trata de seguir a Jesús por curiosidad, por rutina, por tradición católica o "por hacer pelota", porque la mayoría va por ahí. Por eso Jesús no se entusiasma porque empieza a tener seguidores. No es lo que le interesa. Le preocupa más que quienes le siguen lo hagan de manera consciente y libre, porqu

Fiesta de Epifanía (y del Bautismo de Jesús)

Fiesta de Epifanía Lect.: Is 60: 1-6; Ef 3:2-3 a.5-6; Mt 2:1-12 1.    Las figuras de los Magos de Oriente, como los pone el evangelista y como los decora la leyenda posterior, son un gran símbolo de la universalidad del mensaje de Jesús. Es decir, que la Buena Noticia (evangelio), se refiere a todos los seres humanos. Y esa Buena Noticia, la expresa el relato de esa otra fiesta que tradicionalmente se celebraba también estos días, el bautismo de Jesús. En ese episodio se subraya que Jesús, viviendo su condición humana en profundidad, experimenta la presencia del Espíritu de Dios. Esa es la buena noticia acerca de la condición humana de todos sin excepción. 2.    Por debilidad de nuestro entendimiento y por nuestros  intereses particulares, hemos distorsionado esa idea de universalidad. A menudo hemos asimilado formas de vivir lo religioso, españolas, italianas, alemanas u otras, como si fueran las únicas, de validez universal. Ya pasó en el siglo XVI cuando los con

Fiesta de Año Nuevo

Lect.: Núm. 6:22-27; Gal 4:4-7; Lc 2:16-21 1.    ¿Por qué nos felicitamos el año nuevo? Pregunta sencilla que puede parecer incluso tonta. Pero no lo es. No puede ser que nos felicitemos porque nos estamos haciendo más viejos, aunque sí por haber llegado vivos hasta este momento. Tampoco creo que hablemos de un año nuevo feliz, porque estemos convencidos de que en 2012 se van a acabarlos problemas que nos agobian: a nivel internacional la crisis generada por el sector financiero; la violencia del narco y la corrupción de las mafias; el alto desempleo y los recortes en salarios y pensiones... O, a nivel local, la inseguridad, la violencia doméstica, la desigualdad creciente y la pobreza... Seríamos soñadores irrealistas si pensáramos que el 2012 va ser más feliz porque todos esos y otros problemas serios van a desaparecer mágicamente, como  con un clic del ratón de la computadora. 2.    ¿Qué es entonces lo "nuevo" que nos estamos deseando, de manera realista