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Mostrando las entradas de noviembre, 2009

1er domingo de Adviento

1er domingo de Adviento, 29 nov. 09 Lect.: Jer 33: 14 – 16; 1 Tes 3: 12 – 4: 2; Lc 21: 25 – 28 1. El clima socio – religioso que refleja el texto evangélico de Lc en cierta forma no tiene nada que ver con el nuestro. Es un mundo muy diverso. Desde los primeros capítulos de su evangelio ya pintaba un pueblo que había vivido los horrores de la guerra y destrucción de Jerusalén del año 70, horrores que se añadían a décadas y siglos de ocupación de sus tierras por imperios extranjeros. Convencidos de ser el pueblo elegido por Dios, miran al futuro convencidos de que aparecerá un líder (cfr. 1ª lectura Jer) que les conducirá a la liberación total de la opresión y a un final de la historia donde el Monte Sión será el centro del mundo. Los primeros cristianos, marcados por ese contexto, solo añaden a esa visión su expectativa de que ese líder será Jesús quien vendrá por 2ª vez triunfante a esa nueva Jerusalén. Judíos y cristianos de la época mezclan la expectativa de un mundo nuevo, al final

Fiesta de Cristo Rey

Fiesta de Cristo Rey, 22 nov. 09 Lect.: Dan 7: 13 – 14; Apoc 1: 5 – 8; Jn 18: 33 – 37 1. Hay teólogos que dicen que quizás la palabra “rey” sea la menos apropiada para aplicar a Jesús. No solo porque Jesús nunca se la aplicó a sí mismo, ni se presentó como tal, ni habló nunca de un reinado suyo. Sino, más importante aún, porque la palabra “rey” todavía en nuestros días e incluso en nuestro ambiente republicano y democrático, evoca la idea de poder, de dominio, de relación vertical, de arriba para abajo. En contradicción por completo con la práctica y ministerio de Jesús cercano, servidor de todos pero especialmente de los pobres y más necesitados, y lejano de toda posición de poder hasta el extremo de la indefensión y debilidad mostrada en la crucifixión. Cierto que Jesús sí habla del reinado de Dios. Es su “obsesión”, el centro de toda su predicación y su práctica, pero ese “reinado” no tiene nada que ver con el dominio político, con situaciones de privilegio en esta sociedad. Se ref

33o domingo tiempo ordinario

33º domingo t.o., 15 nov. 09 Lect.: Dan 12: 1 – 3; Hebr 10: 11 – 14. 18; Mc 13: 24 – 32 1. Uds. saben que cada año se dedica estos domingos últimos del año eclesiástico, antes de empezar la preparación de la navidad, a hablar del final de los tiempos y del juicio final. Pienso que en parte estos énfasis son una salida cómoda a un problema serio que nos presentan estos textos del evangelio porque son de los textos más complicados del NT. Lo son porque mezclan muchos temas, cosas dichas por Jesús con comentarios de las primeras comunidades. Y porque utilizan lenguajes, estilos y preocupaciones muy de aquella época. Así presentan entremezclados textos referentes a la destrucción de Jerusalén por los romanos, a la restauración del reino de Israel, al final de los tiempos, a la resurrección de los muertos, al juicio final, y a la predicción de grandes catástrofes naturales e históricas por las que los discípulos tendrán que atravesar. En vez de meterlo todo en “el mismo saco” habría que re

32o domingo tiempo ordinario

32º domingo t.o., 8 nov. 09 Lect.: 1 Reg 17: 10 – 16; Hebr 9: 24 – 28; Mc 12: 38 – 44 1. ¿Con qué propósito educamos a nuestros hijos? Cuando yo era pequeño, muchos papás y mamás, viniendo de orígenes humildes, expresaban este propósito diciendo que aspiraban para sus hijos la posibilidad de “llegar a ser alguien”. Pero claro, esto puede entenderse de diversas maneras. En aquellos tiempos, y para gente sencilla urbana, “llegar a ser alguien” equivalía a tener un oficio o profesión que le permitiera a cada hijo varón ganar bien, tener casita propia y ahorros para las necesidades de salud, educación y diversiones de la familia. (En aquella época machista, lo que se aspiraba para la hija mujer era “que pudiera casarse bien” y ya entendemos lo que eso quería decir). Lo que se aspiraba en zona rural está bien expresado por la canción “Caña dulce pa’ moler”. Ahí no aparecía tan clara la necesidad de estudiar o tener carrera. 2. Pero la sociedad nuestra ha cambiado para bien y para mal. Desde

Fiesta de Todos los Santos

Fiesta de Todos los Santos, 1 nov. 09 Lect.: Apoc 7: 2 – 4. 9 – 14; 1 Jn 3: 1 – 3; Mt: 5: 1 – 12 a 1. Cuando se lee de nuevo este texto de las Bienaventuranzas, y se oye a teólogos y predicadores decir que esta es la Carta Magna de la predicación de Jesús, la reacción natural primaria es de admiración, de alabanza, ante un documento tan sublime. Pero la reacción segunda suele ser de una mezcla de distanciamiento y conformidad: se trata —podemos pensar— de un planteamiento tan maravilloso que es irrealizable (ser desapegados, mansos, misericordiosos…), no está al alcance de la mayoría de nosotros humanos que ya tenemos suficiente problema con intentar cumplir mandamientos y reglas más pegados al suelo. ¿Qué decir, entonces, de las bienaventuranzas? ¿Es que, acaso, Jesús no las pronunció para que realmente se convirtieran en orientación fundamental de nuestra existencia humana? Si no fuera así, sería francamente raro, porque Jesús no era un filósofo abstracto que teorizara sobre el ser h