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Mostrando las entradas de agosto, 2015

22º domingo t.o.

Lect.: Deut 4, 1-2. 6-8; Sant 1, 17-18. 21b-22.27; Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23 1.     Como es normal, la lectura de textos que tienen milenios de antigüedad, nos hacen enfrentarnos con culturas muy diferentes de las nuestras, con costumbres que nos suenan extrañas, a veces incluso ridículas o divertidas, pero en todo caso, chocantes, fuera de lugar para nuestra época. Acordémonos, por ejemplo, de la lectura de san Pablo el domingo pasado, en la que veía las relaciones matrimoniales con un filtro machista, típico de esa época, y acababa presentando en su ideal de familia, un comportamiento de la mujer, dócil, sometida, al varón. Hoy, en el texto de Marcos, nos topamos con otra visión, que nos resulta también ajena a nuestra cultura actual, en Occidente, al menos. Es la visión judía de hace 21 siglos, y más antigua aún, en la que se mezclaban costumbres prácticas, de carácter higiénico con un respaldo religioso. Se le daba carácter sagrado a las prácticas de lav

21º domingo t.o.

Lect.:  Gén 24, 1-2a. 15-17.18b; Efes 5, 21 - 32; Jn 6, 60-69 Llegamos al final del llamado “Discurso del Pan de Vida” que hemos venido reflexionando durante cuatro domingos anteriores. Dos cosas destacan en estos párrafos de cierre. Lo primero es la reacción de un buen número de discípulos que se resisten a aceptar las enseñanzas que el evangelista ha puesto en labios de Jesús. Y lo segundo, es la forma como Jesús responde a esas reacciones negativas.  Lo que chocaba a aquellos discípulos era que Jesús, que era uno de ellos, a cuya familia conocían bien, porque era del mismo pueblo, y había crecido con ellos,  se presente ahora como alguien que les da acceso a la presencia de Dios . Más aún, que les intente convencer de que ellos también, si aceptan hacer el camino y la experiencia de Jesús , si le aceptan como pan que alimenta una forma de vivir, entonces ellos también pueden descubrir que tienen en ellos mismos la vida del Eterno . Esto les parecía demasiado, lesresultaba i

20º domingo t.o.

Lect.: Prov 9,1-6; Ef 5,15-20; Jn 6,51-58 La repetición rutinaria de palabras y de ritos, es decir, la repetición mecánica, por costumbre, sin pensar en el significado de lo que decimos o hacemos, puede dar al traste con muchas cosas importantes en nuestra vida, tanto en la vida familiar, como en nuestras relaciones, o en nuestras prácticas religiosas. Algo así puede estarnos pasando con este extraordinario discurso del pan de vida, del cap. 6 de Juan que estamos meditando estos cinco domingos, pero que hemos leído muchas veces y automáticamente tendemos a relacionarlo con la eucaristía . A los primeros discípulos les resultó chocante y no dudaron en murmurar diciendo que Jesús usaba un lenguaje duro , que no se podía escuchar . Esta reacción de aquellos discípulos nos debería plantear un primer cuestionamiento sobre nuestra lectura de este discurso de Jesús . ¿Por qué a nosotros ya no nos escandaliza? ¿por qué ya no nos resulta duro, chocante? Quizás sea,

19º domingo t.o.

Lect.: I Reyes 19,4-8;  Ef 4,30-5,2;  Jn 6,41-51 Contrario a lo que estamos acostumbrados a pensar,  este capítulo 6 de Juan, sobre el pan de vida,  es de difícil lectura, teniendo en cuenta su denso lenguaje simbólico y el contexto en que se escribe. Sería  fácil pensar que se trata de una evocación de la Eucaristía, como se cree popularmente, pero los estudiosos bíblicos concuerdan en que esta no es la intención primera del evangelista. Más se complican las cosas cuando los liturgistas deciden introducir el capítulo para meditarlo en las celebraciones de 5 domingos seguidos, rompiendo la secuencia de lecturas del evangelio de Marcos que corresponde a este año. Para colmos, tuvimos que interrumpir su lectura el domingo pasado en Costa Rica, por celebrar nuestra patrona la Virgen de los Ángeles, cuya liturgia incluía otras lecturas muy distintas. Así las cosas, permítanme un intento para ayudar a nuestra reflexión dominical, aportando dos muy breves reflexiones introductorias, casi m

Fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles

--> Lect.: Eclo 24:1-2, 5-7, 12-16, 26-30; Gal 4: 4-7; Jn 19: 25 - 27 Las fotos de la Romería a Cartago de este año nos muestran, como siempre, los gestos de dolor, de solidaridad, de esperanza, de miles de personas que cargan sus enfermedades, sus desorientaciones, sus agradecimientos hasta el Santuario Nacional donde se halla la Imagen de la Negrita. Son expresiones de muchos siglos de devoción popular a María, en múltiples advocaciones y títulos. Pero, ¿cuáles son las raíces evangélicas de toda esta devoción? Las encontramos en muy breves líneas de los evangelistas y este domingo, en concreto, en un texto del cuarto evangelio. Ahí, al pie de la cruz, se encuentran unas pocas mujeres y el discípulo a quien Jesús amaba. Jesús ve junto a éste, a su madre y les dice aquellas palabras que se nos repiten desde entonces en nuestra memoria: "«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.»" Cabe leer este relato de manera