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Mostrando las entradas de junio, 2018

12º domingo t.o.: "Pasemos a la otra orilla, … a pesar de la tempestad"

Lect.: Job 38:1, 8-11;  2 Corintios 5:14-17; Marcos 4:35-41 La primer gran “tormenta” que estalló en el seno de las comunidades cristianas se produjo cuando apareció el intento de abrirse a las comunidades paganas . Utilizando símbolos de la naturaleza, y cósmicos, como era propio de la Biblia, Marcos habla del tema dibujándolo como un episodio que hubiera tenido lugar con Jesús y sus discípulos en el lago de Galilea pero, en realidad, está hablando de otra cosa y no de la época de Jesús.  Se está refiriendo figurativamente, con el relato del lago,  al primer gran conflicto que se está experimentando dentro de las comunidades de su tiempo (unas cuatro décadas después de la muerte de Jesús). Por su intensidad Marcos al conflicto lo llama  “ tormenta ” o “ tempestad ”, mientras que Mateo, en el texto paralelo de su evangelio, lo llama “ gran sismo ”, —hoy diríamos terremoto. Creo que todo el tiempo nos hemos dado cuenta de que el relato está marcado por su cará

11º domingo t.o.: La fuerza de la semilla

Lect.: Ezequiel 17:22-24; II Corintios 5:6-10;  Marcos 4:26-34 Las imágenes de la vida agrícola, son siempre evocadoras y una buena ayuda para pensar sobre aspectos, dimensiones, retos y posibilidades de la vida humana. Al fin y al cabo, formamos parte de la naturaleza y la comprensión de lo que somos pasa por comprender esta. Por eso Jesús dirigía con frecuencia la mirada al campo y al mar a la hora de hablar en forma de parábolas, de comparaciones, de esas dimensiones trascendentes de nuestra realización plena, que él llamaba el “Reino de Dios”.   En el texto de hoy, en los dos pequeños relatos, la figura principal es la de la  semilla . Se puede utilizar para extraer diversas enseñanzas, a pesar de la sencillez de la imagen. Pero para captar la intención de Jesús hay que ver el conjunto de cada uno de los breves relatos. En el primero, hay cosas que llaman la atención y hasta podrían parecer extrañas, como también sucede en otras parábolas. Solo aparece una persona, el labra

10º domingo t.o.: Trascendiendo las limitaciones de los modelos de familia

Lect.: Génesis 3:9-15; II Corintios 4:13--5:1; Marcos 3:20-35 Estamos acostumbrados a oír que se habla de la fundación de la Iglesia, cuando Jesús le dice a Pedro, la conocida frase “T ú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia ”. Si solo repetimos este texto y esa interpretación, pasamos por alto algo muy elemental: no se nos ocurre  preguntarnos qué era esa Iglesia , de la que hace el encargo a Pedro, porque nunca se había hablado de ella en los evangelios Además, en automático, nos imaginamos de inmediato, que el evangelio de Mateo se refiere a lo que hemos conocido todos como “iglesia”, esa gran estructura e institución religiosa,  a nivel mundial. Pero, en realidad nada de eso existía entonces. De lo que sí se había hablado, como iniciada por Jesús, es eso que nos presenta el texto de Marcos que leemos hoy:  una comunidad nueva, una nueva gran familia, en la que todos son hermanas y hermanos sin distinción, unidos por la decisión de cumplir la voluntad de Dios, q

En el funeral de mi primo Cristián Sobrado Chaves

Lect.:    Flp 1: 20b - 24; Jn 12: 23 - 26 Nuestra generación de primos, de la “cepa” de los Chaves: Sobrado Chaves, Chaves Ovares, Guzmán Chaves, Chaves Desanti, Chaves Ortiz… nos encontramos ya en esa edad en que es inevitable cobrar conciencia de que el momento de la muerte está mucho más cercano. Mucho más que en el pasado, cuando veíamos la desaparición definitiva de nuestros mayores, nos resulta inevitable pensar en que ahora los mayores somos nosotros y que, en cualquier momento, relativamente pronto, por más que la expectativa de vida se haya alargado, nos va a llegar el turno de nuestra propia partida.  Nos lo recuerdan nuestros propios desgastes de salud. Nos lo recuerda, sobre todo, cuando uno de nosotros, como Cristián hoy, nos deja. Creo que esta realidad, y en especial en este momento de despedida, nos fuerza, si no a   pensa r cotidianamente en la muerte, sí a preguntarnos con frecuencia,  cómo prepararnos para ese momento o, más bien, si nos estamos preparando a

Fiesta del Corpus Christi: signo de un compromiso

Lect.   Éxodo 24:3-8; Hebreos 9:11-15 ; Marcos 14:12-16, 22-26 Hace dos años, en este mismo domingo que llamamos “fiesta del Corpus”, o del Cuerpo de Cristo, hablamos aquí de la necesidad de “ una renovación evangélica profunda de la vivencia de la Cena del Señor .” Es decir, en palabras más corrientes, de la seria necesidad de volver a celebrar la misa en el mismo espíritu con que celebró Jesús la última Cena con sus discípulos .   Pero, ¿Por qué hablamos de “ renovación ” y de “ volver al espíritu de Jesús ”? Estas frases pueden extrañar y algunas personas podrán reaccionar diciendo: “ Pero ¿cómo? ¿es que Ud. quiere decir que la Misa, como hemos llamado por décadas o incluso siglos a la Eucaristía, ¿no es la misma Cena que Jesús celebró la víspera de su muerte ?”   De lo que reflexionamos hace dos años, y que les invito a volver a leer en mi blog de homilías o en FB, quisiera referirme, en esta ocasión, solamente a un aspecto central de la Cena del Señor que creo