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Mostrando las entradas de junio, 2016

13º domingo t.o. Llamados a caminar un camino de libertad

Lect.: I Reyes 19:16, 19-21; Gál 5:1, 13-18; Lc 9:51-62 Es probable que la mayoría de nosotros hayamos crecido pensando en que para ser buen cristiano hay que aceptar y aprender un conjunto de doctrinas, —de verdades o dogmas, como se dice— y cumplir una serie de leyes o normas. Pienso, por propia experiencia, que esos fueron los énfasis en una porción muy mayoritaria de catequesis de niños y adultos, y en otras vías de formación religiosa. Pero esta manera de ver las cosas nos ha creado un montón de problemas. Porque, por un lado, a menudo nos surgen   muchas dudas sobre supuestas verdades que chocan con nuestra mentalidad moderna, con la manera científica de entender cómo funciona el mundo. Por otro lado, en el campo de la moral, sentimos que mucha de la predicación de la Iglesia, discutible o no,   está lejos de hacernos más libres, como Cristo quiere que seamos, según dice Pablo   hoy en la 2ª lectura. En claro contraste con muchos manuales, teólogos e inc

12º domingo t.o. HIJO DE HOMBRE

Lect. Zac 12:10-11; 13:1; Gál 3:26-29; Lc 9:18-24 Uno puede preguntarse por qué Jesús ordena enérgicamente a los discípulos que no anden diciendo que el es el Mesías. Cierto que circulaban muchos rumores sobre su identidad y Herodes mismo empezaba a preguntar quién era ese hombre. De ahí la conversación de Jesús con sus discípulos y la pregunta directa que les hace sobre lo que pensaban de él, cómo lo veían. Entonces, ¿por qué, cuando le responden a lo que pregunta les prohíbe decirlo por ahí. Quizás es porque lo que ellos no parecen entender es que llamarlo “Mesías”, en aquel contexto, se prestaba a confusión , ya que el mesías era el líder religioso y político que esperaba el pueblo judío para que les liberase de la opresión romana. Peligroso si llegaba a oídos de Herodes o de los romanos. Pero quizás haya otra razón para que les prohíba que se refieran a él como Mesías. Tal vez no le satisfizo mucho oír cómo lo estaban percibiando. Sabemos que cuando Jesús hablaba de sí mismo

11º domingo t.o. la bendición original

Lect.: II Samuel 12:7-10, 1; Gál 2:16, 19-21; Lc 7:36--8:3 Una de las críticas que más se hacen a algunos ministros religiosos, e incluso a algunas iglesias, apunta a la tendencia en ellos a crear continuamente sentido de culpa en la gente . Se percibe que emplean una predicación que carga las tintas en el pecado, en las ofensas infringidas a Dios, y en lo malos que somos los seres humanos. Creo que es cierto que ese tipo de predicación y enseñanzas catequéticas se dan, —aunque quizás menos que en el pasado. Y pienso que se dan, principalmente, en dos formas, Una, es la que trata de generar el miedo en la gente, miedo al castigo por todo lo malo que se supone que hemos hecho. La otra es la que trata de promover actos de penitencia y desagravio para lograr convencer a Dios de que realmente estamos arrepentidos de todo lo que lo ofendemos. Y, detrás de ambas formas se da, siempre, una visión negativa de lo que somos los humanos, incluso al punto de considerar que no somos nada, qu

10 domingo t.o. Un puente del bienestar al sufrimiento

Lect.: I Reyes 17, 17-24     Gálatas 1, 11-19 ;Lc 7:11-17 Hace tres años, en este mismo 10º domingo del tiempo ordinario, mi comentario al texto evangélico partió de imaginar, igual que otros autores, cómo, en la puerta de la pequeña ciudad de Naín,   se topaban dos procesiones . Una, que viene entrando, con gran gentío en torno a Jesús, llenos de entusiasmo y esperanzas alrededor del Maestro, por cosas extraordinarias que le han escuchado y le han visto hacer. Y otra que viene saliendo, acompañando a una pobre viuda que va a enterrar a su único hijo, en alguna de las cuevas, al borde del camino que sube a la pequeña ciudad.   Una procesión pletórica de vida que se cruza con otra procesión doblegada por la muerte. Al retomar este domingo las narraciones sobre la vida cotidiana de Jesús, nos encontramos con este escenario de muerte y vida, de dolor y alegría, que marcará toda la existencia terrena de Jesús, igual que marca la de cada uno de nosotros. Lo que hay que destacar, y a