Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de febrero, 2011

8º domingo tiempo ordinario

8º domingo, tiempo ordinario, 27 de febrero de 2011. Lect.: Is 49: 14 – 15; 1 Cor 4: 1 – 5; Mt 6 24: 34 1. Hay frases que la gente sencilla y piadosa repite y que a uno inevitablemente le recuerdan la formación religiosa de la propia infancia. Por ej., cuando ante los riesgos inevitables de la vida se nos decía “M’hijito encomiéndese a Dios que él lo protegerá”. O ante una necesidad, o una estrechez muy fregada económica: “No se preocupe, que Dios proveerá”. A veces, para fundamentar esta confianza se recurre a textos como los de la 1ª y 3ª lecturas de hoy, diciendo: “ya ven, el Señor es más que una madre, jamás se olvida de nosotros”, y “se preocupa hasta de los pajarillos y de las flores del campo, cuanto más se preocupará de nosotros” (pero también los pajarillos se enferman y mueren, y las flores se secan). Y en determinadas formaciones doctrinales se explica que en esto consiste la “fe en la Providencia divina”. Detrás de estas expresiones hay una actitud muy válida, muy evangéli

7º domingo del tiempo ordinario

7º domingo t.o., 20 de febrero de 2011 Lect.: Lev 19: 1 – 2. 17 – 18; 3: 16 – 23; Mt 5: 38 – 48 1. Leer esto de “ser perfectos —o santos— como el Padre de los cielos es perfecto” puede sonar como una loquera, o como una aspiración frustrante, si uno lo entiende como una exigencia ética, porque ¿quién puede “competir” con Dios? ¿quién puede acercarse a tan altos estándares? Pero hay otra manera de leerlo. Digamos que como un recordatorio de que seamos coherentes con lo que somos, de que recordemos que nuestra identidad más profunda y auténtica es la de tener el Espíritu de Dios en nosotros mismos, como dice Pablo en la 2ª lectura. Incluso más que “tener” el Espíritu de Dios podríamos decir, —aunque toda expresión es pobre e inadecuada— ser parte del Espíritu de Dios, de la vida misma de Dios. Lo que somos o hacemos, en la medida en que existimos es porque participamos de esa vida de la divinidad. 2. Desde esa perspectiva cobra sentido también el nuevo marco de relaciones que estable

Boda de Estela y Edwin Andrés

Boda de Edwin Andrés y Estela, Lect. Ps. 127, 1 Cor 13, Jn 1. Una de las primeras preguntas que les hago antes de aceptar o no la invitación a presidir la eucaristía de una boda es “¿por qué quieren casarse por la Iglesia, en una celebración religiosa?” Aunque parezca raro, la pregunta no tiene siempre una respuesta fácil y válida, al menos para mí. Con frecuencia, la pareja dice que se casan aquí, de esta manera, para recibir la bendición de Dios, para que Él los proteja y esté presente junto a la pareja en la andadura que van a emprender, en la familia que van a construir. Quizás les parezca más raro todavía, pero me parece que esa respuesta, así sin más, no corresponde al verdadero espíritu del evangelio. 2. Y no corresponde, por dos razones. Por una parte, porque es una manera muy pobre de representarse a Dios, como alguien tan poco generoso que restringe sus bendiciones tan solo a los que se casan en el templo católico dejando por fuera a los millones de parejas en el mundo que n

6º domingo del tiempo ordinario

6º domingo t.o, 13 de febrero de 2011 Lect.: Ecles 15: 16 – 21; 1 Cor 2: 6 – 10; Mt 5: 17 – 37 1. (De nuevo, unas reflexiones muy breves, mientras continúo mi período de convalecencia.). Hace unas semanas recordábamos, una vez más, que Jesús no es un maestro teórico, doctrinal, ni siquiera un moralista. Menos aún un legislador.Es un hombre del Espíritu. Creo que con esa clave en mente hay que leer los textos de estos domingos, que prolongan en el cap. 5 de Mt, el sermón del monte —o del llano, según Lc. No viene a sustituir una ley por otra, ni a agregar nuevas reglas u obligaciones. En la traducción del texto de hoy dice que viene “a dar plenitud”. De lo que podemos pensar es de la plenitud de vida humana. Y estas son palabras mayores que habrá que ir desgranando poco a poco. Por lo pronto no puede reducirse el significado de esta afirmación a la tradicional interpretación que se hace de estos pasajes, entendiendo que se trata tan solo de una superación del cumplimiento externo de l

5º doingo tiempo ordinario

5º domingo del tiempo ordinario, 6 de feb. de 11 lect.: Is 58: 7 – 10; 1 Cor 2: 1 – 5; Mt 5: 13 – 16 1. Como siempre, esas sincronías, o “coincidencias” me resultan curiosas. Hoy, primer domingo fuera del hospital, a dos semanas de haber sufrido el accidente vascular cerebral, (lo que suele llamarse derrame cerebral”) que me ha afectado la visión lateral izquierda superior, hoy, precisamente hoy, Mt pone en boca de Jesús la advertencia a sus discípulos “Uds. Son luz del mundo”. Mi problema es la luz. El evento vascular cerebral ha hecho que pierda la vista en ese cuadrante. Pero no es, gracias a Dios, una pérdida total. Es decir, no es que en esa zona vea negro. O no vea nada. Es que veo como cuando uno se queda mirando al sol y luego al bajar la vista el reflejo, la iagen solar extrema lo “ciega” al superponerse sobre lo que uno intente mirar. Y, por lo demás, el resto de la visión, en los otros tres cuadrantes, queda como padeciendo encandilamiento, y me molesta la luz del día, el r