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Mostrando las entradas de abril, 2012

4o domingo de Pascua

Lect.:  Hech 4:8-12; 1 Jn 3:1-2; Jn 10:11-18 El uso de metáforas, parábolas, símbolos...en temas espirituales y religiosos tiene la gran ventaja de permitir remontarnos a niveles de la vida y la realidad que escapan al lenguaje y raciocinio habituales. Se tornan en sugerencias, en llamadas de atención para trascender la limitación de los niveles más inmediatos y opacos de la realidad. Sin embargo, el lenguaje simbólico también tiene sus desventajas. Los símbolos y comparaciones suelen estar marcados por una cultura y una época y, con el paso del tiempo, pueden desgastarse, perder sentido o, peor aún, cambiar el que tenían originalmente.  Es el caso, me parece, del hermoso "símbolo" del "pastor", sobre todo para un país como Costa Rica en el siglo XXI.  Nunca hemos visto pastores conduciendo rebaños de ovejas. Nuestras prácticas ganaderas, y tipo de ganado, en nada se parecen a las de la Palestina de Jesús, del siglo I.  En aquel entonces  la figura de quien desem

3er domingo de Pascua

Lect.: Hech 3: 13-15. 17-19; 1 Jn 2: 1-5; Lc 24: 35 – 48 1.      Me llama poderosamente la atención el modo como un comentarista titula su reflexión sobre los textos de hoy: “¡Los discípulos han resucitado!” Y, sin duda, los rasgos de ese acontecimiento son los que se destacan en las lecturas pascuales.    Se ve cómo esos pobres y sencillos hombres pasan del miedo a la alegría, cómo se inundan con la paz prometida cómo se les abren sus inteligencias, como entienden ahora las Escrituras, cómo son capaces de pasar de la pasividad religiosa a asumir una misión de anunciar una buena nueva de perdón y reconciliación. En definitiva, se les cambió la vida, pasaron a una vida nueva. 2.      Sin duda que toda esa transformación va ligada a la experiencia de Jesús resucitado, pero la descripción de lo que eso significa escapa a lo que se puede normalmente captar y describir con los sentidos. Si los evangelistas utilizan expresiones tan materialistas como palpar, ver las heridas,

2º domingo de pascua

Lect.: Hech 4:32 – 35; 1 Jn 5: 1 – 6; Jn 20: 19 – 31 1.      Todo lo que Jn venía anunciando, recalcado en la conversación con Nicodemo y en el discurso de la Cena, lo proclama como realizado tras la culminación de la vida de Jesús . Se puede resumir así: tener fe no es aceptar unas verdades aprendidas. Es, más bien, conocer de una manera distinta, experimentar personalmente, dentro del marco de la comunidad, al Dios que nos da el ser . Y, al conocer, al experimentar a Dios de una manera distinta, se nos mueve a relacionarnos de una manera distinta con los demás y con todas las cosas.   Se trata de un cambio tan radical, que Jn lo compara con un “nuevo nacimiento” y los cuatro evangelistas lo interpretan como una resurrección, el paso de la muerte a la vida, a la vida en abundancia. Un paso, una “pascua” que ya Jesús atraviesa, y con él cada uno de nosotros. Ese recorrido, esa maduración espiritual , es lo que queda reflejado en este episodio de la experiencia de la re

Jueves santo, 5 de abril 2012.

Lect: Éx 12:1-8.11-14; 1 Cor 11:23-26; Jn 13:1-15 (subo esta homilía, ¡un año después!, cuando caigo en la cuenta que no estaba en el blog). "Lo que yo he hecho con Uds. háganlo también Uds." Jesús pronuncia esta frase tras lavar los pies a los discípulos y para el evangelista Juan y su comunidad con esas palabras subraya la enorme importancia del gesto. Se trata de un gesto que resume todo lo que fue la vida de Jesús y nos sirve, por eso, de criterio para interpretar el sentido de esa cena en que están participando, el sentido de la eucaristía que luego celebrarán las comunidades cristianas, el significado de la muerte que conmemoramos de forma especial este viernes santo e incluso nos da pistas para entender el significado mismo de la resurrección. Por supuesto, a partir de esa actitud de Jesús realizando una tarea tan servil, tan de esclavos en esa época, se tiene un criterio para interpretar lo que debe ser una comunidad de discípu

Domingo de Ramos, 1 abril 2012

Lect.: Is 50,4-7 ; Sal 21 ; Flp 2,6-11 ; Mt 26,14-27,66 1.    No sobra preguntarse qué es lo que conmemoramos esta semana  que iniciamos hoy. Podría decirse que la respuesta es obvia, que celebramos la pasión y muerte de Jesús, como lo han hecho los cristianos por siglos, y nosotros mismos por años. Pero la pregunta importante no es sobre los eventos que recordamos, en sí mismos, sino sobre lo que significan. Hay que preguntárselo otra vez, si es que ya lo hemos hecho antes, para poder vivir estos días de manera consciente y madura. Y no rutinariamente, por simple repetición. Y hay que preguntárselo porque, como mínimo, llama la atención celebrar un sufrimiento y una muerte presentadas, por lo demás, a menudo, de manera tan cruenta y hasta morbosa. 2.    Evidentemente no podemos poner la muerte y el dolor como objeto de fiesta. Resultaría muy extraño, contradictorio, sobre todo para quienes creemos en un Dios autor de la vida, del amor, de la alegría. Y, sobre todo, s