Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta riesgo

La capacidad de ser "prójimos"

Lect.: Deut 30:10-14; Col 1:15-20; Lc 10:25-37 A nivel de las palabras que decimos, a nivel del discurso de curas, catequistas y padres de familia, cada vez más se ha ido extendiendo la convicción de que lo que cuenta en la práctica religiosa es el amor al prójimo. Incluso de que ahí está la prueba de nuestro amor a Dios. Ya esto no se discute. Pero, como no podemos escaparnos de esa exigencia evangélica, nuestra falta de transparencia ha encontrado otro truco para seguir con una vida en la que nadie nos moleste . Consiste en decirnos: “ sí, es cierto, hay que amar al prójimo, pero, ¡ojo!, hay que entender qué quiere decir “prójimo”. Porque si “prójimo” equivale a “próximo”, ese inmigrante, con otro acento, quizás otra lengua y otro color de piel, no me resulta muy “próximo”. E incluso esa otra persona, aunque es de por acá, me parece que quiere manipular mis sentimientos con las supuestas historias que me cuenta, o como se presenta. Más que prójimo, parece ser un vividor ...

Todos los santos

Lect. Apoc 7,2-4.9-14; I Juan 3,1-3; Mateo 5,1-12a 1.    En la época y en la zona mediterránea en que vivió Jesús de Nazaret, no se entendía la pobreza  solamente como padecer una limitación económica, de ingresos y posesión de bienes. Además de eso era, sobre todo, un problema cultural y social. Era una carencia de posición, de estima, de reputación. No solo carecer de recursos, sino de educación, salud, vestido elegante, buena vivienda. Pobre era, por tanto, un “don nadie”, que no había nacido en buena cuna, en una familia de alcurnia, de gente notable que sabía comportarse. Era, por eso, alguien que no podía codearse con la gente destacada, con los fariseos o los sacerdotes quienes, además de tener muchas posesiones, se presentaban como irreprochables, como supuestos santos, cumplidores de la ley, mientras los pobres ni siquiera tenían las capacidades para leer y estudiar la Ley, las Escrituras. Creo que en nuestra época ya hemos empezado a entender que esto e...

25º domingo t.o.

Lect.: Sabiduría 2, 12. 17-20; Santiago 3, 16-4, 3; Marcos 9, 30-37 1.     Para entender el texto del evangelio de hoy debemos hacer memoria, o repasar todo lo que nos ha contado Marcos en los ocho capítulos anteriores de su libro. Casi desde el mismo inicio la predicación de Jesús estuvo rodeada de conflictos con maestros de la ley y con fariseos. Recordemos las críticas que le hacen porque los discípulos no ayunan y porque no se purifican las manos antes de comer. Y porque come con los pecadores, lo que lo colocaba en situación de impureza.  De manera más radical y amenazadora lo acusan de blasfemia porque da su perdón al paralítico  siendo así que para ellos solo Dios puede perdonar los pecados. También lo acusan de romper la Ley al hacer curaciones en sábado. Jesús no solo no hace caso de sus críticas sino que públicamente   advierte al pueblo que abran los ojos y se guarden de la levadura de los fariseos y de la levadura ...

12º domingo t.o.

--> Lect.: Job 38,1.8-11; II Cor 5,14-17; Mc 4,35-40 Lo que se nos presenta hoy en el texto de Marcos con la apariencia de un relato de milagro es, en realidad, una catequesis con la que el evangelista cierra su colección de parábolas del cap. 4. Y es una catequesis sobre la confianza o, por decirlo de otra forma, sobre la fe entendida como confianza . Hace pocos días, en una actividad que tuvimos en el Centro de Formación de mi Comunidad religiosa, el profesor invitado sorprendió a los participantes insistiendo en una llamativa idea: lo contrario de la fe —dijo— no es el ateísmo o la increencia. Lo contrario de la fe es el miedo . Y hoy vemos confirmada esta afirmación en esta catequesis de Marcos. Jesús regaña a sus discípulos asustados ante la tormenta diciéndoles: ¿Por qué son tan cobardes? ¿por qué tienen miedo? ¿Es que aún no tienen fe?” Está claro que, una vez más, esta catequesis nos está hablando con símbolos. No se está refiriendo a una tempestad con...

Fiesta del Corpus Christi

Lect.:  Exodo 24,3-8; Hebr 9,11-15; Mc 14,12-16.22-26 El domingo pasado hicimos un esfuerzo por releer el texto de la gran misión que Jesús encarga a sus discípulos. Hicimos ese esfuerzo porque a pesar de tratarse de un texto tan importante no siempre, a lo largo de la historia, los cristianos lo hemos leído correctamente. Hoy, escuchando el texto de Mc sobre la última Cena, también podemos preguntarnos, ¿será que entendemos bien el sentido de la Eucaristía como Jesús deseaba que lo entendiéramos? ¿será posible que algo tan central en la vida de nuestra comunidad no lo estemos comprendiendo de manera adecuada o completa? Una celebración como la de hoy es, precisamente, la oportunidad para tratar de entender mejor lo que creemos entender de la Eucaristía. Como siempre, no hay que extrañarse de nuestras limitaciones de comprensión . El texto de Mc nos muestra que los mismos discípulos no estaban preparados para entender lo que Jesús quería comunicarles....