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Mostrando las entradas de octubre, 2012

30 domingo t. o., 28 de octubre 2012

Lect.: Jer 31:7-9; Hebr 5: 3-6; Mc 10: 46-52 Con todas las diferencias que podamos tener los que nos encontramos aquí esta tarde y muchos otros de nuestros vecinos y conocidos, todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos preguntado cómo hacer para vivir una vida que valga la pena. No simplemente a qué oficio o profesión dedicarnos, qué empleo buscar, sino cuál camino seguir. Es decir, cómo orientar nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro mundo de relaciones, hacia adónde apuntar de tal manera que podamos construir una vida plena, realizadora de nuestras mejores capacidades. Llevamos unos seis domingos en que Marcos viene mostrando un Jesús que ofrece un camino. Simbólicamente lo plantea como un camino de subida a Jerusalén porque va a terminar con un conflicto, una confrontación y el asesinato del propio  Jesús por parte de los líderes religiosos y políticos. Es el camino de una vida dedicada a llevar pan para todos, en una mesa compartida, dentro de una comuni

29o domingo t.o., 21 de octubre 2012.

Lect.:    Is  53, 10-11;  Hebr 4, 14-16  Mc 10, 35-45 En el mundo en que vivimos, en el tipo de vida social humana que hemos ido desarrollando el poder ocupa un lugar  central. El poder político, el económico y financiero, -que casi siempre está detrás del político determinándolo-, pero también el poder moral, religioso, eclesiástico. Es un "poder" que entendemos como "fuerza", como capacidad de imponer lo que entendemos como correcto o lo que nos interesa. Aunque lo llamemos "autoridad", como palabra más suave,  es muy  parecido, en el orden de las relaciones, a la potencia  que tenemos para transformar la naturaleza, el mundo material, a veces para mejorarlo y, a menudo hoy, por desgracia, para destruirlo. El deseo y el ejercicio del poder se nos cuela en todas las rendijas de nuestras relaciones sociales, incluyendo las familiares y eclesiales. Así ha sido por siglos. Y por eso no es de extrañar que dos discípulos cercanos y qu

28o domingo t.o. 14 de octubre 2012

Lect.: Sab 7: 7-11; Hebr 4: 12-13; Mc 10: 17 - 31 Después de pasar unos meses en otro país, en el que se pueden apreciar serios impactos de la crisis económica sobre la vida de la gente, es inevitable que uno se sienta cada vez más preocupado por el presente y el futuro de nuestra propia  patria. No estamos vacunados, lamentablemente, contra los efectos negativos de  la dinámica de la economía internacional. Incluso países como España, que ya habían alcanzado un alto nivel de bienestar en las últimas décadas , sufre hoy un alta tasa de desempleo, sobre todo en los jóvenes, familias en las que ninguno de sus miembros tiene trabajo, ingreso insuficiente que no pueden enfrentar los recortes en servicios de educación y salud, un creciente número de personas que tienen que recurrir a los locales de Cáritas para pedir ayuda para el sustento diario. No hemos llegado en Costa Rica a esos extremos, pero es un hecho que con la economía que se está construyendo el país no solo no logra doblegar

27º domingo t.o., 7 de oct. de 12

Lect.: Gén 2, 18-24, Hebr 2, 9-11, Mc 10, 2-16 Algunos amigos se han sorprendido al escuchar, en la inspiración del evangelio de Marcos, la invitación a construir una iglesia más “maternal” y menos patriarcal, en la que sí  puedan los niños —los débiles, los pobres, los excluidos— ser y sentirse el centro de la comunidad. Cierto que suele hablarse de una “Iglesia madre”, pero la expresión puede no pasar de un discurso retórico mientras no se respalde con una práctica en la que quienes tienen la experiencia de la maternidad, —las mujeres, evidentemente— recuperen todo el papel determinante que les corresponde dentro de las comunidades cristianas. El evangelista Marcos concluye la reflexión que venía haciendo estos domingos precisamente con este punto central. Este texto de hoy ha sufrido el impacto del tiempo con la inevitable lectura parcializada en que no se entra al fondo de lo que quería el Jesús que presenta Marcos. Al usar el texto como un argumento de de