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Mostrando las entradas de noviembre, 2014

1er domingo de Adviento

Lect.: Is 63: 16-17.19; 64:2-7; 1 Cor 1: 3-9; Mc 13:33-37 Nuestro sol, cuya aparición disfrutamos disfrutamos cada mañana, igual que cualquier otra estrella tiene también un ciclo de nacimiento, desarrollo, declive y muerte. Como nos lo han recordado recientemente, a propósito del cometizaje de la sonda enviada por la Agencia Espacial Europea, nuestro sistema solar nació, se formó hace unos 4800 millones de años. Y los científicos estiman que a este sol le queda combustible para unos 7500 millones de años más, hasta que se convierta en una gigante roja y, probablemente consuma en el fuego a los planetas interiores, entre los cuales iría la tierra. Por supuesto, nada de esto sabían en la época de las primeras comunidades cristianas. Podían hacerse una idea de lo que era el final de la historia judía porque habían presenciado la destrucción de Jerusalén y del Templo. Pero pensar con objetividad en el final del planeta tierra y de la historia humana sobrepasaba las capacidades de l

34º domingo t.o.

Lect.:  Ezeq 34,11-12.15-17; I Cor 15,20-26.28; Mt 25,31-46 Si queremos aproximarnos mejor al sentido de esta parábola, no podemos perder de vista lo que hemos repetido en domingos anteriores: forma parte, con las otras dos del cap. 25 de Mt, de la respuesta que Jesús da a aquellos discípulos preocupados por el cuándo y el cómo se da para nosotros el encuentro definitivo con Dios en Cristo. En el relato de las doncellas se subrayaba que la sabiduría, —el aceite y la lámpara—, se requería para descubrir que es en cada momento de nuestra vida que puede darse ese encuentro . En la de los talentos, se hacía ver, además, que  la preparación para el encuentro consiste en cultivar los dones recibidos de hecho por cada uno, sean las que sean nuestras cualidades, con tal de que nos enfoquemos en lo que realmente somos. Hoy Mt sugiere más en concreto cómo se da el encuentro, en qué aspecto de nuestra vida se juega  el descubrimiento de Dios . Y lo que nos dice no deja de sorprendernos po

33º domingo t.o.

Lect.:  Prov 31,10-13.19-20.30-31;  I Tes 5,1-6;  Mt 25,14-30 En esta segunda de las tres parábolas  del cap. 25 de Mt,   Jesús continúa respondiendo a la pregunta de los discípulos sobre  cuándo tendría lugar el encuentro definitivo con Cristo . Con la parábola anterior, de las doncellas que acompañaban a la novia, se nos había dicho que ese encuentro  es  algo para lo cual tenemos que estar preparados diariamente . No porque podamos morir en cualquier momento, sino más bien porque estamos vivos y la vida está permeada de la divinidad. La preparación consistía en tener la luz de la lámpara con aceite es decir,  la sabiduría para descubrir en cada momento y situación al novio que viene a nuestro encuentro.  Esta vez, con esta segunda parábola, conocida como la de “los talentos”, utiliza la imagen de un patrono que encomienda a sus empleados el cuidado de sus bienes. Y  aparte de hacer ver que el patrono puede volver en cualquier momento, el énfasis se pone en decir que  la prepar

32º domingo t.o.

Lect.: Sab 6: 12 - 16;  I Tes 4,13-18;  Mt 25,1-13 En relación a lo que venimos reflexionando hace tiempo, en esta misa,  no decimos nada nuevo cuando afirmamos que los evangelios enseñan que el encuentro con Dios lo tenemos cada uno de nosotros a lo largo de nuestra vida, en cada momento, en cada situación. No nos resulta nuevo decir aquí que no estamos pensando en aguardar a un momento final de nuestra historia para estar en la presencia de lo divino. El encuentro con Cristo, como expresión de lo que Dios es y lo que Dios habla, es algo para lo cual tenemos que estar preparados diariamente . No porque podamos morir en cualquier momento, sino más bien porque estamos vivos y esa vida está permeada de la divinidad . Y lo que resta es ser capaces, tener la sabiduría de descubrirlo y  vivirlo en nuestra experiencia humana. Para eso puede resultar una ayuda esta alegoría de Mateo de las diez doncellas que acompañaban a la novia  esperando que llegue el novio para iniciar la fiesta d

Día de los Difuntos.

Lect. (en C.R.) Daniel,   … Lc 7: 11 - 17 1.      Sabemos que el milagro que hoy nos narra Lucas, como todos los milagros que leemos en los evangelios sus autores nos los presentan como señales o signos de que en Jesús de Nazaret se nos manifiesta la humana plena, en unidad profunda con la divinidad . Las curaciones de los ciegos, de los paralíticos, de los mudos y sordos, el levantar de su lecho de muerte al hijo de la viuda, o a la hija del centurión ... sabemos que en lenguaje e imágenes del A. T., no son relatos literales, sino formas de decirnos que el Reino de Dios , el encuentro con el Padre lo encontramos en Jesús y en quienes viven la vida de desapego, de servicio y solidaridad que vivió Jesús . Decir esto es maravilloso y aparentemente increíble. Porque equivale a decir que continuamos recibiendo vida y vida plena de alguien que fue crucificado y murió hace veintiún siglos. Increíble, pero no es sino la realización de lo que Jesús había afirmado con total confianza : si