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Mostrando las entradas de agosto, 2021

22º domingo t.o.: PARA DEMOSTRAR LA SINCERIDAD DE NUESTRAS CELEBRACIONES LITURGICAS

Lect.:  Deuteronomio 4,1-2.6-8; Santiago 1,17-18.21b-22.27 ; Marcos 7,1-8.14-15.21-23 Tras un paréntesis de seis domingos, retomamos en nuestra celebración la lectura del evangelista Marcos, con un tema al que podemos  verle gran actualidad. Cierto que el escenario es muy distinto y también los actores: ya no tenemos en nuestros días ni a “escribas”, ni a “fariseos” y, probablemente una buena cantidad de lectores no tengan ni idea de quienes eran. En aquel momento, y en el ambiente en que vive Jesús sí se trataba de grupos sociales de importancia. Pero lo interesante, para nosotros, aunque ya no existan, es que personifican diversas actitudes religiosas que curiosamente podemos emparentar con otros comportamientos de nuestra época en materia de religión que, extrañamente, parecen repetir los de entonces. Hay uno, en particular, que sobresale en el relato de hoy gracias a la interpelación que le hacen a Jesús porque sus discípulos “no siguen la tradición de los mayores”. Lo que pare

21º domingo t.o.: ¿Y USTEDES TAMBIÉN QUIEREN MARCHARSE?

Lect.:   Josué 24:1-2a.15-17.18b; Efesios 5,21-32 ; Juan 6:60-69. Con lo que llevamos recorrido del capítulo 6 de Juan es suficiente para, al menos, sospechar, que Jesús invita a los Doce a aventurarse en algo verdaderamente nuevo. Para nosotros, lectoras y lectores contemporáneos, también se nos empieza a abrir un panorama novedoso: no se trata de una “nueva religión” que sustituya la de la Sinagoga y la Ley. Es el comienzo de un camino que hoy día llamaríamos de una espiritualidad profundamente humana. O, tal vez, más clara su novedad, si lo planteamos a la inversa, del descubrimiento de la vivencia profunda de la vida humana, de lo que somos como hombres y mujeres, como la forma de más íntimo acercamiento a la vida divina. Quizás por las mismas razones, pero que se expresan de forma distinta en culturas distintas, esta invitación de Jesús choca radicalmente con las expectativas de muchos que se le han acercado para ser sus discípulos. En el momento narrado por el evangelista Jua

20º domingo t.o. (Fiesta de la Asunción de María)

 Lect.: Prov 9: 1 - 6; Ef 5: 15 - 20: Jn 6: 51 - 58 Desde las primeras páginas de la Biblia ya nos topamos  con lo que se llama “lenguaje sapiencial” o de “sabiduría”. Y  también, desde el inicio, aparece el uso de ese lenguaje para hablar de la comida, los alimentos, el banquete, como formas de expresar la participación de los seres humanos en Dios, en sus dones, en su Espíritu. Son metáforas, sin duda, pero muy profundas, íntimas  y expresivas del tipo de relación que hombres y mujeres podemos alcanzar con la divinidad. Tenemos que reconocer que nos impactan más que el uso de conceptos abstractos como “inmortalidad”, unidad, participación y otros. Por eso lo utilizan los profetas, —como cuando Isaías 25: 6 - 8 habla de un rico banquete preparado y prometido por Dios para todos los pueblos, que es un banquete de vida plena y sin fin, como lo anticipaban los frutos del árbol de la vida, en el Génesis. Así, sale en los salmos referidos la invitación  a “gustar” la bondad de Yavé (Sal

19º domingo t.o.: ¿no es este el hijo de José?

19º domingo t.o. Lect.:   primer libro de los Reyes 19,4-8 ; Efesios 4,30–5,2 ; Juan 6,41-51 Lo hemos comentado muchas veces: crecimos la mayoría de nosotros adultos en un ambiente religioso en el que se remarcaba la oposición entre “las cosas de Dios” y las “de este mundo”, entre lo material y lo espiritual, y se planteaba esta oposición de tal manera que nos mantenía en un dilema sobre el que había que decidir y tomar partido. Y todavía, probablemente, se escuchen predicaciones que difundan esa manera de pensar como un reto clave que se presenta a todo cristiano a lo largo de su vida. Sin embargo, en la predicación y en la vida de Jesús las cosas se ven menos simplistas y las decisiones no se plantean como si la realidad se dividiera dualistamente entre “blanco” y “negro”, y, menos aún identificando lo material, lo humano como el lado negativo de la vida. Este relato que Juan construye en torno el episodio de la redistribución de los panes a una multitud hambrienta que seguía a J

18º domingo t.o. No me buscan porque entendieran los signos

 Lect.:   Éxodo 16,2-4.12-15; Efesios 4,17.20-24; Jn6,24-35 Sería normal, a mi parecer, toparse hoy día, con un “distanciamiento intergeneracional”,  entre jóvenes y mayores en materia religiosa. Tengo que admitir que hablo intuitivamente y por observación cotidiana. No he estudiado el tema e incluso ignoro si existen buenos estudios del comportamiento, visión y prácticas religiosas en las que actualmente han sido denominadas como generación “millenials”, Z, X, Alfa… Y si predicadores, consejeros y maestros de religión han diseñado estrategias pedagógicas diferenciadas para responder a las diversas demandas de esos sectores de jóvenes. (Ver Nota). El tema se me vino a la cabeza —y al corazón— luego de que comentamos, al preparar esta predicación de hoy, cómo, ya en la misma gente que seguía a Jesús existían motivaciones muy diversas para hacerlo. El evangelista Juan describe una reacción áspera de Jesús, cuando les dice a los que le seguían desde el otro lado del lago, que les aseg