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Mostrando las entradas con la etiqueta inhabitación de Dios en nosotros

5º domingo de Pascua: el cielo no es un lugar, ¿entonces?

Lect.: Hechos 6:1-7; I Pedro 2:4-9; Juan 14:1-12 Hace unos siete años se armó un cierto revuelo, al menos entre grupos de católicos conservadores, cuando el entonces obispo de Roma, Benedicto XVI, aclaró que en la Iglesia Católica no creemos que el cielo sea un lugar físico. Unos años antes, un alboroto parecido se había producido al afirmar Juan Pablo II que el infierno no era un lugar. En ambas ocasiones las reacciones, algunas de indignación, corrieron a través de las redes sociales, acompañadas, como lamentablemente suele suceder en esos espacios, por “bajadas de piso” e insultos provenientes, paradójicamente, ¡de quienes se presentaban como “defensores” de la fe tradicional!. Cuando se tiene una lectura literalista de la Biblia, y se ha recibido una catequesis pobre en fundamentación, —como pasó a muchos en generaciones anteriores a la actual—, es comprensible que cualquier explicación con mejores bases bíblicas y mejor reflexión teológica, resulten  como “innovaciones...
6º domingo de Pascua, 17 may. 09 Lect.: Hech 10: 25 – 26. 34 – 35; 1 Jn 4: 7 – 10; Jn15: 9 – 17 1. Hace un tiempo, en una encuesta sobre donación de órganos, realizado en otro país, le preguntaban a algunos que habían donado dentro de su propia familia, cuánto tiempo les había tomado decidirse, y con qué criterios lo habían hecho. Algunos de los entrevistados se sorprendieron de la pregunta. No entendían por qué les preguntaban eso. Sencillamente se habían dado cuenta de la extrema necesidad del hijo, hermana, madre y sin más reflexión, se habían ofrecido para donar su riñón o el órgano que fuera. Ninguna razón o criterio los había guiado. Simplemente sentían, sabían que tenían que hacerlo. No como obligación, sino como una llamada que les brotaba de dentro. Hay un caso conocido por los periódicos también de hace unos años, de una persona negra que se lanzó a los rieles del metro de NY para salvar a un niño que había caído, que ni siquiera conocía, y logró sacarlo y logró protegerl...

5o domingo de Pascua

5º domingo de Pascua, reflexión anterior retomada el 10 may. 09 Lect.: Hech 9: 26 - 31; 1 Jn 3: 18 - 24; Jn 15: 1 - 8 1. La fuerza de la rutina, en buena parte, en los discursos, en los sermones, en las prácticas religiosas, es la causante de que muchas palabras del evangelio pierdan su novedad, y muchos de sus mensajes se distorsionen en meras repeticiones de frases hechas, cajoneras, sin mayor fuerza que la que pueden tener los pensamientos de calendario o incluso, las recomendaciones de los horóscopos. Así pasa, por ejemplo, con una palabra y un mensaje que nos trae el texto de Jn de hoy. La palabra es “permanecer” o “morar”. Y el mensaje, en su primera parte, es “permanezcan, o pongan su morada, en mí y yo en ustedes”. En su segunda parte: el que permanece o tiene su morada en mí, ese creará fruto abundante, se creará lo que pida y será creado como discípulo. 2. Si pudiéramos hacer el esfuerzo de despojarnos de la carga de la rutina, en primer lugar, escucharíamos estas pal...