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Mostrando las entradas de mayo, 2018

Domingo de la Stma. Trinidad: "A Dios nadie lo vio jamás…"

Lect.: Deuteronomio 4:32-34, 39-40; Romanos 8:14-17; Mateo 28:16-20 Desde Navidad hasta Pentecostés    hemos recorrido, domingo tras domingo, el mensaje que las primeras comunidades derivaron del recuerdo de la vida de Jesús de Nazaret. No era una crónica histórica sino una lectura de fe de acontecimientos centrales en la vida del Maestro, que les inspiraba para su vida espiritual. Después de ese recorrido, la liturgia     pone en este domingo el foco de su meditación ya no en otro acontecimiento, sino   en el Dios que se revela en esa vida de Jesús, el Dios con quien él se relacionaba. Y esto nos impulsa a preguntarnos, ¿Quién era el Dios de Jesús? La tradición ha seleccionado para referirse a ese Dios una   expresión teológica que ve a Dios como la “ Santísima Trinidad ”. Es la teología la que produce esta expresión, porque en ninguna parte de los evangelios se utiliza ni, tampoco, podemos encontrar reflexiones sobre lo que podríamos llamar el “ misterio de Dios ”. Más bien,

Día de Pentecostés: con capacidad de construir comunión

Lect.: Hechos 2:1-11; I Corintios 12:3-7, 12-13; Juan 20:19-23 Ya hemos hablado en domingos anteriores acerca de cómo, en los evangelios, a veces encontramos relatos con datos muy distintos de un mismo acontecimiento y hemos explicado, al menos, de forma breve, cómo eso no significa contradicción porque los autores   no pretenden darnos una narración o crónica histórica sino transmitir la verdad de un mensaje . Así dos relatos de un mismo acontecimiento   pueden comunicar     dos p erspectivas distintas para recalcar aspectos distintos importantes de un mensaje . Hoy, precisamente,     tenemos en las lecturas un buen ejemplo que ilustra esta práctica, al brindarnos dos versiones diferentes, que hasta parecen contradecirse, sobre el acontecimiento en el que los apóstoles reciben el don del Espíritu Santo. Uno de los relatos, el de Lucas, en el libro de los Hechos y el otro, en el capítulo 20 del evangelio de Juan. Todavía algunas personas podrían preguntarse,   ¿cuál es el relato

Ascensión del Señor: abriendo los ojos a nuestra realidad profunda

Lect.: Hechos 1:1-11; Efesios 1:17-23; Marcos 16:15-20 Hay algunas palabras y temas en el lenguaje religioso que dan más ocasión que otras para aprender a distinguir entre las expresiones y el mensaje contenido en textos bíblicos, y sobre todo evangélicos . Esto sucede, por ejemplo, con la que empleamos este domingo al hablar de la “ ascensión de Jesús a los cielos ”. Tomada al pie de la letra la expresión   solo causaría sonrisas en las personas adultas de nuestra época, incluso entre los católicos, si son bien formados. Porque ¿cómo podría entenderse eso de “ subir a los cielos ”? ¿Podría alguien creer que se refiera a esos espacios estratosféricos, más allá de nuestro planeta o incluso de nuestro sistema solar? En la época antigua se representaban el mundo en tres niveles (no tenían ni idea tampoco de la inmensidad del universo), y en el nivel “superior” colocaban la “morada de los dioses”. Hoy día a nadie se le ocurriría pensar, por ejemplo,   que ahora que un grupo de compa

6º domingo de Pascua: no súbditos, ni meros discípulos, sino amigos, ¿una utopía?

Lect.: Hechos 10:25-26, 34-35, 44-48; I Juan 4:7-10; Juan 15:9-17 El domingo pasado, a partir de la imagen de la vid, la planta de la uva, se nos transmitía un mensaje sobre la  relación vital íntima que Juan ve entre Jesús y los discípulos. De allí se desprende, decíamos, que Juan ve a cada uno de nosotros, discípulos,  no como seguidores o beneficiario s, sino  como participantes y coautores de la actividad misma del Hijo , porque participamos también de la vida de aquel con quienes somos uno solo.  Y hay bastante diferencia entre vernos de una u otra manera, para efectos del tipo de espiritualidad y práctica de vida cristiana que se deriva de la manera como entendemos lo que es el discipulado Por poner un solo ejemplo, es difícil pensar que si uno se entiende de manera predominante como  destinatario de beneficios de Dios, no se está colocando en una posición interesada, dominada por un ego centrismo. Por el contrario, un “participante” y “coautor” de la actividad del Hijo,