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Mostrando las entradas de noviembre, 2012

34º domingo t.o., Cristo Rey

Lect.: Dan 7: 13 -  14; Apoc 1: 5 – 8, jn 18. 33 - 37 Una de las tentaciones más profundas que nos obstaculizan nuestro crecimiento espiritual es la tentación  de dominar y oprimir a los demás. Tan profunda que casi nunca caemos en la cuenta de que tenemos esa tentación y de que nos dejamos vencer por ella.  Por eso ni siquiera aparece en nuestros exámenes de conciencia y en nuestras confesiones. Es una tentación que se nos aparece disfrazada. Se disfraza de deseos legítimos:  Cuando somos padres de familia, o profesores, o funcionarios públicos, se disfraza del deseo de colaborar con el orden y la disciplina. Cuando somos ministros religiosos se disfraza del afán de ayudar a que se cumpla la voluntad de Dios. Y, seamos lo que seamos, suele disfrazarse del legítimo deseo de crecer, de llegar a descubrir y a ocupar el puesto que nos corresponde en la vida. Todos esos deseos legítimos se ven distorsionados por la tentación de dominar y oprimir, cuando pretendemo

33º domingo t.o.

Lect.: Dan  12, 1-3 ; Hebr 10, 11-14. 18    ; Mc 13: 24-32 Hay un tango, cantado por Juan Manuel Serrat, por título "Cambalache", que empieza  con una frase bien fuerte y pareciera pesimista. Dice así, Que el mundo fue y será una porquería  ya lo sé...  (¡En el quinientos seis y en el dos mil también!). Lo llamativo es que el resto de la canción no habla ni de las guerras, ni de la violencia y destrucción a gran escala, de las que nuestro mundo está plagado de ejemplos. Lo que más presenta el tango como "porquería" es que en nuestro tiempo se ha dado un despliegue de "maldá insolente", lo peor que está pasando dice es que "¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!...  ¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador!¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! ¡Lo mismo un burro que un gran profesor! " No hace falta irse muy lejos para entender estas frases. En las últimas semanas, en nuestro país, nos ha tocado ser testigos de

32º domingo t.o.

Lect.:    I Reyes 17, 10-16;    Hebreos 9, 24-28;  Marcos 12, 38-44 En el mundo de la economía es normal y corriente que los empresarios, los propietarios de capital busquen  invertir en proyectos de alta rentabilidad. Es normal también que el ciudadano que tiene unos ahorros, busque colocarlos ahí donde  ganen más intereses, donde le vayan produciendo más beneficios para gastos futuros. Pero lo que es normal en la vida económica presenta un problema cuando lo trasladamos al nivel del resto de las relaciones sociales, de amistad, familiares, e incluso religiosas. Cuando en esos otros planos nuestras motivaciones y acciones son dirigidas prioritariamente por interés,  por el beneficio que espero sacar de algo que hago. Cuando ayudo a alguien pensando en que quizás esa persona en otra situación me devolverá el favor. Como dice el dicho popular, "hoy por ti y mañana por mí". O cuando hago un donativo pensando en que esa cantidad se deducirá de impuestos.

31o domingo t.o., 4 de noviembre 2012

Lect, Dt. 6:2-6; Hb. 7:23-28  Mc 12:28b-34 El tema del respeto a los sentimientos religiosos ha estado en boca de muchos en tiempos recientes. Se pide ese respeto a un ministro de gobierno, porque toma iniciativas con implicaciones éticas en el campo de la educación,  a organizaciones civiles que defienden la diversidad de identidad sexual, a grupos de ciudadanos que promueven un estado no confesional...  Los "sentimientos religiosos" de los costarricenses parecen presentarse como argumento definitivo para juzgar como aceptables o no, iniciativas que implican cambios importantes en la vida de nuestra sociedad. Pero, ¿Son realmente una razón de peso, son lo más importante incluso en lo que se refiere al campo de la religión o de las buenas costumbres para construir de manera sana las relaciones de convivencia entre los costarricenses. En el escenario que presenta el evangelista Marcos hoy aparece un escriba, un teólogo judío de la época interrogando a Jesús sobre lo que e