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Mostrando las entradas de junio, 2020

13º domingo t.o.: ¿Ha perdido radicalidad el mensaje de la Iglesia?

Lect.: 2  Re  4, 8-11. 14-16a ;    Rom  6, 3-4. 8-11;  Mt  10, 37-42 1.     Veintiún siglos han pasado, desde que Mateo escribiera este discurso de la misión de los discípulos de Jesús.    Como vimos el domingo pasado y hoy en la continuación del texto, las palabras de Jesús terminan con planteamientos muy radicales sobre las persecuciones que les pueden esperar y, todavía más radicales, con las advertencias sobre probables divisiones que tendrán dentro de sus mismas familias, siempre por causa del Reino. Sin duda que para nosotros hoy, en comunidades cristianas en países como Costa Rica, el panorama que vemos es muy distinto que el que vivía la comunidad de Mateo. Los cristianos, —y más específicamente los católicos en nuestro país no parece que proclamemos un mensaje radical frente a la sociedad vigente que genere persecuciones ni que provoque divisiones al interior de nuestras mismas familias. Todo lo contrario. En nuestro país, la religión oficial es la católica; en el sis

12º domingo t.o. ¿Cuándo se ganan los cristianos el ser perseguidos?

Lect.: Jer 20, 10-13; Rom 5, 12-15; Mt  10, 26-33 En el relato de hoy de Mateo, Jesús acaba de elegir a sus primeros doce enviados a continuar su misión, a curar enfermedades, dolencias y a liberar de espíritus impuros. Les da unas primeras instrucciones sobre cómo y dónde proclamar el Reino de Dios. Y, de repente, les hace serias advertencias sobre no tener miedo ante persecuciones que podrán venirles, porque van a ser odiados a causa de su Nombre,  e incluso llevarlos hasta la muerte.  El texto puede sorprender. ¿Cómo una misión tan liberadora y realizadora de salud puede generar sentimientos negativos de persecución?  Y, a continuación, otra pregunta inevitable, ¿es que los siglos posteriores los cristianos debemos estar preparados para ser perseguidos? El punto central, que esclarece el sentido del texto, es la frase “a causa de su Nombre”. Es decir, Jesús no se refiere a cualquier tipo de conflicto o ataque de que podamos ser objeto los cristianos como individuos o com

fiesta del Corpus Christi, ¿seguro que entendemos de qué se trata?

Lect. :  Deut  8, 2-3. l4b-l6a  ; 1  Cor  10, 16-17 ;  Jn  6, 51-58  1.     Más de uno se ha sentido desolado celebrando esta fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo en tiempos de confinamiento por la pandemia. Las noticias han aparecido incluso sobre un cardenal arzobispo saliendo hasta el borde de su Catedral, mostrando la Custodia con la hostia consagrada ante la imposibilidad de llevarla en procesión. Otros casos hablan, en estos días anteriores, de curas trepándose al tejado de su casa para, desde allí, impartir la bendición también con la custodia. Afortunadamente nada de esto se ha producido, que sepamos, aquí en Costa Rica. Pero vale la pena reflexionar sobre ello, así como sobre la multiplicación de transmisiones televisivas de misas (utilizo la palabra intencionalmente, porque no se trataba de celebraciones eucarísticas con comunidad). Y vale la pena porque aunque es probable que se pueda constatar que para todas y todos los cristianos católicos la celebración de la eucaris

La Trinidad, "no es una verdad para creer"

Fiesta de la Trinidad Lect.:  Éx  34, 4b-6. 8-9; 2  Cor  13, 11-13;     Jn  3, 16-18         La experiencia nos enseña lo inadecuadas que son las solas palabras para expresar nuestros mejores sentimientos y nuestras profundas convicciones. Si teníamos alguna duda al respecto, el confinamiento, la cuarentena, nos han hecho pasar por pequeñas o mayores frustraciones cuando constatamos que ni el diálogo por whatsapp, ni el apoyo del zoom y de otros instrumentos de video, pueden reemplazar el encuentro directo, los gestos “en vivo” el calor del abrazo y del apretón de manos; y no pueden transmitir adecuadamente lo que queremos expresar y, sobre todo, la carga emocional que lo acompaña. Incluso esa incapacidad de los medios virtuales puede dar lugar a malentendidos.           En realidad, es algo que ya antes sabíamos que pasaba sobre todo cuando tratábamos de compartir la alegría sentida, el disfrute de la vida, la intensidad del amor… Y es algo que deberíamos también haber c

Pentecostés: celebrando una Fuerza que hay en nosotros más grande que nosotros

lect: Hch  2, 1-11; 1  Cor  12, 3b-7. 12-13; Jn  20, 19-23 Lo importante de estas celebraciones es no quedarse en la “conmemoración” de hechos antiguos. Por razones que sabemos o podemos adivinar, la liturgia se ha hecho rígida y el paso por diferentes aspectos de la vida de Cristo se quedan como viejas fotografías, amarillentas (cuando había fotos impresas en papel), que “recordamos” como algo importante que sucedió a Jesús de Nazaret y a los primeros discípulos y nada más. Y así como de la Ascensión teníamos la vieja estampa de Jesús subiendo sobre nubes, en Pentecostés tenemos en otra estampita a María la Madre de Jesús, rodeada de los apóstoles, y con unas “lenguas” de fuego encima de sus cabezas, todos muy devotoa.   Es, como decía uno de Uds. lectores de estas reflexiones, la “religión de estampitas” en que hemos crecido la mayoría. En realidad, cada uno de esos eventos de la vida de Jesús se nos presenta como un llamado a descubrir en nuestra vida actual una dimensión real