Lect.: Jer 20, 10-13; Rom 5, 12-15; Mt 10, 26-33
- En el relato de hoy de Mateo, Jesús acaba de elegir a sus primeros doce enviados a continuar su misión, a curar enfermedades, dolencias y a liberar de espíritus impuros. Les da unas primeras instrucciones sobre cómo y dónde proclamar el Reino de Dios. Y, de repente, les hace serias advertencias sobre no tener miedo ante persecuciones que podrán venirles, porque van a ser odiados a causa de su Nombre, e incluso llevarlos hasta la muerte. El texto puede sorprender. ¿Cómo una misión tan liberadora y realizadora de salud puede generar sentimientos negativos de persecución? Y, a continuación, otra pregunta inevitable, ¿es que los siglos posteriores los cristianos debemos estar preparados para ser perseguidos?
- El punto central, que esclarece el sentido del texto, es la frase “a causa de su Nombre”. Es decir, Jesús no se refiere a cualquier tipo de conflicto o ataque de que podamos ser objeto los cristianos como individuos o como grupos indeterminados, de manera similar a como sucede a cualquier persona o grupo. Por ejemplo la reprensión de la que uno se hace acreedor por infringir normas de convivencia pública. Tampoco cabe entonces en esta categoría de “perseguidos” cuando se trata de conflictos y luchas entre religiones, como las que, desgraciadamente se han dado tanta veces en la historia. Ser perseguidos por causa del nombre de Jesús se refiere a serlo por causa de lo que implica la predicación y vida de Jesús. Es ser perseguido por la misma razón por la que lo persiguieron a él. En breves rasgos, que ya hemos mencionado otras veces, Jesús presenta y vive un proyecto de transformación personal y social, de camino hacia lo que él entiende por Reino de Dios, que implica una reconstrucción, una verdadera recreación de las redes de relaciones humanas, en fraternidad, sobre la base de la solidaridad y la justicia, en las que estas cualidades y no el poder de dominación de unos sobre otros, sean las que configuren la sociedad.
- Este ideal de vida, aun sabiendo que no se construye mágica ni milagrosamente, y que requiere de un proceso, muestra desde el principio una dirección y una dinámica que contradice el “orden”, la “normalidad” existentes. Suficiente como para provocar la reacción violenta de quienes sienten que sus estatus y poder se ven amenazados, al verse amenazadas las estructuras religiosas, sociales y familiares en las que se sostienen.
- Por eso eran necesarias esas advertencias de Jesús a quienes están aparentemente decididos a seguirlo en su misión. Si lo hacen deben contar con conflictos inevitables con cuantos no comparten la propuesta universal de comunión en la que pobres y excluidos se sientan a la misma mesa, se puedan integrar a la misma familia, en particular quienes no la tienen.- En efecto son advertencias válidas y relevantes para cuantos quieran hacer propio el seguimiento de Jesús en sociedades con estructuras más adecuadas para lobos que para ovejas.Ω
Muy interesantes decir que Cristo significó algo así como un obstáculo para los poderosos y eso le atrajo enemigos acérrimos. En nuestros días sin cargo los cristianos somos bastante cautos en nuestras acciones y nos hace falta una buena dosis de valor para defender nuestras creencias. Puedo pensar en la defensa de la vida por ejemplo. En nuestra actitud hacia los pobres y más necesitados y en nuestro diario actuar. SMR
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