Ir al contenido principal

3er domingo de Pascua

Lect.: Hechos 3,13-15.17-19; I Juan 2,1-5; Lucas 24,35-48

  1. El apóstol Tomás, según el evangelio de Juan, ha pasado a la historia como el ejemplo del cristiano que no avanza en la fe mientras no tiene prueba físicas, materiales de la resurrección. Lo veíamos el domingo pasado. Sin embargo, Tomás no es el único caso que encontramos en el Nuevo Testamento. En el texto de Lc de hoy, si nos fijamos con cuidado, nos topamos con otra comunidad, la lucana, que escribe este evangelio bastantes décadas después de la crucifixión y que representa a otro grupo de cristianos, que provienen del mundo pagano, y que  también se muestran muy necesitados de pensar en manifestaciones físicas de la resurrección. Hablan de haber visto y comido con un Jesús que, por una parte ha sido resucitado pero que, al mismo tiempo, tiene las cualidades del Jesús mortal que había vivido y caminado por los pueblos de Galilea. Por una parte, se constata con la experiencia de los discípulos de Emmaús, que no se trata de la vuelta a la vida ordinaria del Jesús muerto, puesto que no lo pueden reconocer en su apariencia física. Pero, al mismo tiempo, parece que una experiencia de Jesús en una dimensión espiritual distinta de la vida corriente les sabe a muy poco. Y necesitan hablar de que ese Jesús en la nueva dimensión espiritual, curiosamente, tiene carne y huesos, y puede comer pescado asado. Es llamativa esta actitud, porque también a estos cristianos de Lucas se les podría aplicar las palabras de Jesús: “bienaventurados aquellos que sin ver han creído”.
  2. El Tomás descrito por Juan, o por Lucas y su comunidad, en realidad, revelan un rasgo permanente de nuestra condición humana y que nos impiden bastante avanzar, tanto en nuestra madurez humana como en nuestra compresión del evangelio. Ese rasgo limitante, es la dificultad que tenemos para pensar que podemos construir niveles de vida más plenos que el actual, formas de convivencia y de realización personal mucho más fecundos, constructivos y satisfactorios que los que ha logrado la humanidad hasta el momento. Superando esa limitación, la aceptación del Cristo resucitado del que formamos parte nosotros mismos es, para los cristianos, la manera de proclamar que a pesar de dudas y dificultades, tenemos la convicción de que hay hombres y mujeres que llamamos testigos de vida espiritual que, como Jesús, han alcanzado formas más plenas y realizadoras de vida humana. Y la “Buena noticia” es la que nos dice que todos podemos ir creciendo y construyendo  esa forma de vida más plena. Afirmar con Pablo que “ya hemos resucitado con Cristo” quiere decir que estamos creciendo en esa vida plena.
  3. A pesar de su inclinación por las experiencias físicas, Lucas nos dice que los discípulos de Emaús, no pudieron reconocer al Jesús resucitado por su apariencia  física, sino solo por  “la fracción del pan”. Es una manera de decirnos que el descubrimiento de esas dimensiones profundas de vida nueva, de un presente y futuro nuevos, de una vida de resucitados, lo vamos a realizar en la medida en que superemos las barreras de aislamiento de nuestro yo egoísta, centrado solo en nuestros miopes intereses. La con la Fracción del Pan puede ser, para nosotros, ocasión de expresar nuestra convicción de que la vida nueva plena, la alcanzamos abriendo nuestra vida a una dinámica de comunión verdaderamente transformadora. Ω

Comentarios

Entradas más populares de este blog

3er domingo de Cuaresma. "EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO ES UN ÚNICO AMOR. Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido". MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL A LA IGLESIA Y PUEBLO DE COSTA RICA

 Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir. En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”. La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia

4º domingo del tiempo ordinario: EL MODO DE ENSEÑAR DE JESÚS ES ALGO NUEVO Y PRODUCE ALGO NUEVO (retomamos nuestros comentarios dominicales)

 Lect.:  Deuteronomio 18,15-20; 1  Corintios 7,32-35;  Marcos 1,21-28 El episodio de hoy tiene lugar en una sinagoga, —"en Cafarnaum", dice Marcos. Se trataba de un lugar de reunión en el que además de oraciones y bendiciones, se escuchaba   la lectura de la torá y de los profetas y una  predicación explicativa. A los escribas, como personas ilustradas, correspondía en gran medida la explicación y aplicación  de la Palabra.  Y es precisamente en ese ambiente habitual de enseñanza y aprendizaje donde el evangelista resalta rasgos únicos de Jesús que causan asombro en la audiencia . El texto no narra de qué habló sino de cómo lo hizo . Por contraste con los maestros de oficio, los presentes reconocen que Jesús no habla comentando libros ni autores, sino con autoridad propia . Se trata de hablar con convicción porque asocia y refrenda la palabra con la acción .  "Para Marcos, la autoridad especial de la palabra de Jesús se pone de manifiesto en que está acompañada de a

FIESTA DEL "CORPUS CHRISTI": LA EUCARISTÍA VIVENCIA Y SÍMBOLO DE LA RESURRECCIÓN

  Lect.: Deut 8,2-3.14b-16a; 1ª carta Pablo a los Corintios 10,16-17; Juan 6,51-58. Pienso que concluir este tiempo de Pascua festejando la celebración de la Eucaristía es oportuno y esclarecedor. No es conmemorar un “misterio” más de la vida de Cristo, ni subrayar un aspecto importante doctrinal. Es, más bien, la oportunidad para ver en síntesis lo que significa para nosotros celebrar la resurrección de Cristo y de esa manera, también, aclarar malos entendidos en aspectos claves de nuestra fe cristiana.  Poco a poco hemos ido entendiendo, en la medida en que nos aplicamos a ello, que al afirmar nuestra convicción en la resurrección de Cristo no estamos afirmando que el cuerpo de Jesús volvió a la vida terrena que tenía antes de su crucifixión y muerte. No es lo mismo “resurrección” que “resucitación de un cadáver”. Con Pablo y los evangelios  afirmamos que Dios elevó a Jesús de la muerte , llevándolo a ser parte de su propia vida . Este “momento pascual” para hablar del cual care