Leyendo el texto de hoy de Marcos, tomando en cuenta, al menos, las notas explicativas proporcionadas, espero que a cada uno de nosotros se nos abran perspectivas para ubicar el mensaje múltiple en nuestro contexto actual.
A mí, en lo personal, me deja pistas para seguir reflexionando.
La primera, es que, si entiendo bien el texto, no se trata de abrirse a una discusión sobre si existen o no "demonios", "espíritus malignos". Lo que existía entonces, y continúan existiendo hoy son una serie de "fuerzas" o "poderes" sociales, económicos, políticos que nos privan en gran medida, a todos y a todas, de nuestra libertad para realizarnos como seres humanos plenos. Son esos los "demonios" que no solo nos "marcan la cancha" sino que, peor aún, nos condicionan nuestra manera de ver y de pensar los problemas y las oportunidades de la realidad en que estamos inmersos. Aparecen y funcionan como si fueran "poderes" que controlan nuestras vidas. Nos privan, a menudo, de nuestras capacidades para descubrir lo que valemos con nuestra dignidad de personas humanas. Estos "poderes" sobre todo, se aprovechan de personas más golpeadas por la pobreza y la falta de acceso a una buena educación, y son capaces de manipularlos utilizándolos para intereses que en nada los benefician. Un caso que podemos mencionar, que es del conocimiento de muchos es de las manipulaciones de "dirigentes" políticos que se aprovechan de las necesidades de grandes mayorías, para trepar al poder, con discursos atractivos para esos necesitados. Son los dirigentes que ahora se les llama "populistas", porque se sirven del pueblo en vez de servirlos ellos. Y utilizan, sin escrúpulos las mentiras, las "fake news" (las falsas informaciones) para obtener y mantenerse en el poder. (¿Les suena el nombre de Donald Trump?).
Pero la otra pista que me deja pensando es la que da el modo de anunciar Jesús la Buena Noticia, donde la enseñanza se unía a la práctica de transformación liberadora de las personas concretas. Muchos de nosotros, sacerdotes, dirigentes religiosos, políticos, teólogos y economistas hemos dedicado gran parte de nuestros esfuerzos en la vida a estudiar y a afinar nuestra comprensión de los problemas que aquejan a nuestro pueblo. Y luego hemos tratado de enseñar el resultado de nuestros análisis y de participar en actividades de discusión con quienes sustentan posiciones que consideramos negativas porque "no promueven el cambio de las situaciones de injusticia existentes". La cosa es que "la enseñanza de la Buaen Nueva", Jesús la acompañaba de una "fuerza transformadora". ¿Qué requerimos para hacer nuestra esa práctica de Jesús?Ω
También llama la atención el hecho de que la gente se refiera a las enseñanzas de Jesús como una novedad. Y esta novedad llama la atención sobre todo por la "autoridad" con la que se presenta. Hay una contraposición entre Jesús, que enseña con esta autoridad y los escribas, que, pese a ser los maestros de la ley, no la tienen. El tema de lo nuevo se expone de muchas maneras en los evangelios. La novedad no se presenta como una fractura dentro de este pasaje, sino más bien como un florecimiento repentino que a la postre terminará resquebrajando el judaísmo. Cuando Marcos escribe la "buena noticia", los cristianos todavía no han sido expulsados de las sinagogas, por lo que se ve esta novedad como algo positivo dentro del judaísmo, pero hay como una flecha que ya señala otro camino posible.
ResponderBorrarComparto lo que he escuchado y comentado con otros. Los demonios no son entidades extrañas, ajenos a nosotros y a nuestra humanidad individual y social. Nuestros demonios son las actitudes que rompen nuestro estado de gracia y comunicación con Dios, con los demás y con nosotros mismos. Son fundamentalmente los deseos desordenados y egoicos del poder, el tener, el parecer y el placer. Todo esto alimentado por estructuras que validan estás características como valiosas para ser un triunfador, en una sociedad materialista y hedonista. Cuesta romper estos esquemas, pues si no se tienen podemos parecer unos pobres perdedores, sin éxito, sin agallas, sin valor ante los demás ni ante nosotros mismos. Jesús se enfrenta a un endemoniado, pero no lo rechaza a él, sino a sus demonios, y con la autoridad impactante de su presencia y su amor, expulsa los demonios y permite que el endemoniado recobre su esencia. La liberación de nuestros demonios es primero un acto de libertad, tenemos que querer. Pero la presencia de un Otro con autoridad, con coherencia y amor infinito, debilita las fuerzas negativas que nos asfixian y nos enseñan que hay un modo de vida superior, liberador, gozoso.
ResponderBorrarComenté con una persona cómo extirpar o debilitar los demonios, pero en el ámbito social, por ejemplo en nuestra Costa Rica actual. Pensamos que lo primero es empezar por uno mismo, siendo coherente, justo, solidario... Pero ¿Y lo social? ¿Qué procede? ¿Cómo ser luz para, junto con otros, encontrar soluciones para forjar una patria, no sólo más justa y solidaria, sino también más feliz?