Ir al contenido principal

Jueves Santo

Lect.. Éx 12:1-8, 11-14; I Cor 11:23-26; Jn 13:1-15
  1. Puede que algunos nos preguntemos si todavía tienen sentido las celebraciones de la Semana Santa, —si son algo más que folclore, o una ocasión para gozar de unos días de vacaciones. Pero sí, son algo más. El sentido de estas celebraciones lo encontramos, en síntesis, en dos acciones simbólicas realizadas por Jesús el Jueves Santo y que la Iglesia las repite para que las asimilemos, para que las hagamos nuestras, para que marquen la memoria de nuestro corazón. Esas dos acciones simbólicas son el lavatorio de pies y el partir y repartir el pan y el vino, la comida, con quienes comparte Jesús la mesa. Desde ahí se entienden el resto de los momentos de esta última semana de la vida de Jesús. Desde ahí se entiende, en particular el acontecimiento de la muerte en la cruz. Y ambas acciones las realiza Jesús con la misma intención: la de que podamos conocer y asimilar cuál es la razón de su vida y de la nuestra, cuál es el tipo de sociedad humana que él quiere construir, y en qué consiste lo esencial de lo que llamamos religión y de la vivencia del evangelio. Tanto el lavado de los pies como el partir y repartir el pan y el vino nos dicen que la razón de vida de Jesús fue gastar la vida hasta el final creando vida en abundancia y plenitud para todos con la fuerza del amor y del servicio. Ese fue el sentido, la gran pasión que animó a Jesús siempre, durante toda su existencia y hasta la muerte; fue también la gran pasión de Monseñor Romero, cuyo 36º aniversario de martirio conmemoramos hoy, y es lo que él espera que sea la gran pasión que nos mueva a quienes queremos ser sus discípulos.
  2. No es tarea fácil, sobre todo, por dos obstáculos que encontramos a diario. En primer lugar, porque vivimos en una sociedad, en la que las prácticas políticas, económicas y sociales se levantan sobre una creencia que nos rodea y bombardea por todo lado; la creencia de que el la sociedad es normal que haya señores poderosos y súbditos débiles; una minoría de ricos famosos por un lado y pobres con menos de lo necesario, en gran mayoría, por el otro; destacados maestros y mayorías ignorantes. En ese tipo de sociedad, como lo es la nuestra, con semejantes desigualdades, es difícil y casi imposible poner atención y menos aceptar las palabras de Jesús que acabamos de escuchar: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.” ¿Quién de los que se consideran señores y maestros en nuestras sociedades actuarían así, incluyendo aquellos que se dicen cristianos? ¿Cuántos líderes políticos? ¿cuántos conductores de las finanzas internacionales y nacionales? ¿cuántos empresarios e incluso padres de familia?
  3. El segundo obstáculo que nos topamos para compartir la gran pasión que animaba a Jesús es que hemos ritualizado, banalizado, rutinizado el gran gesto eucarístico que Jesús quería que hiciéramos en su memoria —y el lavatorio, su equivalente si acaso lo recordamos una vez al año. Hemos así perdido el significado original de este medio entregado por Jesús para renovar continuamente nuestra capacidad de entrega al servicio del amor. Hemos reducido el signo eucarístico al cumplimiento de una norma eclesiástica, o a la práctica de una devoción particular. Se ha transformado en un rito que se realiza, incluso varias veces al día aunque sea con escasos “asistentes”, que se incluye como parte de una inauguración o clausura de un evento,  como la "actividad" que llena “por default” un programa de aniversario, de un curso o de festejo institucional.
  4. De ahí que nos queda, en este Jueves Santo, plantearnos una doble tarea como Iglesia: recuperar la vitalidad de la Eucaristía como participación en la vida de servicio de Jesús y hacer de ella una fuente para la transformación fraterna de la sociedad de dominación en que vivimos.Ω

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

3er domingo de Cuaresma. "EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO ES UN ÚNICO AMOR. Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido". MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL A LA IGLESIA Y PUEBLO DE COSTA RICA

 Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir. En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”. La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia

4º domingo del tiempo ordinario: EL MODO DE ENSEÑAR DE JESÚS ES ALGO NUEVO Y PRODUCE ALGO NUEVO (retomamos nuestros comentarios dominicales)

 Lect.:  Deuteronomio 18,15-20; 1  Corintios 7,32-35;  Marcos 1,21-28 El episodio de hoy tiene lugar en una sinagoga, —"en Cafarnaum", dice Marcos. Se trataba de un lugar de reunión en el que además de oraciones y bendiciones, se escuchaba   la lectura de la torá y de los profetas y una  predicación explicativa. A los escribas, como personas ilustradas, correspondía en gran medida la explicación y aplicación  de la Palabra.  Y es precisamente en ese ambiente habitual de enseñanza y aprendizaje donde el evangelista resalta rasgos únicos de Jesús que causan asombro en la audiencia . El texto no narra de qué habló sino de cómo lo hizo . Por contraste con los maestros de oficio, los presentes reconocen que Jesús no habla comentando libros ni autores, sino con autoridad propia . Se trata de hablar con convicción porque asocia y refrenda la palabra con la acción .  "Para Marcos, la autoridad especial de la palabra de Jesús se pone de manifiesto en que está acompañada de a

FIESTA DEL "CORPUS CHRISTI": LA EUCARISTÍA VIVENCIA Y SÍMBOLO DE LA RESURRECCIÓN

  Lect.: Deut 8,2-3.14b-16a; 1ª carta Pablo a los Corintios 10,16-17; Juan 6,51-58. Pienso que concluir este tiempo de Pascua festejando la celebración de la Eucaristía es oportuno y esclarecedor. No es conmemorar un “misterio” más de la vida de Cristo, ni subrayar un aspecto importante doctrinal. Es, más bien, la oportunidad para ver en síntesis lo que significa para nosotros celebrar la resurrección de Cristo y de esa manera, también, aclarar malos entendidos en aspectos claves de nuestra fe cristiana.  Poco a poco hemos ido entendiendo, en la medida en que nos aplicamos a ello, que al afirmar nuestra convicción en la resurrección de Cristo no estamos afirmando que el cuerpo de Jesús volvió a la vida terrena que tenía antes de su crucifixión y muerte. No es lo mismo “resurrección” que “resucitación de un cadáver”. Con Pablo y los evangelios  afirmamos que Dios elevó a Jesús de la muerte , llevándolo a ser parte de su propia vida . Este “momento pascual” para hablar del cual care