Lect.: Amós 6: 1 a. 4 – 7; 1 Tim 6: 11 – 16; Lc 16: 19 - 31
Hace cuatro días, el Papa Francisco, en su visita a la
isla de Cerdeña, en Italia, habló con palabras que le salieron del corazón a
los trabajadores y a la gente de empresa. Estas palabras de Francisco nos
sirven de marco para leer desde nuestra época el sentido de la parábola de Lc
que acabamos de escuchar. El desempleo, les dice el Papa a los trabajadores,
les quita la dignidad; donde no hay trabajo, no hay dignidad. Pero no permitan
que les roben la esperanza. El desempleo no es solo un problema de Italia
o de algunos países europeos, es el resultado de una decisión global, de un
sistema económico que conduce a esta tragedia, una economía que está centrada en un ídolo llamado dinero. Y luego
añadió: Dios no quiere un ídolo en el
centro del mundo, sino al ser humano, al hombre y a la mujer que mantienen al
mundo caminando con su trabajo. Pero esta economía esta vacía de ética, y
en su centro hay un ídolo y el mundo se ha hecho idólatra de ese dios - dinero.
Y por defender a ese ídolo... se bota a los que están en los extremos: a los
ancianos, que no son tomados en cuenta, —en una especie de disimulada eutanasia—,
y a los jóvenes que, al no encontrar trabajo, colapsan y su dignidad con
ellos.
Sabemos que Lucas, en su evangelio, como el profeta Amós
(1ª lect), arremete con frecuencia con el tema de la acumulación de las
riquezas como gran peligro para la vida humana. No encontraremos que hable
obsesivamente de temas sexuales, ni litúrgicos, pero sí insiste en varios momentos
en el tema del uso de las riquezas. Es algo, por lo visto, que preocupaba en su
comunidad. Pero no son las riquezas en sí mismas, los bienes de este mundo, los
que critica. No es la vida económica la que condena. Lucas, al igual que Francisco,
aunque con otras palabras, lo que enjuicia severamente son las actitudes ambiciosas de quienes han construido una economía que no
pone en su centro a la comunidad humana, a las personas humanas. Lo que
critica es un modo de vida egoísta creado por actitudes egoístas. Lc no habla
de un rico concreto, de un caso particular, ni siquiera le da nombre. En la figura del rico esta representando al
estilo de vida de toda una clase social de su tiempo, que en medio de la
enorme pobreza de los pueblos de Galilea, vivían con lujos descarados, copiando
el nivel de vida de las ciudades romanas y de espaldas a los pobres Lázaros que
estaban a las puertas de sus mansiones. En situación paralela hoy, Francisco,
se enfrenta también a una economía que funciona
creando sueños irrealizables en mucha gente que jamás podrá alcanzar ese
nivel de vida. Que funciona, pero no
para el enriquecimiento y plenitud de la vida humana de todos, sino solo para
el beneficio de grupos obsesionados con especular con las finanzas para hacerse
cada vez más ricos, de espaldas a las necesidades vitales de multitud de
Lázaros cubiertos de heridas, despojados de su dignidad, de su empleo y de la
posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas.
Lc está llamando la atención de su comunidad y la nuestra,
en especial de quienes disfrutan de bienes en mayor cantidad, para que revisemos nuestras actitudes en el
manejo de los bienes que caen bajo nuestro cuidado. Quiere que nos preguntemos
si todo lo que tenemos es para ayudar a realizarnos y ayudar a que los demás se
realicen más como seres humanos? O si es, más bien, para desperdiciar lo que
nos sobra en lujos y bienes innecesarios. Francisco denuncia también lo que
llama una cultura del desperdicio
que ha sido creada para defender esta economía idolátrica. Y ante esa cultura y
ese sistema, dice el Papa, debemos gritar ¡no!, ¡no queremos un sistema
globalizado que hace tanto daño, queremos una economía que tenga como centro el
bien de todos los hombres y mujeres!
Como cristianos no tenemos que esperar a morir para que
las cosas cambien. Ni tampoco hace falta que un muerto resucite para que nos
demos cuenta de cuál es el camino que conduce a la plenitud de vida. Tenemos suficientes enseñanzas en la vida de Jesús que
nos motivan a unirnos con todas las personas de buena voluntad en el esfuerzo
por cambiar el actual modo de vida de nuestra sociedad.Ω
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