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22 domingo tiempo ordinario

22º domingo t.o., 31 ago. 08
Lect.: Jer 20: 7 – 9; Rom 12: 1 – 2; Mt 16: 2 – 27


1. Hoy les tengo que pedir que hagamos un esfuerzo especial para captar el mensaje del evangelio, no porque sea especialmente difícil, sino porque es uno de esos llamados de Jesús al que le damos interpretaciones que se quedan cortas e incompletas, pero que repetimos tantas veces que resulta difícil releer el evangelio y recuperar con frescura su mensaje original. El llamado al que me refiero es el que dice: “El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. ¿Cómo hemos entendido esta invitación de Jesús? Hay tres interpretaciones frecuentes que dejan muy corto el sentido del texto. 1ª, entendemos que “tomar la cruz” es asumir mortificaciones —voluntarias e involuntarias— y ofrecerlas por nuestros pecados. No podemos ser mártires condenados a muerte, pero podemos morir a pellizcos. Muchas veces hemos entendido así nuestra vida espiritual. Una 2ª forma: cuando pensamos que la “cruz” es lo que cuesta comportarse moralmente: reprimir nuestro mal genio, controlar nuestra tendencia sexual, no abusar del licor y los placeres. Una 3ª, en fin, es cuando pensamos en identificarnos místicamente con Jesús, por ej. desde nuestro lecho de enfermos, y transfigurar nuestro sufrimiento en unión con el de Cristo. No es que estas tres interpretaciones sean falsas. Pero se quedan cortas, incompletas y pueden conducir a prácticas erróneas. ¿Qué quiere decir entonces tomar la cruz de Cristo y seguirle? No vamos a inventar nada; preguntémonos qué significó para Jesús “negarse a sí mismo” y “tomar la cruz”.
2. La negación de sí mismo la realizó Jesús a lo largo de toda su vida. El momento de su condena a muerte en la cruz solo fue la culminación de todo un proceso. Tratemos de ponernos en los zapatos de Jesús y de verlo con los ojos de Pedro, para entender en qué consistió la “negación de sí mismo”. 1º Jesús se destacaba como un gran rabino, excelente pedagogo. Exitoso. Podía haber sido verdaderamente un “ganador”, en el espacio del templo y la sinagoga. Haberse ubicado bien, ganar dinero, mantener a sus padres, abrirles camino al resto de su familia y todo esto sin dejar de ser un judío cumplidor, moralmente correcto. Podía haber reunido a sus discípulos para ayudarles a vivir también como él, con principios morales y, a algunos, con posibilidades también de convertirse en nuevos rabinos. 2º Jesús, además, se mostró como un gran líder, con gran carisma. Podía haber sido el mesías como lo esperaban los judíos, iniciar una gran rebelión contra los romanos. Podía haber sido, al menos, el gran líder de un movimiento reformador del judaísmo como el de los fariseos, saduceos o de los esenios. De nuevo, sin dejar de ser un gran cumplidor de la ley, un ejemplo de moralidad y vida religiosa. Estas estupendas posibilidades de vida fueron las que Jesús negó a lo largo de toda su vida y hasta el momento del calvario. Esta negación es la que Pedro y el resto de los discípulos no entienden.
3. ¿Por qué niega Jesús todos estos caminos de supuesto éxito? Resulta incomprensible a primera vista porque en cualquiera de ellos hubiera podido ayudar mucho a los demás. Sin embargo, siguiendo esos caminos Jesús simplemente se hubiera “ajustado a su mundo”, como dice Pablo en la 2ª lectura. O, en lenguaje de Mt, hubiera querido “salvar su vida”, es decir, planear su desarrollo y su futuro conforme a los valores existentes en la sociedad, adaptarse a lo que su propia mentalidad personal y las ideas de su época le hacían ver como lo más valioso. Pero Jesús entiende, y más que entender confía plenamente en que su Padre, que lo amó intensamente, es quien mejor sabe lo qué el debe ser y hacer. Confía en que negando la visión prevaleciente de cómo tener éxito en el mundo, abriéndose a “pensar como Dios”, es como realmente salvará su vida, es decir, logrará hacerla como su Padre con amor la ha pensado y la ha amado desde siempre. Aunque eso le lleve a ser un “hazmerreír” de otros, como dice Jeremías. Con lenguaje sacerdotal Pablo dice que esta entrega de lo que uno cree ser, como una hostia presentada al Padre misericordioso, es el verdadero culto que podemos celebrar.
4. A lo que Mt nos invita es a seguir a Jesús en ese mismo camino de negación para afirmar lo que realmente somos en la mente y la voluntad de Dios. No dejarnos engañar por las falsas imágenes que hemos construido de nosotros mismos, ni por los ideales morales, religiosos, legales, que asumimos sin ver que no representan más que convenientes comportamientos para tener éxito social, o financiero en la sociedad. Seguir el Camino no es tarea fácil. Es más difícil que practicar mortificaciones o pequeñas renuncias. Requiere un proceso de transformación, de ir aprendiendo a discernir, dice Pablo, la voluntad de Dios que nos hace cada vez más maduros en descubrir y en aceptar lo que cada uno de nosotros es en el corazón de Dios. Un proceso largo y dedicado. Pero lo importante es descubrir que este es el camino.Ω

Comentarios

  1. Me estoy poniendo al día con las lecturas que tenía pendientes y estoy encontrando un tesoro de reflexiones. Gracias por ellas. Saludos. Anabelle

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