Lect.: Ez 37, 12-14; Rom 8, 8-11; Jn 11, 1-45
- El evangelio de Juan introduce un nuevo personaje simbólico, Lázaro, como protagonista de un último “signo” realizado por Jesús en la proximidad de su pasión y muerte. Colocada la lectura en la liturgia una semana antes de empezar la conmemoración de éstas, tiene una gran utilidad para que los y las cristianas podamos asimilar el sentido auténtico y profundo de los acontecimientos últimos en la vida de Jesús. La que se ha llamado “resurrección” de Lázaro, —dicha de manera más adecuada, su “vuelta a la vida”, va a permitirnos reflexionar sobre la forma como el propio Jesús entendía la muerte y la vida, tal como podemos captarla desde la perspectiva joánica, y nos permite deshacernos de interpretaciones incorrectas, creadas a lo largo de la historia pero que no reflejan el sentido evangélico.
- El relato cargado de simbolismos se desarrolla integrando diálogos de Jesús con otros personajes de esta escena, tales como Marta y María aparte de los discípulos cercanos presentes. Y con esos diálogos, mejor que con exposiciones doctrinales teológicas que vendrán después en las comunidades. Lo primero y principal que destaca es la centralidad de la “vida” en el mensaje de Jesús, y por tanto en el anuncio al que habrán de ser fieles sus seguidores. Cuántas veces hemos oído y repetido la proclamación de Jesús de que su misión consiste en dar vida y abundante y quizás no hemos captado todo lo que esa afirmación quiere decir, —y todo lo que no quiere decir. En la corrección que se señala del pensamiento de Marta, queda claro que no se trata de la vida como la entendían grupos fariseos y de rabinos, cómo una “nueva vida” que viene después de la muerte corporal, con la resurrección de los muertos en el último día. Así lo creía Marta, y los grupos mencionados y, pese a la reacción categórica de Jesús, así, siglos después se sigue presentando en las iglesias como parte de la fe cristiana.
- De lo que se trata, según sugieren los textos, es de la vida misma de Jesús, en la que se manifiesta una “ampliación” o profundización de otro nivel de la existencia humana que se alcanza aquí y ahora. Para la comunidad joánica, se trata de la vida en su sentido más pleno, y realizarla es alcanzar la salvación que en el Nuevo Testamento equivale al ingreso en el Reino de Dios, como hablan los evangelios sinópticos. Por eso, el impacto de la enfermedad y la muerte corporal se relativizan, como queda de manifiesto en el episodio de Lázaro. Y así se entiende a Tomás exclamando, “vamos todos a morir con él”, manifestando que está llegando a entender que compartiendo el destino de Jesús es como encuentra la vida plena.
- Puede ser orientador concluir esta breve reflexión de esta quinta semana de cuaresma con una cita de ese esclarecido autor John Shelby Spong, quien tras dedicarse intensamente por años en exclusiva al estudio del evangelio de Juan, escribió: “El evangelio de Juan trata de la vida —vida extensa, vida abundante y, en última instancia. vida eterna— pero no de la forma típica en que estas palabras se han entendido religiosamente. Veo surgir un nuevo paradigma en el cristianismo, e intento hablar con ese paradigma y basarlo en la tradición, para lo cual someto el Cuarto Evangelio a un nuevo proceso interpretativo. He descubierto que el Cuarto Evangelio es un libro tanto para conocerlo como para vivirlo.” (ver Nota).
Nota. Ver, John Shelby Spong, 2013 – The Fourth Gospel: Tales of a Jewish Mystic, En Kindle, de Amazon, 2013 – HarperCollin
Ese Cuarto Evangelio es mi libro de cabecera desde hace rato, una joyita
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