Lect.: Ex 17, 3-7; Rom 5, 1-2. 5-8; Jn 4, 5-42
1. Poco antes del texto evangélico de este domingo, el evangelista ha colocado una nueva intervención de Juan el Bautista, quien compara a Jesús con un “novio” en una pareja nupcial, y esto le permite presentarse a sí mismo como “el amigo del novio” —mejor amigo, o primer padrino de una boda— cuyo papel irá disminuyendo mientras que el de Jesús crece. ¿A qué vienen estas imágenes matrimoniales? Deben de ser importantes porque se subrayan con la siguiente escena, la de la conversación con la “mujer samaritana en el pozo”, tan asociada a la promesa de agua viva. Tantas veces leído y meditado este episodio, rico en simbolismos y, sin embargo, confieso que nunca había leído, o se me había escapado, el significado que en las tradiciones del A.T. tiene un encuentro en un pozo. Resulta que para los cuentos populares del pueblo judío era un símbolo del lugar donde un hombre iba para buscar una esposa, y la “clave” era pedir a la posible candidata, que le dé de beber. Así aparece, por ejemplo, cuando Abraham envía a un criado a buscar una esposa para su hijo Isaac (Gén 24: 1 - 61).
2. El evangelista con esta narración está entonces subrayando que Jesús desempeña el papel del novio que invita al pueblo samaritano, representado por la mujer, a ser parte de una nueva alianza. Tenía que resultar chocante, como ella se lo recuerda, debido a la larga enemistad entre judíos y samaritanos. Por sorprendente que nos resulte, “se trata de una conversación simbólica sobre cómo el pueblo samaritano puede ser incorporado en la visión de Jesús y cómo pueden superarse incluso divisiones religiosas de larga data, con la nueva conciencia que trae Jesús.” Y más allá del caso particular de los samaritanos, la historieta nos abre los ojos y el corazón para entender que el llamado de Dios a la plenitud de vida, simbolizada por el agua viva, trasciende todo tipo de barreras y de prejuicios. Y que Jesús es portador de esta invitación, actuando incluso como alguien que derriba muros y construye puentes, tarea indispensable para construir el Reino de Dios que él mismo anuncia.
3. La sociedad y la época en que nos ha tocado vivir, aunque muy avanzadas en diversos campos, como por ejemplo el tecnológico, todavía sufren de serios problemas en cuanto a la posibilidad de relaciones constructivas entre los diversos lo cual condiciona la propia realización personal. Las diferencias étnicas, raciales, de posición social, de definición de género, de afiliación religiosa y concepción política no solo se constituyen a menudo en motivos de incomprensión y distanciamiento sino que pueden llevar incluso a intolerancia, enfrentamientos, y comportamientos violentos y destructivos.
4. El encuentro en el pozo y el gesto de beber de la misma agua nos recuerda que todas y todos estamos unidos en una misma vocación a una convivencia profunda análoga a la que se construye por la unión matrimonial, por encima de toda diferencia.Ω
Nota: De mucha utilidad para una lectura novedosa de este pasaje y de todo san Juan, resulta la obra de Spong, John Shelby, El Cuarto Evangelio – Historias de un místico judío” (HarperCollins, 2013)
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