Lect.: Amós 7,12-15; Efesios (1,3-14; Marcos (6,7-13)
- Desde que dejamos los tiempos de preparación y celebración de la Pascua, y las fiestas que llamamos “dogmáticas” —Trinidad, Corpus Christi…—, la liturgia del tiempo ordinario, con el evangelio de Marcos, nos ha permitido volver a concentrarnos en el tema central de la predicación y la misión de Jesús, el Reino de Dios. Y pudimos ver cómo Jesús lo presenta por medio de sus parábolas y de esas acciones de fuerza que llamamos “milagros”, y que son signos de las posibilidades de la vida. Ahora es importante que nos detengamos también a considerar dónde y a quiénes les anuncia Jesús esa gran Noticia de la llegada del reino de Dios.
- Recordemos brevemente: después de estar un tiempo en el desierto con Juan el Bautista y recibir de él el bautismo, Jesús atraviesa el Jordán, repitiendo simbólicamente el ingreso en la Tierra Prometida, pero inicialmente se dirige al territorio de Galilea. Va a su pueblo, Nazaret, pero no se queda ahí, en parte porque no es bien recibido por los suyos, como veíamos el domingo pasado. Entonces va a Cafarnaúm, donde predica con frecuencia, pero desde ahí continua su misión, visitando el resto de aldeas de la región. No así a las grandes ciudades galileas: Tiberíades, —flamante capital—, y Séforis, —lujosa ciudad—, ambas a relativa corta distancia de Nazaret. Cuando pasa por otros centros urbanos menores se queda en las periferias con la gente que duerme fuera de las murallas. En esta actitud parece mostrarse una opción clara. No es solo por el fracaso con los vecinos en su pueblo, ni tampoco solo porque los habitantes de estas poblaciones hablen su misma lengua, el arameo, es por una predilección por gente humilde, sencilla y que han sido excluidos del regalo de la tierra prometida que les había hecho su Dios; a estos es a los que prefiere para hacer el anuncio de la Buena Noticia. Percibe que son estos quienes más están ansiando la llegada de una liberación de su situación precaria y de su desposesión.
- Es en esta etapa de predicación errante en la que se ve necesitado, y que normalmente atrae, a un grupo de discípulos que lo acompañen. Con nuestra mentalidad actual, al leer las instrucciones que les da para su tarea misionera, —que están en el texto evangélico de hoy— nos parecería inicialmente que es “muy poca capacitación” las que les está dando para la tarea de anunciar la cercanía del esperado reino de Dios. Hasta que caemos en la cuenta de que el énfasis está puesto en el modo de vida que les pide asumir, su modo simple de vestir, de mantenerse. Junto a las curaciones y a las parábolas, el modo de vida de Jesús es un poderoso símbolo de renuncia para la solidaridad con los que más necesitan. Es es el mismo estilo de vida que les está dando como orientación para presentarse a aquellos a quienes va dirigida la buena Noticia. El modo de vida que deben asumir es parte esencial del anuncio. Como Jesús los discípulos no son enviados a enseñar una doctrina sino a mostrar cómo se vive cuando se ha experimentado el acontecimiento de la llegada del Reino de Dios.
- A la luz de este texto que nos da el evangelista Marcos hoy podemos entender muchos gestos y énfasis del Papa Francisco. En la Carta Laudato si él hace una crítica profunda del modo como está organizada la sociedad contemporánea — conforme a lo que llama el “paradigma económico tecnocrático”. Es preciso cambiarlo. Pero Francisco ve claramente que esto no es solamente un proceso de discusión técnica y científica, responsabilidad de expertos, de economistas y políticos. Para ir en la dirección del cambio hacia una sociedad nueva, hacia un mundo justo, es preciso alcanzar una conversión de actitudes. Es preciso, en lo personal y en lo colectivo, renunciar a los pseudo valores que marcan la cultura actual. Pero no es una renuncia a los logros de la vida moderna, sino una renuncia a que esos logros estén solo beneficiando a grupos de privilegiados. En Fratelli tutti, Francisco completa el mensaje: a quienes queremos construir ese mundo nuevo anunciado por la Buena Noticia del Reino se nos piden renuncias, incluso un desprendimiento total, pero por solidaridad con la multitud de heridos caídos y asaltados en el camino, como en la parábola de Buen Samaritano. Por eso es que junto a las instrucciones del pasaje de hoy el evangelista Marcos invitaba a su comunidad y a nosotros hoy, a la conversión, al cambio de mentalidad y al cambio de vida.Ω
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