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16º domingo t.o.: El sentir con la gente (com - padecer) revela las prioridades para la acción


Lect.:     Jr 23, 1-6    ; Ef 2, 13-18   ; Mc 6, 30-34




  1. Hemos visto a Jesús, en los pasajes anteriores de Marcos, trabajando apasionado por el Reino de Dios. No solo anuncia con palabras la Buena Noticia de su llegada, y la ilustra con las historietas de sus parábolas, sino que la expresa con acciones extraordinarias. Y a  hacer lo mismo envía a sus discípulos. De ahí que en el relato de hoy se empiece narrando su intención de irse con ellos a un lugar apartado a descansar de la comprensible fatiga. Está pensando en una breve pausa que otros también interpretan como retirada por precaución ante una posible persecución de Herodes Antipas que acaba de encarcelar a Juan el Bautista a quien mata en la cárcel.   Pero las intenciones de Jesús no logran concretarse porque una multitud adivina sus pasos y se les anticipa buscando más de la palabra de Jesús y de sus acciones dadoras de vida.
  2. Con un episodio tan simple el evangelista muestra varios rasgos de interés: por una parte, que Jesús, a pesar de tener otro programa en mente, no sigue planes inflexibles;  se guía en primer lugar por las necesidades del pueblo. La compasión, la misericordia, son lo que primero mueven y determinan su acción. Ve enseguida la necesidad que la muchedumbre tiene de sus palabras de esperanza y también se da cuenta del cansancio y necesidad de alimento que les afecta. Marcos describe con una frase ya clásica la situación que produce la reacción compasiva de Jesús: los ve “como ovejas sin pastor”. La metáfora, comprensible en aquel ambiente campesino, hace ver cuáles son las necesidades principales de aquel pueblo pobre, como lo expresa el conocido salmo 22 que hoy incluye la liturgia: contar con una buena alimentación teniendo acceso a buenos pastos, estar libre de adversarios (lobos) que los acechan, poder reparar sus fuerzas, conocer los senderos seguros para avanzar… No es extraño entonces que el evangelista sugiera con la alusión al pastor que Jesús pueda presentarse desempeñando  las tareas que este pueblo necesita para tener la vida abundante que promete la Buena Noticia del Reino.
  3. En cambio, lo que sí puede resultar extraño es que en generaciones posteriores a las primeras comunidades de Marcos, y hasta nuestros tiempos, la metáfora del pastor se haya interpretado, en la práctica, en términos de puestos y cargos de autoridad en las Iglesias, y las cualidades que movían a Jesús a preocuparse por las “ovejas”: com - pasión —sentir con ellas—,  darles acogida y compañía en el camino, en la práctica hayan sido sustituidas en muchos casos por el énfasis en la disciplina, la obediencia y por un estilo de organización legalista y administrativista en las relaciones, que hacen muy difícil reconocer en ella a la comunidad de Jesús.
  4. El ya citado salmo 22 ora a Dios como “pastor” que nos está preparando la “mesa”, símbolo del Banquete final de Reino en el que todas y todos podremos participar. De hecho, en el mensaje de Jesús ese Banquete ya ha empezado, aunque todavía está en forma de semilla, de levadura, presente en las acciones de cuantos ya lo anticipan en sus sentimientos, actitudes y vivencias de amor fraterno, inclusivo y solidario. Con todo y su pequeñez actual, es lo que realmente cuenta con una eficacia transformadora de la sociedad y la economía actuales. Al menos esto es lo que nos permite ver nuestra visión de fe. Ω

 

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