Lect.: Hch 2: 14. 22-33; 1 Pe 1, 17-21; Lc 24, 13-35
- Una amiga muy piadosa me decía hace poco que, aunque le gustaban todos los textos que leía de los relatos pascuales, el que más la cautivaba era el de los discípulos de Emaús. No cabe duda de que Lucas se lució en este relato, con su cierto dramatismo, con la forma como lo construyó y va haciendo crecer el interés. Pero también con los contenidos teológicos condensados en el relato. Desarrolla éste en cuatro momentos: 1º el encuentro de Jesús con los dos discípulos, sin que estos lo reconozcan. 2º La conversación por el camino, donde la breve catequesis apunta a liberarlos de la tristeza y la frustración, para abrirles el corazón a la fe y la esperanza. 3º el momento de la cena, que es cuando se les abren los ojos y lo reconocen en el partir del pan. y 4º el regreso a Jerusalén a compartir la experiencia con la comunidad de los apóstoles. Aparte del tono íntimo, familiar, que cautiva y que ha dado lugar a que incluso en nuestro tiempo reciente, haya generado expresión musical, en un hermoso canto, aparte de esto, da lugar a profundas meditaciones. Solo menciono aquí dos aspectos elocuentes del mensaje.
- Primero, el camino, es en el camino, que Jesús encuentra a estos discípulos, que les explica las Escrituras, que les hace arder sus corazones y que les prepara para abrir sus ojos, es decir, su entendimiento. Mucho puede decirse sobre el sentido teológico - bíblico del camino. Baste recordar que los que estaban en el camino, es la designación primitiva con que se conocía a los cristianos y cristianas. Pero, quizás, vale la pena añadir a partir de este pasaje, que la manifestación del sentido espiritual de Jesús para nuestras vidas, no es algo que se va a dar en el estudio, en las lecturas, en la búsqueda de lugares sagrados privilegiados de manifestación de Dios, sino cuando caminamos, recorremos la vida como lo hizo Jesús de Nazaret. Todo lo demás puede servir de apoyo, pero es al caminar como y con Jesús que nos preparamos para descubrir quién es él.
- El otro aspecto, intencional en Lucas, es recalcar que, en adelante, Jesús resucitado estará presente en la comunidad caminante que se reúne en su nombre para partir y compartir el pan. Da lugar a una visión de la Eucaristía, no como un rito cosificado, casi mágico, en el que participamos para cumplir una regla. Es, más bien, la declaración de fe más importante: Cristo resucitado no es objeto de visión, de apariciones, sino que su presencia se le experimenta cuando, siguiendo su camino, nos convertimos en una comunidad que se abre a compartir la mesa, signo de lo cual es la reunión eucarística. Signo y compromiso, no sustitución de la entrega en el servicio a hermanos y hermanas, a la familia humana, especialmente a los más vulnerables.
- De aquí aprendemos también que los relatos de apariciones del Resucitado, en los evangelistas, solo pretender ser formas literarias, no crónicas históricas, para expresar lo inexpresable: la experiencia de Jesús vivo en la comunidad y en cada uno de nosotros.Ω
Nota: la gana es mucha de aplicar este mensaje a la manera que se nos plantea el reto de responder a la crisis de todo orden causada por el corona virus, o Covid - 19. Le dejo a los lectores esta tarea de reflexión.
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