Lect.: Hch 2, 42-47; 1 Pe 1, 3-9 ; Jn 20, 19-31
Pueden verse los textos originales en http://textosparalaliturgia.blogspot.com/2017/04/leccionario-i-domingo-ii-de-pascua-o-de.html
- En la reflexión del domingo pasado, terminamos con este párrafo, “El apasionamiento de Jesús por el Reino de Dios, con el consiguiente enfrentamiento personal y político contra toda forma del reino de injusticia y opresión, continúa y se reproduce en nuevas generaciones, aun y a veces especialmente, fuera de formas institucionales eclesiásticas. Por eso, la historia de la pasión de Jesús por la justicia y la solidaridad y la construcción de una convivencia humana de hermanos iguales, no ha terminado. Su Espíritu la continúa en nosotros”.
- Este enunciado se transparenta detrás de los relatos posteriores al Domingo de Resurrección. Ahora es la comunidad la que ocupa el lugar protagónico. Cuando, en el relato de este domingo, Jesús sopla sobre el grupo de discípulos reunidos, el evangelista está aludiendo a un pasaje fundamental, el de la creación de la pareja humana, como lo expresa el Génesis (2:7) y lo repite el libro de Sabiduría (15:11). Jesús está ahora concluyendo una nueva creación. Es el nuevo nacimiento que Nicodemo no comprendió, cuando se lo dijo Jesús. Ahora nace una nueva comunidad humana que sabrá adorar a Dios “en Espíritu y verdad” (Jn 4: 23), que estará en capacidad para dar vida (Jn 6:63), porque “de su seno brotarán manantiales de agua viva" (Jn 7: 38).
- Pero es preciso subrayar dos aspectos de esta afirmación. El primero, que no se puede y no se debe leer como si se refiriera a “poderes” otorgados a un grupo selecto, “de élite”, “de ministros ordenados”. Se trata de un don dado a toda la comunidad de discípulos, pero tampoco solo para ella, sino para extenderla en servicio a toda la humanidad compartiendo esa nueva vida en el Espíritu. Por eso el evangelista Juan liga en un solo relato el don del Espíritu, el don de la paz, que implican el del perdón, con la misión de continuar la obra de Jesús.
- El otro aspecto que hay que tomar en cuenta es que, obviamente, la formación de esa comunidad no es un acontecimiento que tuvo lugar en un momento, en una tarde del domingo de Pascua o en la secuencia de dos domingos. El Evangelio de Juan lo escribe de esa manera, décadas después de la muerte de Jesús, cuando ya se han ido constituyendo las primeras comunidades y pueden reflexionar sobre su propia vida y misión. Pero sabemos, por los otros evangelios, que lo que se produjo tras la crucifixión no fue la integración, sino la dispersión de los discípulos, por miedo y frustración. Es progresivamente que el Espíritu los irá transformando como personas creyentes al interior de una comunidad en la que se relacionan como hermanas y hermanos, que es la continuadora de la misión de Jesús.
- El episodio de las dudas de Tomás, en ese sentido, puede tener la intención de representar a alguien, —a muchos quizás— que no se fía del testimonio y la experiencia de sus compañeros y compañeras de comunidad y solo se quiere guiar por su propio contacto con Jesús, como antes de su muerte. Aquí también el evangelista quiere dejar claro que la experiencia de Jesús se tiene ahora al interior de la comunidad que prolonga su presencia en el mundo. Un tanto utópicamente, la primera lectura de hoy, del libro de los Hechos de los Apóstoles, expresa el ideal de vida comunitaria cristiana en la que surge y se fortalece la fe en Jesús.Ω
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