Lect.: Miqueas 5:1-4; Hebreos 10:5-10; Lc 1: 39 - 45
- Probablemente hay bastante gente, aun entre los católicos piadosos que se quedan con dudas cuando leen los relatos del evangelio en torno a la anunciación, el nacimiento y otros cuadros pintados por Lucas o Mateo sobre los primeros años de vida de Jesús. Si uno es un poquito reflexivo es inevitable pararse a pensar un poco, al menos por la duda que se genera, ¿de dónde salieron esos relatos siendo así que en ese momento no solo Belén era un rincón oscuro de Palestina, sino que ni María, ni José, ni el propio Jesús tenían ninguna relevancia como para pensar que alguien podría estar guardando informaciones sobre ellos? ¿Se tratará de escritos “revelados” o, más bien, de historietas legendarias, tiernas y emotivas, casi del género de los cuentos de hadas?
- Hay razón en dudar y en buscar respuestas inteligentes, —nunca la inteligencia debería de verse como rival de la fe. Las inquietudes se agudizan al darse cuenta de que los evangelistas Marcos y Juan no incluyen para nada estas narraciones. Solo Mateo y Lucas lo hacen. Y cuando Lucas escribe los relatos de la infancia de Jesús, —él es el evangelista que leemos en el presente ciclo litúrgico y en esta época prenavideña,— han pasado alrededor de 85 años desde el nacimiento de Jesús, y algo más de 50 desde su muerte. Esto nos ayuda a comprender que el evangelista no está intentando hacer una crónica histórica.No es razonablepensar que por vía de tradición oral se hubieran conservado, por ejemplo, detalles de algo tan casual y anecdótico como un viaje de María embarazada, viajando sola, a un pueblo en la sierra, para visitar a una pariente, y que se registraran en la memoria de ellas unas palabras de saludo recíproco espontáneo, y un cántico armado e inspirado en textos del Antiguo Testamento y que refleja la esperanza de un anuncio nuevo de salvación, tal como se representaba en las primitivas comunidades judeocristianas. Lucas, pues, no está intentando elaborar una crónica histórica sino transmitirnos un mensaje. Y este mensaje lo construye tomando afirmaciones de las primeras comunidades cristianas en las que se cristalizaban sus experiencias de fe pospascual. Lucas toma estas convicciones y las traslada de la época que esta viviendo a la del nacimiento e infancia de Jesús. para verlas presentes ya desde los primeros años del Salvador. Lo que intenta eshacer unas afirmaciones que reflejen la fe y la reflexión teológica de las comunidades de casi finales del siglo I, sobre la persona de Jesús y de la vida cristiana con ayuda de los cuales dibujan lo que creen que él fue ya desde antes del nacimiento. Por ejemplo, los títulos que le aplica Lucas en esa etapa, —Mesías, Señor y Salvador,— en realidad su uso proviene de las profesiones de fe vinculadas a la resurrección, pero el evangelista los aplica a los momentos iniciales de su infancia. En el relato de hoy, en esa misma línea, podemos descubrir dos de esos rasgos claves para la espiritualidad evangélica,expresados simbólicamente por el evangelista y que, obviamente son parte de una teología que se fue desarrollando mucho después de la existencia histórica de Jesús.
- El primero de esos rasgosestá expresado en el encuentro de las dos mujeres,María e Isabel. Como lo han observado comentaristas del evangelio, la escena es insólita, extraordinaria para la época tan influida por el machismo, dada la completa ausencia de varones en un momento tan importante para un mensaje sobre la presentación de Jesús. Aunque están en casa de Zacarías, éste ni aparece y María a quien saluda es a Isabel. Las bendiciones de esta lo que subrayan es el papel de María como bendita entre todas las mujeres. Si durante estos domingos anteriores hemos venido hablando de la manifestación de Jesús como hijo del hombre, y de la identificación de cada uno de nosotros con ese “hijo del hombre”, que realiza plenamente nuestra condición humana, ahora Lucas nos hace ver que en los inicios de la historia de ese ser humano pleno quienes loproclaman y lo hacen visible son dos mujeres.
- El segundo rasgo del mensaje de Lucas hoy está en la figura central de María embarazada. Este rasgo puede sorprender más todavía y, obviamente no está explícito en el evangelista pero se ha deducido de éste por comentaristas y autores espirituales posteriores. El encuentro de María con Isabel es un gran símbolo de la visita del mismo Dios a su pueblo —María, el pueblo nuevo, portadora de Dios, visita a una representante del antiguo Israel— y de allí que su embarazo sea, también, un símbolo de que todos nosotros, toda la humanidad esté preñada de la divinidad. Es decir, que la semilla de la divinidad está en cada uno de nosotros, y que la principal tarea de cada uno de nosotros, como lo fue para María, es, dentro del mismo lenguaje simbólico, dar a luz a Dios en nuestra presencia humana para vida del mundo.
- Estos dos rasgos caracterizan la trascendencia del acontecimiento que estamos celebrando estos días. No se trata solo de la conmemoración del nacimiento histórico de Jesús de Nazaret, hombre extraordinario, sino el anuncio del maravilloso acontecimiento de gestación de lo divino en cada ser humano. Esta convicción es la raíz última de toda la alegría que nos debe marcar estos días de fiesta.Ω
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