Lect.: Génesis 2:18-24; Hebreos 2:9-11; Marcos 10:2-16
- No nos cabe duda de que este pasaje de hoy es de los más duros de los evangelios. Pero “duro” o “suave”, todo pasaje bíblico, en particular, del Nuevo Testamento, tiene que ser leído en su contexto histórico y desde nuestro contexto histórico actual, para poder interpretar las implicaciones que tiene para nosotros hoy. Lo que no se debe hacer es agitar el texto, leído al pie de la letra para aplicárselo o, peor aún, para fustigar a personas divorciadas o que viven en unión libre.
- Hay, al menos, tres elementos del contexto del relato que hay que tomar en cuenta. En primer lugar, que la práctica del matrimonio y del divorcio en el siglo primero era algo completamente distinto de lo que es hoy en el siglo XXI. En aquella época no se pensaba del matrimonio como de una unión por amor y libre, no era tema de romance y de aprecio humano por la familia sino que era un tema legal y que, en la práctica, por chocante que suene, era de hecho un tema de intercambio de propiedad. La mujer o mujeres pasaban de ser propiedad del patriarca de la familia a ser propiedad del esposo. Con estas circunstancias, en el judaísmo de la época, era legalmente posible que el marido se divorciara de su esposa en determinadas circunstancias. Y al respecto había dos escuelas de rabinos entonces, y ambas defendían la posibilidad del divorcio. Pero la más restringida decía que solo era lícito el divorcio en caso de que la mujer hubiese tenido relaciones con otro hombre distinto del esposo. Mientras que la escuela más amplia, aceptaba que el varón despidiese a su mujer, incluso por fallos en la cocina, como quemar la sopa o el pan. Solo tenía que cumplir con entregarle “el libelo de repudio” (¡despido sin responsabilidad patronal!, diríamos aproximadamente hoy). De ahí la pregunta de los fariseos que, en la versión de Mateo 19: 3 - 12 es más clara, cuando a la pregunta añaden “despedir a la mujer por cualquier motivo”. (Lucas no reproduce la escena sino que se limita a un versículo, 16:18).
- Por la existencia de esa práctica y esa ley, se entiende que, como otras veces, lo que los fariseos intentan es tender una trampa a Jesús. Querían ponerlo en contradicción con las prácticas autorizadas por Moisés. O que se alineara en la línea rigorista, que no iba acorde con su predicación de amor y de gracia al dejar expuesta a la mujer y a sus hijos, a severos efectos públicos y familiares, por pretextos sin importancia. Tratándose de una pregunta - trampa y, muy específica, sobre un tema debatido entre rabinos, podemos ver que, además, el texto de Marcos y sus paralelos en Mateo y Lucas, no tratan de dar una enseñanza general sobre el matrimonio, aplicable a todo tiempo y lugar.
- Considerando este contexto social y religioso, cobra entonces sentido la referencia que hace la respuesta de Jesús a los textos de la creación en el Génesis. Porque en el Génesis, lógicamente no se habla del matrimonio como institución social o jurídica, porque no existía como tal en el relato, sino de la relación de la pareja hombre y mujer, es decir, de un caso central de las relaciones humanas tal y como eran queridas por Dios creador. Supera Jesús, con esa referencia, la manera dominante de ver al matrimonio como un contrato legal y la práctica de subordinar a la mujer como un objeto de intercambio entre familias o clanes. Aunque, a primera vista, los textos de Génesis no tienen nada que ver con la discusión, porque no tratan de la institución matrimonial o del divorcio, es significativo que Jesús pase al plano de cómo deben ser las relaciones entre hombres y mujeres, una relaciones de iguales, dado que al único ser o persona humana Dios lo crea como hombre y mujer.
- Una vez más, Jesús no solo no cae en la trampa de los fariseos sino que una vez más aprovecha para defender a las personas más vulnerables, en este caso, para defender a las mujeres, que no tenían ni voz ni voto en la práctica legal de la época que simplemente se les imponía. Valga recordar que en la lectura de los Evangelios es preciso encuadrar siempre los temas que nos aparecen en el marco más amplio de las prioridades de la Buena Nueva de Jesús de Nazaret. Y una prioridad indiscutible es esta de la preferencia por los vulnerables, los débiles, los desposeídos. Otra prioridad es la de la gracia y la misericordia. Esto hay que tenerlo en cuenta, aún más, en casos como en el de la visión del matrimonio y la familia, en la que se carece de una enseñanza doctrinal desarrollada por parte de Jesús.
- Con estas breves reflexiones no pretendo obviar que, en conjunto, hay que seguir estudiando el difícil tema del matrimonio en el Nuevo Testamento porque no es tratado nunca en extenso por boca de Jesús. Pero nos sirve entender que con la apertura que nos da esta perspectiva podemos caer en la cuenta de que así como en la época de Jesús, hoy día también hay que continuar liberando al tema del matrimonio del reduccionismo legalista con que a menudo se le enfoca, y con el que se pretende, inútilmente, resolver los principales problemas e interrogantes a los que da lugar el matrimonio.Ω
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