Ir al contenido principal

Bautismo de Jesús

Lect.:  Isaías 40:1-5, 9-11; Tito 2:11-14; 3:4-7;  Lc 3:15-16, 21-22


  1. Con esta celebración termina la presentación de los grandes signos de la fiesta de la Navidad. El primero, el nacimiento de Jesús, expresaba la presencia de “la Palabra, que era Dios, hecha carne”, presencia de la vida divina en la vida humana, esencial a la maravilla de nuestra existencia. En el segundo signo, el de los Magos de Oriente, estos simbolizan a todos los seres humanos, de toda cultura, de toda etnia, de toda tradición religiosa que, en el fondo del corazón, descubrimos una luz que nos lleva a buscar y a experimentar la presencia de Dios en todo lo que existe. El tercer signo, el del  Bautismo de Jesús, nos habla hoy, de manera sintética, de cómo fue el arranque de Jesús en su propia búsqueda para experimentar esa presencia de Dios y  descubrir la misión de su vida. Recibir el bautismo de Juan en el Jordán fue la forma simbólica de expresar su decisión: como Moisés en el Mar Rojo, entraría en las aguas en busca de la liberación; como Josué, atravesaría el río para ingresar a la Tierra Prometida. Y, enseguida de esa decisión, “puesto en oración”,—como dice el Evangelista—, el Espíritu Santo le haría experimentarse como Hijo amado del Padre. A este episodio simbólico que recordamos hoy seguirá otro muy significativo, —que veremos en un domingo más adelante—, adentrarse en el desierto. Ahí, los cuarenta días que permanecerá, —que evocan los cuarenta años que Moisés pasó en el desierto con el pueblo salido de Egipto—, se expondrá en el silencio y la soledad, al encuentro consigo mismo, con todas los conflictos que los seres humanos enfrentamos cuando tomamos una decisión que marca nuestras vidas. 
  2. Este signo del bautismo de Jesús resume lo que se nos plantea a cada hombre y mujer de hoy, y de cualquier época, cuando se llega al momento de buscar la propia misión en la vida, y de decidir el paso a dar para llevarla a cabo. Es, por supuesto, un signo de lo que es el proceso de cualquiera que pretenda acoger la invitación de la Buena Noticia, el Evangelio, y compartir el camino de Jesús. Pero, en realidad, es el signo del recorrido que tiene que andas cualquier ser humano que busque su plena realización humana en cualquiera de las grandes tradiciones espirituales que se han desarrollado en la historia. Los elementos simbólicos de este signo nos hablan de aspectos comunes a la vida del ser humano en búsqueda: las aguas de la purificación, el cielo que se abre, para acabar con la brecha que separa lo divino de lo humano, lo espiritual de lo material; el desierto como expresión de los conflictos y la lucha para superar las distorsiones egoístas del propio yo.…  Por supuesto, esta manera de ver el signo del bautismo de Jesús y de nuestro propio bautismo supera la forma, bien intencionada, pero que se queda corta, que ha reducido el bautismo cristiano a un mero ritual litúrgico y a menudo social.
  3. Mientras reflexionaba con mi comunidad, y preparaba este comentario para compartir con los lectores (este domingo no estaré en la parroquia de santa Lucía para exponerlo ahí), sucedió algo inesperado. Por medio del Blog de Nancy Rockwell, teóloga norteamericana que ya he citado con anterioridad, descubro la relación entre la simbología del Bautismo de Jesús, y la de la película de Ang Lee, “La vida de Pi”, que yo había visto gracias al buen amigo Leonardo Benavides. Para quienes les gusta el buen cine, y vieron el film, les resultará enriquecedor espiritualmente, sin duda, el siguiente comentario al contenido simbólico de la aventura de Pi.  http://analisis-de-peliculas.blogspot.com/2013/04/analisis-de-la-pelicula-la-vida-de-pi.html

Comentarios

Entradas más populares de este blog

3er domingo de Cuaresma. "EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO ES UN ÚNICO AMOR. Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido". MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL A LA IGLESIA Y PUEBLO DE COSTA RICA

 Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir. En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”. La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia

4º domingo del tiempo ordinario: EL MODO DE ENSEÑAR DE JESÚS ES ALGO NUEVO Y PRODUCE ALGO NUEVO (retomamos nuestros comentarios dominicales)

 Lect.:  Deuteronomio 18,15-20; 1  Corintios 7,32-35;  Marcos 1,21-28 El episodio de hoy tiene lugar en una sinagoga, —"en Cafarnaum", dice Marcos. Se trataba de un lugar de reunión en el que además de oraciones y bendiciones, se escuchaba   la lectura de la torá y de los profetas y una  predicación explicativa. A los escribas, como personas ilustradas, correspondía en gran medida la explicación y aplicación  de la Palabra.  Y es precisamente en ese ambiente habitual de enseñanza y aprendizaje donde el evangelista resalta rasgos únicos de Jesús que causan asombro en la audiencia . El texto no narra de qué habló sino de cómo lo hizo . Por contraste con los maestros de oficio, los presentes reconocen que Jesús no habla comentando libros ni autores, sino con autoridad propia . Se trata de hablar con convicción porque asocia y refrenda la palabra con la acción .  "Para Marcos, la autoridad especial de la palabra de Jesús se pone de manifiesto en que está acompañada de a

FIESTA DEL "CORPUS CHRISTI": LA EUCARISTÍA VIVENCIA Y SÍMBOLO DE LA RESURRECCIÓN

  Lect.: Deut 8,2-3.14b-16a; 1ª carta Pablo a los Corintios 10,16-17; Juan 6,51-58. Pienso que concluir este tiempo de Pascua festejando la celebración de la Eucaristía es oportuno y esclarecedor. No es conmemorar un “misterio” más de la vida de Cristo, ni subrayar un aspecto importante doctrinal. Es, más bien, la oportunidad para ver en síntesis lo que significa para nosotros celebrar la resurrección de Cristo y de esa manera, también, aclarar malos entendidos en aspectos claves de nuestra fe cristiana.  Poco a poco hemos ido entendiendo, en la medida en que nos aplicamos a ello, que al afirmar nuestra convicción en la resurrección de Cristo no estamos afirmando que el cuerpo de Jesús volvió a la vida terrena que tenía antes de su crucifixión y muerte. No es lo mismo “resurrección” que “resucitación de un cadáver”. Con Pablo y los evangelios  afirmamos que Dios elevó a Jesús de la muerte , llevándolo a ser parte de su propia vida . Este “momento pascual” para hablar del cual care