Ir al contenido principal

Fiesta de la Epifanía

Lect.:  Is 60:1-6; Salmo 72; Ef 3:2-3, 5-6; Mt 2: 1 - 12

  1. Es muy probable que la fiesta de la Navidad empezara a celebrarse el 25 de diciembre solo a partir del siglo IV. Antes de eso, en la Iglesia Oriental primero, y luego en varias de Occidente, la celebraban el 6 de enero, el día que en la liturgia se llama fiesta de Epifanía, (que significa manifestación, revelación), que en Costa Rica anticipamos a este domingo. Lo interesante del dato es que los primeros cristianos no se preocupaban tanto por la fecha exacta del nacimiento de Jesús, sino por celebrar el significado del acontecimiento, que se fundía con el de la Pascua. Es la fiesta que celebra la manifestación y presencia de Dios en todos y en todo. Hace ocho días, el Prólogo del evangelio de Juan nos lo recordaba con un hermoso himno teológico que decía que todas las cosas vinieron a la existencia en la Palabra que era Dios, y en esa existencia se manifestó la vida que era la luz para toda la humanidad. Con otras palabras, el mismo pensamiento del Prólogo de Juan nos lo transmite también el texto sobre los Magos de Oriente, popularmente llamados los “Reyes Magos” (fiesta muy popular en países como México y España). Los Magos, o astrólogos de la época, simbolizan a todos los seres humanos, de toda cultura, de toda etnia, en el fondo de cuyo corazón descubren una luz que les lleva a buscar la presencia de Dios en todo lo que existe.
  2. En la segunda lectura de hoy, en la carta de Efesios, Pablo nos dice algo muy hermoso que coincide con este mensaje: que por la gracia de Dios él pudo conocer un misterio, que todos, judíos y paganos, o sea todos, somos igualmente coherederos de la misma promesa de Cristo Jesús. Esta es la fiesta de la revelación de Dios en Jesús. Sea que la llamemos Navidad, o Epifanía, nos invita a celebrar ese extraordinario misterio: que la plenitud de vida de Dios está en todos nosotros. Esto conlleva una gran luz para guiar nuestra vida. Si nos dejamos iluminar por ella pierden sentido todas aquellas actitudes nuestras que tienden a excluir de nuestro aprecio a otras personas que consideramos muy distintas de nosotros, por la cultura o el pueblo del que proceden, o por la religión que profesan. Pierden sentido los prejuicios raciales, sexuales o de cualquier otra índole.
  3. Pero, yendo más allá, el relato del viaje de los Magos de Oriente, el prólogo de Juan o el texto de Pablo, no solo nos invitan a superar prejuicios y separaciones. Además nos abren una gran perspectiva, la de caer en la cuenta de que en la diversidad de los seres humanos, y de todos los seres creados, podemos descubrir siempre aspectos únicos de la múltiple riqueza del ser y la vida de Dios, comunicada en toda la creación. Nuestra vida diaria puede transformarse en una vivencia constante, alegre de estar verdaderamente en la presencia continua de Dios.Ω

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

3er domingo de Adviento

3er domingo Adviento, 16 diciembre 2007 Lect.: 35: 1 – 6 a; Sant 5: 7 – 10; Mt 11: 2 – 11 1. Nuestro mundo ha cambiado mucho desde que Isaías escribió el texto que escuchamos hoy. La imaginación no nos da para pensar lo diferente que sería la sociedad de hace 2700 años. Pero hay algo que nos suena conocido. El profeta ve a su alrededor gente con manos débiles, con rodillas vacilantes, dejándose llenar su corazón de cobardía, con temor. Un mundo lleno de problemas que produce innumerables víctimas. Siete siglos después, Juan el Bautista en la cárcel, duda si Jesús es el Mesías que ha de venir y manda a sus discípulos a preguntarle si es él o hay que esperar a otro. Jesús se identifica indicando a quiénes ha venido a traer esperanza: a los inválidos, a los enfermos, a los pobres, a los que están amenazados por la muerte y dice claramente: anuncien a Juan lo que están Uds. viendo y oyendo. 2. El mundo de Isaías, el del bautista, el nuestro, están llenos de víctimas. ¿Qué responderíam...

30 domingo t. o., 28 de octubre 2012

Lect.: Jer 31:7-9; Hebr 5: 3-6; Mc 10: 46-52 Con todas las diferencias que podamos tener los que nos encontramos aquí esta tarde y muchos otros de nuestros vecinos y conocidos, todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos preguntado cómo hacer para vivir una vida que valga la pena. No simplemente a qué oficio o profesión dedicarnos, qué empleo buscar, sino cuál camino seguir. Es decir, cómo orientar nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro mundo de relaciones, hacia adónde apuntar de tal manera que podamos construir una vida plena, realizadora de nuestras mejores capacidades. Llevamos unos seis domingos en que Marcos viene mostrando un Jesús que ofrece un camino. Simbólicamente lo plantea como un camino de subida a Jerusalén porque va a terminar con un conflicto, una confrontación y el asesinato del propio  Jesús por parte de los líderes religiosos y políticos. Es el camino de una vida dedicada a llevar pan para todos, en una mesa compartida, dentro de una co...