Lect.:
Sofonías 3, 14-18a; Flp 4, 4-7; Lucas 3, 10-18
- La predicación del Bautista retrata fielmente la situación de la Palestina de su tiempo. A lo dicho el domingo pasado, el texto de hoy añade una importante alusión de los problemas centrales que padecía el pueblo: hambre y falta de abrigo, no solo de vivienda adecuada, sino incluso de ropa. Juan es claro: si los que buscan el perdón de Dios quieren dar prueba de su arrepentimiento deben compartir su alimento y su vestido con quienes nada tienen. Aunque por la gravedad de la situación, para Juan, no se arregla solo con limosnas, porque los políticos y los dirigentes religiosos, han torcido los caminos, han cambiado el proyecto de Dios para su pueblo, su proyecto social y religioso no tiene nada que ver con el Reino de Dios. Por eso Juan enfatiza el castigo que se avecina. Jesús, que se forma entre los discípulos de Juan, continuará la línea del Bautista, decíamos el domingo pasado, con diferencia de tono, porque él fue, como lo dice el Papa, “el rostro de la misericordia del Padre”, al volcarse a los pobres, a los excluidos, a los pecadores, “con su palabra, sus gestos y con toda su persona”.
- Sin embargo, el texto de hoy evita que exageremos esa diferencia de tono. Juan daba oportunidad a los dirigentes políticos y religiosos. A pesar de las expresiones tan fuertes que les dirige, Juan no atacaba a las personas sino que lo que buscaba era cambiar el modo de vida de aquella sociedad, para que respondiera a lo que exigía el reino de Dios. Por eso, a las personas concretas las llamaba al cambio. ¿Cómo era el cambio que buscaba? A diferencia de los sacerdotes y escribas, que se centraban en cuestiones de pureza e impureza legal y ritual, en el texto de hoy podemos descubrir claramente los valores que el Bautista priorizaba y que marcaban ese camino de conversión. En primer lugar, le preocupaba que mientras algunos tenían más de lo que necesitaban otros padecían privaciones. Por eso es que a toda la gente les da dos líneas de conducta, compartir el alimento y el abrigo. Deja claro así los valores que le guían: alcanzar la equidad ante las necesidades básicas, y lograrlo mediante la solidaridad entre todos. Pero, al mismo tiempo, está claro que además, llama la atención a dos grupos específicos: los funcionarios públicos y los militares. Es decir, a quienes manejaban fondos públicos, los recaudadores de impuestos, les exige no lucrar de sus funciones. Y a los militares, no abusar de su autoridad sacar “mordidas”, como diríamos hoy. Aún más, Juan está tan convencido de que esto es de verdad lo importante que hace ver que detrás de él venía alguien, que no solo seguiría en la misma línea, sino que tendría más poder, —el fuego del Espíritu Santo—, para apoyar los esfuerzos por cambiar esa sociedad.
- Llama la atención que 21 siglos después, ante los problemas de una sociedad como la nuestra, en Costa Rica, los valores que predicaba el Bautista sigan siendo prioritarios para nosotros: lograr equidad gracias a la solidaridad de todos, y lograr funcionarios públicos y fuerzas del orden libres de corrupción, que sirvan al pueblo. Sin duda, la sociedad palestina de entonces es muy distinta de la nuestra. La desigualdad y la corrupción de ahora son mucho más complicadas que las de entonces. Pero los principios para solucionar estos problemas siguen siendo iguales en lo profundo. Exigen tanto el compromiso ciudadano como el del sector público, el de los funcionarios de gobierno y el de los responsables de la seguridad ciudadana.
- Al acercarse la Navidad el llamado del Bautista a nuestra conversión sigue resonando fuerte, llamándonos a compartir con quienes requieren ayuda, Pero sigue llamándonos también a no olvidar que esos casos de necesidad extrema existen no porque los pobres sean menos dotados o porque sean vagabundos, sino porque no hemos logrado establecer o mantener mecanismos que hagan funcionar la economía con justicia y solidaridad. En esto hay gran responsabilidad de los políticos así como de los sectores más pudientes que presionan para que se gobierne conforme a sus intereses o que buscan la manera de evadir sus obligaciones tributarias. Y hay responsabilidad de todos, en hacer ver con el mensaje del Bautista, cuáles son las prioridades por las que todos debemos luchar si queremos que sea creíble nuestra conversión al Evangelio.Ω
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