Ir al contenido principal

21º domingo t.o.

Lect.:  Isaías 22,19-23;  Romanos 11,33-36; Mateo 16,13-20

  1. Como lo reflexionábamos hace unos meses, durante la Pascua, los discípulos pasaron por una transformación profunda, a partir de esa experiencia espiritual que llamamos "resurrección". El domingo de Pascua decíamos, "A partir de ese momento de la Pascua, los discípulos testigos experimentan vivo a Jesús, de una manera distinta a como lo habían conocido en su vida histórica, y se experimentan a sí mismos de manera distinta , descubriendo en Jesús y en cada uno de ellos, los horizontes de la vida humana más anchos que jamás podrían haberse imaginado. Unos horizontes en que se experimentan a sí mismos y a Jesús inmersos en la realidad de la vida divina, de lo santo, del amor total, de la plenitud del ser humano. De una realidad que no muere jamás. Pienso que, de alguna manera podemos decir que con esta experiencia de vida y visión, los discípulos que creyeron en él, también resucitan en y con Jesús."
  2. Es después de haber pasado por esa experiencia de resurrección, —unos 30 años después de la muerte de su Maestro, quizás—, que el evangelista escribió este texto de Mt 16 que conocemos como el episodio de "la confesión de Pedro". Esa proclamación de Pedro de que Jesús es "el Mesías, el hijo de Dios vivo", refleja ese descubrimiento de Jesús como aquel en quien se realiza plenamente la vida divina. Por eso empiezan a llamarlo el Cristo. Pero la palabra “Mesías”, ungido, Cristo,  no tiene ya, para estas primeras comunidades, el sentido anterior de líder nacional del pueblo judío, —ni político, ni religioso. El “Cristo” es el ser humano pleno, en quien se realiza la filiación divina sin ninguna limitación.
  3. Dos enseñanzas, al menos podemos descubrir aquí. La primera se refiere a Pedro. Cuando la comunidad  de Mateo reconoce a Pedro como roca, como fundamento de la Comunidad, de la iglesia que van creando, está reconociendo que en él, a pesar de sus torpezas y sus debilidades, se da esa experiencia fuerte de fe, de reconocimiento de Jesús como ser humano pleno, hijo de Dios. Es esta vivencia y no ninguna distinción jerárquica, ningún rasgo autoritario humano lo que le permite ejercer luego la función de fortalecer a sus hermanos.
  4. Y la segunda enseñanza se refiere a todos nosotros. Si queremos denominarnos cristianos, con ese nombre no es que queramos expresar un vínculo a una religión, sino que estamos confesando que queremos alcanzar también una vida plena como Jesús, el Cristo. No meramente religiosa, ni meramente moral, sino una vida alentada, movida en todas sus dimensiones por el Espíritu de hijo de Dios. Ser cristiano o cristiana es abrir nuestras aspiraciones, ensanchar los horizontes de nuestra vida humana, darnos cuenta y vivir con la confianza de que, sean las que sean las circunstancias en que nos encontremos, ya hemos resucitado a la vida divina. Confesar a Cristo no es confesar una doctrina, sino tener la convicción de que podemos vivir aquí y ahora la misma vida que él vivió y como él la vivió

Comentarios

Entradas más populares de este blog

3er domingo de Cuaresma. "EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO ES UN ÚNICO AMOR. Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido". MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL A LA IGLESIA Y PUEBLO DE COSTA RICA

 Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir. En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”. La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justicia

4º domingo del tiempo ordinario: EL MODO DE ENSEÑAR DE JESÚS ES ALGO NUEVO Y PRODUCE ALGO NUEVO (retomamos nuestros comentarios dominicales)

 Lect.:  Deuteronomio 18,15-20; 1  Corintios 7,32-35;  Marcos 1,21-28 El episodio de hoy tiene lugar en una sinagoga, —"en Cafarnaum", dice Marcos. Se trataba de un lugar de reunión en el que además de oraciones y bendiciones, se escuchaba   la lectura de la torá y de los profetas y una  predicación explicativa. A los escribas, como personas ilustradas, correspondía en gran medida la explicación y aplicación  de la Palabra.  Y es precisamente en ese ambiente habitual de enseñanza y aprendizaje donde el evangelista resalta rasgos únicos de Jesús que causan asombro en la audiencia . El texto no narra de qué habló sino de cómo lo hizo . Por contraste con los maestros de oficio, los presentes reconocen que Jesús no habla comentando libros ni autores, sino con autoridad propia . Se trata de hablar con convicción porque asocia y refrenda la palabra con la acción .  "Para Marcos, la autoridad especial de la palabra de Jesús se pone de manifiesto en que está acompañada de a

Noche de PASCUA: REAFIRMANDO NUESTRO COMPROMISO POR UNA VIDA NUEVA PLENA

Lecturas:  He 10, 34. 37-43;  Col 3, 1-4;  Jn 20, 1-9 Estamos a unas horas de concluir, un año más, la celebración del “triduo Pascual”. Hemos meditado de nuevo, después de la entrada de Jesús en Jerusalén el domingo de Ramos, los acontecimientos centrales del Jueves y Viernes Santo.  Es importante que nos autorevisemos  para verificar si hemos profundizado en la comprensión del significado del mensaje que encierran estos días. O, si en alguna medida, nos hemos estancado en repetición de interpretaciones que no  por tradicionales son más exactas. Quizás sí más rutinarias. Me parece oportuno mencionar algunos aspectos centrales que, ojalá, hayamos asimilado mejor.  En primer lugar, la “Pasión de Jesús”. Aunque se tienda a reducir su significado asociándolo a “padecimiento” o “sufrimiento”, hay que recordar que la palabra “pasión” ante todo en nuestro lenguaje ordinario, se refiere a una actitud de entusiasmo, dedicación y compromiso por algo que, justamente, le “apasiona”, captura todos