Ir al contenido principal

4o domingo de Adviento

Lect.: Miq 5:4-1 a;   Hech 10:5-10; Lc 1:39-45

  1. Anoche, al terminar la final del campeonato de fútbol, quedé inquieto por algunas de las expresiones religiosas en miembros del equipo triunfador. A primera vista parece  muy bien agradecer a Dios el gane y el campeonato. Hay algo bueno en ese reconocimiento, pero es todavía muy incompleto. Porque si se entiende que Dios dio el triunfo a un equipo, ¿qué quiere decirse? ¿Que no estuvo con los rivales o que estos no se encomendaron lo suficiente?  No es un problema que pasa solo en fútbol. También sucede, por ejemplo, en el campo de la salud, cuando agradecemos a Dios que nos haya liberado de una enfermedad que ha afectado, quizás a un amigo.  ¿Es que Dios no está con ese amigo enfermo y me tiene preferencia a mí?
  2. Esta hermosa meditación simbólica del texto de Lucas hoy nos pone en la figura de María la revelación de la condición de vida de cada uno de nosotros: todos estamos "preñados de Dios". Todos: heredianos y liquistas, sanos y enfermos, ateos y creyentes... Nuestro ser más profundo y auténtico está pleno de la divinidad, aunque no hayamos llegado al punto de descubrirlo todavía. Somos ignorantes de lo que es realmente maravilloso en nosotros. La presencia de Dios en cada uno no depende de que se lo hayamos pedido con mayor o menor intensidad. Es, como en el caso de María, una  plenitud de gracia, un regalo. Y esa presencia plena de la divinidad es la que nos permite vivir con calidad humana el triunfo y la derrota, la salud y la enfermedad, lo que llamamos logros y lo que sentimos como fracasos y carencias. Porque en realidad, no carecemos de nada, aparte de la ignorancia de que todo lo esencial lo tenemos en el sustrato de la divinidad en que estamos insertos.
  3. María no descubre sola que lleva a Dios en sus entrañas. Y cuando resucita  a ese reconocimiento, (en griego el texto dice que María "se levanta" usando el mismo verbo que se traduce también por "resucitar"), tampoco se queda rumiando sola lo que ha descubierto, sale corriendo a compartirlo con Isabel que también, a su modo, da testimonio de la presencia de Dios en ella.  El descubrimiento de Dios en nosotros, aunque es un camino muy personal, no es individualista, lo alcanzamos en las relaciones con otros y, cuando resucitamos a ese conocimiento nos sentimos impulsados a compartirlo, a anunciarlo a los demás. Lucas en este relato tiene el detalle de subrayar este descubrimiento de la presencia de Dios ligado al diálogo entre dos mujeres. Es una de esas escenas centrales del evangelio en que no aparece ningún varón. Es una mujer, María, la que descubre a Dios en sus entrañas y es otra mujer, Isabel, la que le da su bendición. Al final de los evangelios será otra mujer, Magdalena, la que anunciará a los apóstoles varones la resurrección de Jesús. Tal pareciera que se nos quiere subrayar que en  la comunidad de los seguidores de Jesús, como dice Pablo en una de sus cartas, ya no hay distinción entre varón y hembra, entre judío y pagano. Por supuesto que hay diferencias, pero ninguna superior a las otras. Todas igualmente valiosas y deben ser tratadas con igual dignidad. Ahí nos deja Lucas a María para recordárnoslo y para recordarnos, sobre todo, que cualquier situación de nuestra vida la debemos vivir como "preñados de Dios".

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Domingo de Pascua

Lect.:  Hech 10: 34-43; Col 3: 1-4; Jn 20: 1-9 Cuando decimos que para los cristianos la fiesta de la Pascua es el acontecimiento central de nuestra vida , afirmamos que estamos hablando de algo de lo que no es fácil hablar . Nos referimos al momento culminante de la vida de Jesús, de la vida de sus primeros testigos y de nuestra propia vida . ¿Cómo poder expresar ese momento culminante de manera fácil? ¿Cómo encerrar en palabras humanas unas realidades, vivencias que tocan lo más íntimo de nuestro ser y del ser de Jesús ? Durante muchos años hemos leído y meditado los relatos evangélicos de la resurrección y probablemente nos hemos quedado pegados en los detalles con que sus autores intentaron comunicar lo incomunicable. La resurrección de Jesús no es la vuelta a la vida en este mundo de un cadáver . Y, sin embargo, por las limitaciones del lenguaje, si los leemos literalmente, los relatos sobre la tumba vacía, sobre las apariciones a María Magdalena,...

3er domingo de Adviento

3er domingo Adviento, 16 diciembre 2007 Lect.: 35: 1 – 6 a; Sant 5: 7 – 10; Mt 11: 2 – 11 1. Nuestro mundo ha cambiado mucho desde que Isaías escribió el texto que escuchamos hoy. La imaginación no nos da para pensar lo diferente que sería la sociedad de hace 2700 años. Pero hay algo que nos suena conocido. El profeta ve a su alrededor gente con manos débiles, con rodillas vacilantes, dejándose llenar su corazón de cobardía, con temor. Un mundo lleno de problemas que produce innumerables víctimas. Siete siglos después, Juan el Bautista en la cárcel, duda si Jesús es el Mesías que ha de venir y manda a sus discípulos a preguntarle si es él o hay que esperar a otro. Jesús se identifica indicando a quiénes ha venido a traer esperanza: a los inválidos, a los enfermos, a los pobres, a los que están amenazados por la muerte y dice claramente: anuncien a Juan lo que están Uds. viendo y oyendo. 2. El mundo de Isaías, el del bautista, el nuestro, están llenos de víctimas. ¿Qué responderíam...

3er domingo de Cuaresma. "EL AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO ES UN ÚNICO AMOR. Cuaresma: tiempo de actuar y de detenerse ante el hermano herido". MENSAJE DE LOS OBISPOS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL A LA IGLESIA Y PUEBLO DE COSTA RICA

 Los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, reunidos los días 26 al 29 de febrero de 2024, en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, compartimos nuestro sentir. En su mensaje para la Cuaresma del presente año, el Papa Francisco nos ha recordado que “es tiempo de actuar… de detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como el samaritano, ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios, en la carne del prójimo”. La Iglesia, desde su origen en nuestro Señor Jesucristo, es portadora de una buena noticia: “el Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4,18). Los discípulos del Señor se dispersaron “anunciando el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo” (Hechos de los Apóstoles 8,12), mensaje que entraña la posibilidad de vivir según el proyecto de Dios, desde las actitudes de amor, justi...