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7º domingo t.o.


Lect.: Is 43:18-19.21-22.24b-25; 2Cor 1:18-22; Mc 2:1-12

1.   Llama la atención, aunque quizás lo hayamos pasado por alto muchas veces, ver que Jesús relaciona la salud del paralítico con la liberación de su  sentido de culpa. En la vida moderna vamos aprendiendo a ver la relación en un círculo estrecho, de problemas de salud física, con problemas mentales,  con problemas religiosos. Muchas veces sufrimientos internos, psicológicos, realmente llegan a enfermarnos y resultan peores, cuando sentimos que esos sufrimientos vienen como una especie de castigo de Dios, por pecados cometidos. Es en la vida moderna que vamos aprendiendo de ese círculo destructivo en que se asocia una imagen de dios castigador, con  desequilibrios psicológicos y enfermedades físicas. Lo llamativo es que jesús lo intuyera ya en esa época. Su visión era muy distinta de la del A.T en la que, de manera parecida a creencias populares que todavía subsisten, se creía que enfermedades y eventos naturales de destrucción eran castigo por faltas que la gente tenía que pagar. Para Jesús, en cambio, para recuperar plenamente la salud, es preciso liberarse de esas creencias. Es cuando hace ver al paralítico que Dios no anda acordándose de los pecados de cada uno, "tus pecados te son perdonados", como dice Isaías hoy, cuando le libera de ese sentimiento de culpa, cuando declara que ya queda liberado también de la enfermedad.
2.   No es nada fácil, pero es indispensable para nuestro crecimiento espiritual, llegar a la aceptación de nosotros mismos, de lo que cada uno es, con todos nuestra capacidades, pero también con nuestras limitaciones, reconociéndonos como seres todavía incompletos. No es nada fácil reconocerse así, con responsabilidad por las acciones erróneas realizadas, pero es lo que Jesús muestra como actitud indispensable para alcanzar la sanación.  De alguna manera, la imagen del paralítico, levantándose, y cargando la camilla y caminando hacia la casa, viene a ser como un símbolo de quien carga a las espaldas su pasado, pero sin sufrimiento, como parte de lo que uno mismo es, pero que no le detiene para seguir caminando hacia la casa, hacia el encuentro con el Padre, que es hacia el encuentro con nuestra identidad más auténtica.Ω

Comentarios

  1. El Evangelio de la semana anterior, fue una muestra más del inmenso amor de Dios para con nosotros. ¡Cuántas parálisis he tenido, y he fomentado de manera conciente,y Diosito me sigue curando! Caló mucho en mí la metáfora de las maletas, y es por ello que a partir de ahora cargaré con mis errores, sin querer decir con ello que los voy a volver a cometer, pero si como señal que para Dios nada es imposible y que con fe, todo se cura, hasta lo más imposible.

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